Champions League: Manchester City - Atlético de Madrid

El autobús de Simeone pincha ante los múltiples recursos de Guardiola

simeone guardiola
Simeone y Guardiola, en el partido del Etihad.
Javier Iglesias

El asalto fue para Pep Guardiola. El entrenador del Manchester City ganó el primero de los duelos contra Simeone. Su equipo, aunque con muchas dificultades, consiguió tirar el muro que construyó el entrenador del Atlético con el único objetivo de maniatar a su rival y dejar la portería a cero pensando siempre en un partido de vuelta en el que se decidirá la eliminatoria. Uno gana y otro pierde, pero los dos sonríen.

La batalla táctica del encuentro comenzó en los hoteles de concentración cuando ambos entrenadores decidieron darle una vuelta al once inicial que tenían en la previa. Simeone y Guardiola sorprendieron a todos en el momento en el que se conocían la alineaciones oficiales del partido.

El Cholo salió del Etihad el lunes por la noche con la idea firme de colocar a Marcos Llorente en el carril derecho y dar entrada a Rodrigo de Paul en el medio. Sin embargo, tras meditarlo con la almohada, prefirió apostar por algo más conservador y es que, como se suele decir, la cabra tira al monte. Por ello, apostó por Vrsaljko en la derecha y optar por la brega de Llorente con Koke y Kondogbia en la medular.

Por su parte, Guardiola optaba por jugar con dos ‘falsos’ laterales. Colocaba a Aké en la izquierda para actuar de tercer central con balón y como ‘3’ sin él. En la otra banda aparecía un Joao Cancelo que era un centrocampista más de los muchos que dispuso el técnico por el césped. Su misión, ayudar a la salida del balón desde su posición de partida y tirar diagonales que pudiesen sorprender. De esta forma Pep también cambiaba su plan inicial, ya que además dejaba a Foden en el banquillo para meter a Bernardo Silva como hombre más adelantado, pero total libertad de movimientos, una especie de Messi en su etapa dorada en el Barça.

Sin tiros al descanso

Lo que se veía en el césped era lo esperado. Un City amo y señor del balón y un Atlético muy replegado cerrando todos los espacios interiores. Así, los rojiblancos se sentían cómodos y protegidos. La única manera que tenían los de Guardiola de aproximarse a la meta de Oblak era con centros laterales que acababan en las manos del portero o despejados por los centrales colchoneros.

Pero Simeone no se fiaba y dio un giro más de tuerca a su planteamiento defensivo colocando a Joao Félix y a Griezmann como interiores y formando sin complejos un sistema de cinco defensas y cinco centrocampistas. Si el plan era empatar y llegar vivo al Wanda Metropolitano, estaba funcionando pues el City se marchaba al descanso con un 70% de posesión, pero sin haber podido dirigir ningún lanzamiento entre la portería de Oblak. Cero remates. Los mismos que un Atlético al que marcar o no parecía no importarle.

Ambos entrenadores vivían el partido a su manera. Mientras Pep permanecía impasible en su área técnica en modo estatua, Simeone no paraba de corregir, protestar y alentar a sus jugadores para contener el muro aplaudiendo cada acción defensiva. El marcador a cero era su meta y según pasaban los minutos estaba más cerca.

En el descanso, Simeone dejaba calentando a Correa y a De Paul. Algo tramaba en su cabeza, pero prefería esperar. Guardiola, a su vez, variaba tras la reanudación la posición de Sterling al que posicionaba en medio desplazando a Bernardo al costado izquierdo.

De tres en tres

Con el paso de los minutos, el City empezaba a gozar de ocasiones. Primero con una falta frontal de De Bruyne que paraba Oblak, después con un disparo cruzado de Sterling. Antes, el Atlético había intentado soltarse con alguna contra que había finalizado sin peligro.

No pintaba bien la cosa para el Atlético y por ello antes del 60′, Simeone se veía obligado a mover ficha con un triple cambio. De Paul por Koke, Correa por Griezmann y Cunha por Llorente. Cambiaban lo nombres, pero el planteamiento era similar con la única diferencia de que ahora el brasileño iba a asumir la posición central que no estaba ocupando nadie.

Acción y reacción. Sin tiempo a ver como podía afectar esto al choque contestaba Guardiola también con tres hombres nuevos sobre el césped. Grealish, Foden y Gabriel Jesús, al campo. Con ello buscaba frescura en un ataque bloqueado. Nuevas ideas y atacar con un delantero de verdad. Y surtió efecto. Instantes después de entrar Foden vio el hueco que se le negaba a Mahrez en el costado derecho para asistir a De Bruyne que no perdonó ante Oblak.

Guardiola pinchaba de esta forma las ruedas del autobús de Simeone que veía frustrado su gran objetivo de dejar la portería a cero. Y es que contra un equipo con tantos y tantos recursos aguantar 90 minuto es casi una misión imposible. Pese a ello, ambos entrenadores se marchan contentos a la vuelta. Pep porque consigue una victoria que le permite llegar con ventaja y el Cholo porque sale con vida. A fin de cuentas, todo se decidirá en el Wanda Metropolitano.

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