Liga Santander: Celta de Vigo - Atlético de Madrid

Correa arregla el desastre de Munuera Montero

El Atlético de Madrid vence al Celta de Vigo con un nefasta actuación arbitral, con un penalti inexistente y cuatro expulsiones

Correa, con dos goles, permite al Atlético seguir el ritmo del Madrid

El Celta no se entregó nunca y llegó hasta el final con opciones

Correa arregla el desastre de Munuera Montero
Tomeu Maura
  • Tomeu Maura
  • Redactor jefe de Deportes en OKBaleares, 40 años en la profesión cumplidos en 2023 tras más de media vida en El Mundo

Dejando atrás las dudas de una pretemporada irregular, el Atlético se puso el traje de campeón y salió de Balaídos con los tres primeros puntos del curso tras una exhibición de seriedad y eficacia, sobreponiéndose con dos goles de Correa a un arbitraje desquiciante de Munuera Montero, que se inventó un penalti y acabó expulsando a dos jugadores y dos auxiliares tras no haber sido capaz de apaciguar una tangana que provocó una entrada salvaje de Hugo Mallo sobre Luis Suárez. Más allá de un arbitraje nefato, el equipo tiene claro a lo que juega y ha vuelto de las vacaciones con la misma hambre con la que celebró el título en Zorrilla porque su espíritu y su ambición no se han alterado lo más mínimo, aunque algunas de sus piezas claves aún no están afinadas. Ángel Correa volvió a ser decisivo, Saúl reivindicó su calidad con el pase del 1-2 y Kondogbia reclamó su espacio en el once. Al final el 1-2 permite al campeón atrapar los primeros tres puntos fuera de casa de la temporada. Objetivo conseguido.

El Celta tiró de todos sus recursos para oponer resistencia y llevó el partido al límite del reglamento para evitar que el Atlético se sintiera cómodo. Con Tapia barriendo el medio campo y el mexicano Araujo mandando atrás, los gallegos le cerraron a su rival todos los espacios y durante el arranque consiguieron alejar el balón de su portería. Constriñendo el medio campo a la mínima expresión las áreas desaparecieron y apenas existió profundidad por las bandas. Un enorme sacrificio físico destinado a un objetivo evidente: mantener a cero el marcador adversario.

Al Atlético le costó imponer su estilo. Simeone reservó efectivos y optó por los jugadores con mayor fondo físico, premiando al francés Kondogbia por su trabajo en la pretemporada y eligiéndole sobre el argentino De Paul, llamado a ser titular indiscutible a muy corto plazo. Tampoco existen dudas sobre la presencia de jugadores como Trippier y Luis Suárez en el once inicial, pero tanto el argentino como el inglés se sentaron en el banquillo. Sin el pistolero arriba el partido perdió chispa, pero estaba claro lo que pretendía el Cholo: desgastar al rival en una tarde de calor extremo. En esa tarea el entrenador no dudó en situar en el lateral a Saúl, no sólo para mantenerle enchufado, sino también para exhibirle por si se decide alguno de sus pretendientes. No sólo tuvo una buena actuación, sino que acabó siendo decisivo con el pase del 1-2.

Tras un arranque sin estridencias ni ocasiones, a los 23 minutos saltó la banca de la forma más inesperada. Cuando más igualado estaba el partido, sin que ninguno de los dos demostrara argumentos sólidos para pensar que se podía alterar la tarde, Mario Hermoso se anticipó y robó un balón que dejó a Lemar. El francés se aprovechó del exceso de precipitación de Hugo Mallo y superó al lateral para entregarle  a Correa un caramelo en el borde del área. El argentino levantó la cabeza, armó la pierna y colocó el balón muy lejos del alcance de su compatriota Matías Dituro. Un golazo marca de la casa del campeón. Contragolpe puro. El sello de Luis Aragonés para comenzar la defensa del título.

El Celta se negó a arrojar la toalla a la lona y no tardó en levantarse, pero aunque no le faltó adrenalina sí que careció del talento necesario para crearle problemas al Atlético. Sólo en una ocasión estuvo cerca del empate en la primera parte, en un robo de Santi Mina a Hermoso que acabó en una carrera al espacio libre de Aspas, pero al internacional le faltaron pulmones y acabó llegando muy justo a la portería adversaria. Oblak, rodilla en tierra, no tuvo problemas para quedarse con el balón.

En la otra portería, en cambio, a Dituro empezó a acumulársele el trabajo. Primero en un cabezazo de Hermoso tras un saque de esquina que despejó Aspas sobre la línea de gol. Luego, en un contragolpe que no supo resolver Carrasco. Cuando Munuera Montero detuvo la primera parte el Celta respiró aliviado porque el partido ya se le estaba haciendo largo. Simeone, en cambio, no se sentía satisfecho con el resultado. El argentino se fue al vestuario enojado porque el equipo no había sido capaz de dejar resuelto el partido en los últimos 15 minutos.

Los acontecimientos no tardaron en darle la razón al entrenador, aunque no de la forma en la que él podía esperar. El Atlético entró bien en el segundo tiempo y empezó a madurar el 0-2 mientras su rival se estrellaba una y otra vez en una defensa muy concentrada, pero a los 58 minutos Munuera Montero metió en el partido al Celta señalando como penalti un rebote en la mano de Llorente, vulnerando de manera flagrante el nuevo criterio sobre las manos en el área que hace pocos días había hecho público el Comité de Árbitros. La desesperación de Llorente, que además se llevó tarjeta amarilla, estaba más que justificada. De repente todo volvía a la casilla de salida.

Simeone reaccionó de inmediato y llamó a Luis Suárez y De Paul, pero antes de que pudieran pisar el césped el partido volvió a virar. Cinco minutos después del empate Saúl galopó por la izquierda y reivindicó su calidad con un pase extraordinario a Correa, que cruzó al fondo de la red con un disparo raso. El argentino ha vuelto de la Copa América en un momento de forma extraordinario. De ser un descarte hace sólo dos años ha pasado a convertirse en un titular indiscutible. Correa es hoy una de las grandes estrellas del Atlético de Madrid. Precisamente por eso es difícil entender por qué Simeone le sustituyó nada más marcar su segundo gol. La decisión del argentino fue equivocada. Fue marcharse su compatriota al banquillo y acabarse la producción ofensiva de su equipo.

El 1-2 fue ahora sí definitivo. El Celta agotó sus opciones a los 80 minutos en una gran ocasión de Aspas, que tuvo la mala suerte de que el balón le cayera a la pierna derecha tras driblar a Oblak. El delantero no fue capaz de acertar con los tres palos a puerta vacía y cerró el repertorio de un partido que acabó en una bronca que no supo parar Munuera Montero y que acabó con la expulsión de Hermoso y Hugo Mallo, a la que se unió luego la del profe Ortega.  Al final, más allá de la lamentable actuación arbitral, el resultado permite al Atlético mantener el ritmo que marcó ayer el Real Madrid en Mendizorroza. Será la tónica general de una temporada en la que cada victoria costará sangre, sudor y lágrimas.

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