Alcaraz tira de solidez: frena a Shelton y ya está en cuartos de Roland Garros
El murciano espanta las dudas tras su último partido con un ejercicio de firmeza
Se cita con Tommy Paul por un puesto en las semifinales del Grand Slam francés

El puño que se eleva en la Philippe Chatrier es el de Carlos Alcaraz, que de nuevo emerge con más fuerza que el de su rival. Y eso que Shelton no anda corto de vigorosidad. Sin embargo el murciano lo aplacó y terminó imponiéndose (7-6, 6-3, 4-6, 6-4) tras firmar en ejercicio de solidez mental que le catapulta a los cuartos de final de Roland Garros. Camina Carlitos a caballo entre la madurez y las desconexiones transitorias de los partidos.
Como si no se decidiera entre la conciencia y la tentación. Aunque ante Shelton la batalla la ganó el ángel de su hombro, que le llevó por el sendero de la paciencia, consistencia y trabajo. Sus piernas y su cabeza corrieron a la misma velocidad. Y cuando se produce esa simbiosis resulta complicado hacerle claudicar, por más que uno lo mueva por la pista e invite a subir a la red para que deje espacios.
Shelton, pese a que los buscó, no encontró la solución. Aunque por momentos parecía lo contrario. El estadounidense se mostró inabordable abrazado a su servicio. Menos contundente sobre la tierra batida que en pista dura, su superficie fetiche, pero dañino igualmente. Carlitos tenía clara la hoja de ruta para frenar la derecha de su rival, y no era otro que jugarle al revés.
Aunque Shelton salía del agobio a base de goles ganadores. Tuvo que ser el tie break el juez del primer set. La muerte súbita siempre sonríe más al sacador y Shelton salió respondón. Hasta tres bolas de set dispuso, aunque dejó escapar todas. O mejor dicho, se lo negó un Alcaraz aplicado desde el fondo de la pista. «Cuando juegas valiente, entran», le decía Ferrero. Y ahí que se lanzó Alcaraz con la derecha para abrochar la primera manga.
Alcaraz ganó su pelea interna
No sorprendía el nivel de Shelton pese a que su naturaleza tira más hacia la pista dura que la tierra batida, aunque tampoco debe entenderse la afirmación como un halado excesivo. El estadounidense no es un especialista en arcilla, aunque este año ha sabido adaptar mejor que nunca su tenis a la mencionada superficie. Hizo final en Múnich y complicó la tarde a Alcaraz en París abonado a la potencia.
Sin embargo, su virtud también era su vicio. Cometió varios errores no forzados por buscar el golpe ganador cuando la situación reclamaba más precisión que fuerza. En ocasiones, también le desvió al servicio al buscar el saque directo en posiciones que demandaban intentar saques más abiertos que potentes. Alcaraz mientras se mantuvo sin forzar la maquinaria, aunque también sin alardes y excesos. Así se apuntó el segundo set y encarriló su victoria.
Amagó con desconectarse cuando le vino cierto bajón y Shelton lo aprovechó para apuntarse la tercera manga. El estadounidense se metió en la cabeza del murciano por momentos y le forzó demasiados errores no forzados. Pero ahí lució solidez mental para aguantar el tirón e ir minando a su rival, al que ya no le salían los reveses igual y sus derechas no hacían tanto daño. Realizó ahí un último esfuerzo para cerrar el partido y citarse con Tommy Paul en cuartos de final sin forzar demasiado. Más práctico que vistoso.