El Atlético y el infausto recuerdo de García Plaza

El domingo llega el Alavés al Metropolitano y las apuestas no pueden estar más decantadas del lado rojiblanco, pero en el banquillo vitoriano se sienta el madrileño Luis García Plaza y el Atlético guarda un infausto recuerdo de él porque su última visita al estadio colchonero acabó no sólo con una derrota inesperada y dolorosa, sino que abrió una brecha de enormes proporciones que desataría una de las mayores crisis de la era Simeone.

Cuando el sábado cuatro de diciembre de 2021 el Mallorca pisó el terreno de juego del Metropolitano ni un solo aficionado rojiblanco podía imaginarse que estaba ante el inicio de una debacle sin precedentes en la etapa del Cholo en el banquillo madrileño. El equipo llegó avalado por el 1-4 de la jornada anterior ante el Cádiz y situado en tercera posición de la clasificación, empatado a 29 puntos con el Sevilla y a siete de un Real Madrid intratable que ya sumaba 36.

Ganar era un objetivo perentorio y nada hacía pensar que no sería así porque el Mallorca llegaba en una situación delicada, con apenas tres victorias en las 15 jornadas precedentes y tras un empate a cero en el campo del Getafe. Después de una primera parte con muchas ocasiones pero poca puntería el Atlético logró abrir el marcador a los 68 minutos por medio de Cunha, en lo que parecía la sentencia para un rival que le costaba mucho llegar arriba.

Simeone empezó a administrar recursos sin sufrir demasiados agobios, pero a los 80 minutos, en el saque de una falta, el central argentino Franco Russo se anticipó a Mario Hermoso, que había sustituido a Savic, lesionado a los diez minutos de partido, y cabeceó a la red de Oblak para marcar su primer y único gol en la Liga española.

El 1-1 era un resultado inaceptable para el Atlético, que necesitaba ganar. En consecuencia Simeone lanzó a sus jugadores en zafarrancho, pero el Mallorca no sólo defendió bien el empate, sino que en el descuento enlazó un contragolpe mortal conducido por el japonés Take Kubo, que se marchó en solitario y batió a Oblak por debajo de las piernas para establecer un 1-2 que dejó en silencio el Metropolitano.

Lo peor, sin embargo, no fue el resultado, sino las consecuencias. El Atlético perdió en la jornada siguiente en el Bernabéu ante el Real Madrid (2-0), quedándose a 13 inalcanzables puntos del líder, y siguió su caída contra derrota en Sevilla (2-1) y otra aún más sorprendente en el Metropolitano ante el Levante (0-1). La debacle fue de tal calibre que al final de la jornada 21, sólo seis partidos después, los rojiblancos eran sextos en la clasificación, fuera de Champions, a 16 puntos del líder Real Madrid.

El derrumbe, además, no acabó ahí. El 13 de enero el Athletic le remontó un 1-0 en las semifinales de la Supercopa de España y cinco días después el equipo cayó 2-0 en Anoeta ante la Real Sociedad y le dijo adiós a la Copa del Rey. Cuando enero consumió su último día el Atlético estaba fuera de la Copa, había caído en la Supercopa y en la Liga no sólo estaba descartado de la lucha por el título, sino que en ese momento había perdido incluso su plaza Champions.

La riada fue de tal caudal que incluso amenazó con la supervivencia rojiblanca en la Champions, pero los jugadores sacaron la cabeza a flote en la eliminatoria ante el Manchester United y ahí iniciaron una recuperación que les llevó a ser finalmente terceros en la Liga, pero le costó meses olvidar aquella derrota de infausto recuerdo ante el Mallorca de Luis García Plaza, el mismo entrenador al que se encontrará de frente este domingo.