Gran Premio de Bahrein

Alonso vuelve al podio y Red Bull instaura su dictadura

Alonso vuelve al podio y Red Bull instaura su dictadura
Guillermo Sáez

Fernando Alonso ha vuelto. Ahora sí que sí. Con un coche poderoso y fiable, tantos años después, el bicampeón subió al podio en el Gran Premio de Bahrein firmando una espectacular tercera posición que le colocó como el mejor de los mortales por detrás de la dictadura de Red Bull. Victoria para un intocable Max Verstappen por delante de su compañero Sergio Pérez y cuarta posición para Carlos Sainz, que salvó el honor de Ferrari tras el abandono por avería de Charles Leclerc.

Había avisado en los entrenamientos libres, finalizando al frente en dos de las tres sesiones, y Fernando Alonso reafirmó todas las buenas sensaciones a la hora de la verdad. En la primera carrera del Mundial, corrió con el cuchillo entre los dientes, se llevó varios duelos memorables y sumó el 99º podio de su carrera en la Fórmula 1. Incluso pudo rodar con calma en las últimas vueltas. Le sobró tiempo para cumplir su misión. El año pinta más que ilusionante.

Soñaba Alonso en la salida con inquietar a los dos Ferrari que tenía por delante y lo que le ocurrió fue que le adelantaron los dos Mercedes. La escudería alemana estaba picada en su orgullo y sus dos pilotos se lanzaron en tromba a por el español, que sufrió el primer encontronazo con su nuevo compañero. Se libró de Esteban Ocon tras su salida de Alpine y la primera en la frente con Lance Stroll…

El toque de Stroll permitió a Russell adelantar a Alonso, que empezó a pelear de verdad la carrera desde la séptima posición. Por delante, Verstappen protegía plácidamente su primera posición y Leclerc adelantaba a Pérez en la pelea por la segunda. En la cuarta posición se quedaba anclado Carlos Sainz. Ahí vivió toda la carrera, sin ritmo para aspirar al podio y sin inquietud respecto a sus perseguidores.

En la vuelta 13, Alonso se pegó el primer gustazo a bordo de su flamante Aston Martin: adelantar a un Mercedes. Ese movimiento sonaba utópico en los últimos años y se hizo realizad rebasando a Russell, al que cocinó durante varias curvas antes de propinarle un hachazo limpio. Sexto, su siguiente objetivo era Hamilton. El heptacampeón no le permitió acercarse en primera instancia, pero el duelo más esperado acabaría llegando tras las pertinentes paradas en boxes.

Sucedió a falta de 20 vueltas para el final. En el primer intento se pasó por poco. En el segundo le quitó las pegatinas al inglés en uno de los puntos más difíciles del circuito. «¡Sí, vamos!», gritó el asturiano por la radio del equipo. Tantas decepciones en los últimos años, tantas miserias en McLaren, en Alpine… Con un coche competitivo, volvía a disfrutar de lo lindo y ante su histórico rival por antonomasia.

Acto seguido, la afición española se encontró con otra alegría inesperada: el Ferrari de Charles Leclerc se rompió con 17 giros aún por delante. Sainz se encontraba la tercera posición y Alonso la cuarta, y a solo dos segundos de su compatriota. Una bestia andaba suelta por Sakhir y olía la sangre en cada curva. La degradación de los neumáticos de Ferrari le servía la presa en bandeja. En la vuelta 46 ejecutó al madrileño.

Los coches llegaron a tocarse. El verde salió delante, nuevo dueño de la tercera posición. «¡Sí, adiós!», se despidió Alonso por la radio. Ya no dejó que nadie se le acercara. Verstappen sumaba el triunfo 36 de su carrera, pero el gran vencedor moral iba subido a un coche verde. De hecho, fue nombrado piloto del día. Más que merecido.

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