Las tradiciones y costumbres más raras del mundo
¿Quieres descubrir algunas de las tradiciones más extrañas del mundo? Hay algunas costumbres realmente llamativas que existen desde hace siglos.
Mujeres jirafa
Las conocidas como mujeres jirafa forman parte de la tribu Kayan, en Birmania. Actualmente se compone de unos 7.000 miembros. Desde los cinco años de edad las mujeres llevan un adorno de latón que rodea su cuello. A medida que pasa el tiempo se van añadiendo más anillos que presionan la clavícula hacia abajo y hacen que parezca que tienen el cuello más largo. El Gobierno de Birmania ha puesto en marcha varios programas para acabar con esta costumbre, pero es un negocio muy rentable ya que los turistas pagan dinero por ver a las mujeres jirafa.
Ataúdes colgantes
Los ataúdes colgantes son una de las tradiciones más extrañas del mundo, y se pueden encontrar en zonas rurales de Indonesia, China y Filipinas. Se cuelgan en acantilados y montañas para evitar que las bestias fueran capturadas por bestias y bendecir eternamente el alma de los fallecidos. Además, los Bo veían que los acantilados eran una escalera al cielo, así que colocando los ataúdes en lo alto los difuntos estaban más cerca de su destino para la vida eterna.
Pies vendados
La práctica de los pies vendados que se ha venido aplicando desde hace siglos en China es muy dolorosa, y millones de niñas y mujeres han sufrido la desfiguración de sus pies. Se creía que los pies de «loto dorado», que se lograban quebrando los dedos y los arcos de las más pequeñas atándolos a la planta de los pies con una tela, eran necesarios para que éstas consiguieran una vida mejor a través del matrimonio.
Para conseguir la deformidad y que los pies tuvieran forma de loto, se vendaban los dedos más pequeños de los pies hasta que quedaran bajo la planta, formando un arco. Quedaban aplastados y se acercaba el talón a los dedos.
Cenizas de los fallecidos
Si hay una costumbre que realmente llama la atención es la de la tribu Yanomami, que vive en la Amazonia de Venezuela y Brasil. Los miembros comen las cenizas de sus muertos para salvar su alma. Creen que la energía vital de los difuntos reside en sus huesos, así que ingiriendo sus cenizas consiguen reintegrarlos en el grupo familiar. Viven completamente aislados del mundo exterior, en aldeas de entre 40 y 50 personas.