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¿Por qué llamamos capilla ardiente al lugar donde se vela a los muertos?

¿Por qué llamamos capilla ardiente al lugar donde se vela a los muertos?
¿Por qué llamamos capilla ardiente al lugar donde se vela a los muertos?

Cuando alguien fallece siempre se escucha el término “capilla ardiente” como el lugar en el que se puede ir a velar por esa persona y darle el último adiós. Hoy te contamos por qué el lugar en el que se vela a los muertos se llama capilla ardiente y qué significado tiene realmente este término.

¿Qué es una capilla ardiente?

Se llama capilla ardiente al emplazamiento que se decora con ornamentos luminosos, mayoritariamente velas, para velar a un fallecido, algo que suele hacerse en un lugar diferente al tanatorio, que es en el que habitualmente se vela a los muertos. No es un acto así, es la instalación del lugar en el que se va a velar a esa persona.

Una capilla ardiente se prepara con el objetivo de honrar y despedir de forma pública a una persona que ha fallecido, algo que es habitual cuando se trata de personajes públicos, famosos o personas que de una u otra manera han tenido alguna relevancia en la sociedad. En general, se suele hacer cuando se prevé una gran afluencia de personas a dar su último adiós.

¿Por qué se le llama capilla ardiente?

La principal característica de una capilla ardiente es el ornamento lumínico, por eso se le dice “ardiente”, por tener mucha luz y muchas llamas de las muchas velas que se suelen colocar, especialmente junto al difunto y alrededor del féretro, durante todo el tiempo que dura el velatorio.

En cuanto a “capilla”, antiguamente se utilizaban capillas o edificios religiosos para velar a un difunto antes de la celebración del funeral, y se alquilaban capillas de forma privada cuanto se trataba de fallecidos en familias burguesas o aristócratas.

Las capillas ardientes más populares de los últimos años

En nuestro país se han celebrado numerosas capillas ardientes, siendo una de las más numerosas la de Lola Flores, con miles de visitantes e incluso miles de personas que la acompañaron desde el lugar de su capilla ardiente hasta el cementerio de La Almudena para recibir sepultura. De hecho, las flores prácticamente se agotaron en la ciudad en su muerte, en el año 1995.

En los últimos años se han instalado también las capillas ardientes de personalidades muy conocidas que recibieron miles de visitantes, como fue el caso del futbolista José Antonio Reyes (instalada en el estadio de “su” Sevilla, el Ramón Sánchez-Pizjuán), el político Alfredo Pérez Rubalcaba (instalada en el Congreso de los Diputados), el cantante Camilo Sesto (instalada en la sede de la SGAE), el diseñador David Delfín (instalada en el Museo del Traje de Madrid) o la del humorista Chiquito de la Calzada (instalada en el Auditorio Edgar Neville de Málaga).

Una de las últimas ha sido la de la actriz Verónica Forqué, fallecida el pasado mes de diciembre y cuya capilla ardiente se instaló en el Teatro Español de Madrid.

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