El Madrid llega tarde al Clásico (85-75)

Ni actitud, ni imagen, ni suerte. Al Real Madrid no le salió nada en su visita al Palau Blaugrana y cayó derrotado por 85-75 en un partido en el que solo existió un equipo: El Barcelona. Los pupilos de Pablo Laso comenzaron el encuentro con mal pie y no supieron levantarse, sin ningún jugador que pudiera liderar una imposible, aunque intentada remontada. Hunter y Draper fueron los mejores madridistas sobre el parqué.

Ante Tomic monopolizó el inicio del Barcelona, que después de tres triples, dos de ellos fallados, optaron por buscar siempre al croata al poste, para que él produciese, entre otras cosas, dos faltas personales de Ayón. El Real Madrid optó por los triples, casi obligados gracias a una buena circulación, pero con un porcentaje muy bajo para las posiciones de que dispusieron Rudy, Llull y Randolph.

El ’23’, hombre a seguir del Real en este inicio de campaña, se mostró muy activo, como en cada partido importante, pero incapaz de hacer competir a su equipo, muy mermado por las malas decisiones de Rudy Fernández. Sin embargo, el balear no era el único culpable. Todo el Madrid estaba desconectado, inconsciente de qué partido estaba jugando, pero Nocioni, descansado tras las últimas semanas, se inventó un triple para reducir diferencias al final del primer cuarto. (20-15)

Entre los ataques forzados madridistas y la sensibilidad de los árbitros a cada forcejeo en el aro del Real, el Clásico parecía teñirse de azulgrana demasiado pronto, pero un nuevo triple del Chapu volvía a indicar que el Madrid, aunque desacertado, no había olvidado que el objetivo era la victoria.

El esteticismo en baloncesto no importa tanto, y eso se encargaron de demostrar Nocioni y Draper con dos churros que no hacían más que alargar la agonía. La desventaja de diez puntos se confirmaba con un triple de Oleson solo en la esquina. El Barça jugaba a placer en el Palau y después de los diez cayeron los quince, y la sensación es que todavía podía ser peor. O el descanso permitía resetear o se aproximaba un ridículo en el Clásico.

Las palabras de Nocioni al descanso lo decían todo, pero el inicio de la segunda parte volvía a tener en Perperoglou y Tomic a los mismos protagonistas que en la primera mitad. Dos triples de Rudy y Llull, dos de los grandes desaparecidos, sostenían la desventaja a la espera de tiempos mejores.

Los suplentes opositaron a la remontada

Perperoglou, que tiene en los blancos a su verdugo favorito, se puso el traje de héroe para mermar aún más la confianza de un Madrid sumido en pérdidas, y que tomó el camino de los mates para intentar intimidar a un Barcelona con todo de cara. Primero Randolph y después Ayón reventaron el aro con agresividad y mirando a sus rivales de tú a tú. Con Nocioni en el banco, esto resultaba clave para, al menos, tratar de competir. quedaba una –mínima– oportunidad.

Pero cuando no te sale nada y tienes enfrente un equipo de alto nivel, la derrota está casi asegurada. Esa fórmula es la que estaba cerca de experimentar el Madrid, a pesar de que Hunter se empeñó en imprimir una intensidad que servirá de comprobante de lo que debió, y no hizo el Real hasta ese momento.

Dos canastas de Draper hacían que el Barcelona retrocediera a Halloween, viendo como la ventaja bajaba de los diez, pero Koponen, felizmente de vuelta en las pistas, amargó la intentona madridista con un triple que cayó como una losa para todos menos para la bestia Hunter.

Los gritos de independencia en el Palau escondían el canguelo de una afición que había visto como el Madrid, medio muerto y con los suplentes, seguía buscando la machada a dos minutos del final. Sin embargo, las prisas condenaron el milagro madridista, que llegó muy tarde a un partido en el que las ganas llegaron demasiado tarde.