Las gradas se vaciaron por lo aburrido del festejo

El Camp Nou pasa de la celebración y abandona a los jugadores sobre el césped

Camp Nou
Messi, junto a sus hijos en la celebración de la Liga en el Camp Nou. (AFP)

El Camp Nou apuntaba a ser el escenario de la unión del barcelonismo con motivo de la celebración del título de Liga cosechado por el Barcelona. El equipo culé ganó al Levante, cumpliendo en el panorama deportivo para proclamarse campeón matemático, pero la celebración dejó tanto que desear que las gradas del estadio azulgrana acabaron por vaciarse dejando una imagen pobre en lo que debió ser una fiesta multitudinaria.

La presencia del presidente de la RFEF, Luis Rubiales, quien entregó la copa de campeón de Liga al Barça añadió seriedad a la celebración, haciendo que los aficionados quedaran en un segundo plano, algo que no gustó a una inmensa mayoría de ellos. Las gradas se fueron vaciando con el paso de los minutos y los jugadores, aún sobre el terreno de juego, se quedaron huérfanos de la compañía de un importante número de seguidores, decepcionados con la poca cercanía de los jugadores con el público que les ha animado durante toda la temporada.

La entrega de la Copa, un espectáculo musical… todo ello resultó muy soso e intrascendente para aquellos que optaron por dejar libre su asiento y marcharse a casa. Gerard Piqué fue el único jugador del Barcelona que se dio cuenta de la situación y se acercó, rompiendo con la monotonía, a uno de los fondos para tratar de animar a la afición y evitar que la salida de aficionados se convirtiera en una desbandada que dejara solos a los protagonistas.

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