La increíble historia de los árboles que matan pájaros y solo existen en un puñado de islas del Pacífico
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En el mundo vegetal, muchas especies desarrollaron estrategias para esparcir sus semillas con ayuda del viento, el agua o los animales (mayormente aves). Sin embargo, existe un caso atípico en ciertas regiones del océano Índico y el Pacífico. Se trata de los árboles que matan pájaros, un fenómeno que no responde a los patrones clásicos de adaptación evolutiva.
Mientras otras plantas optan por mecanismos adhesivos, espinas o sustancias pegajosas que se adhieren al pelaje o plumaje de quienes se acercan, este árbol opta por usar nada más y nada menos que semillas. De este modo, su relación con colonias de aves marinas, termina siendo letal en varias ocasiones.
¿Cuáles son los árboles que matan pájaros y en qué parte del mundo se encuentran?
En un mundo reinado por árboles «inofensivos», nos topamos con una especie letal para las aves: la Pisonia grandis. Esta se encuentra principalmente en atolones e islas tropicales como las Seychelles, Tokelau o algunas partes de Micronesia.
Su peculiaridad reside en sus semillas: alargadas, recubiertas por una sustancia pegajosa y con diminutos ganchos. Este diseño permite que se adhieran con facilidad a insectos o aves que reposan en sus ramas.
A diferencia de otras especies vegetales que usan estos métodos para facilitar el transporte de sus semillas, en el caso del árbol Pisonia el resultado puede ser fatal.
Las semillas tienden a acumularse en masa, sobre todo cuando un ave cae accidentalmente en una zona con cápsulas en el suelo o permanece demasiado tiempo en el árbol. El peso acumulado les impide volar, dejándolas a merced de depredadores o condenadas a morir por inanición.
Este proceso es tan frecuente que a la Pisonia grandis se la conoce popularmente como ‘el árbol cazapájaros’.
¿Qué investigaciones hay sobre este árbol letal del Pacífico?
El ecólogo canadiense Alan Burger, de la Universidad de Victoria, se interesó en este fenómeno durante los años noventa y viajó hasta la isla Cousin en las Seychelles para investigarlo de primera mano.
Durante más de diez meses, entre 1999 y 2000, llevó a cabo experimentos para entender si existía algún beneficio evolutivo para el árbol.
Analizó si los cadáveres de aves en descomposición contribuían a la fertilidad del suelo. Pero las semillas germinadas cerca de los restos no mostraron ventajas en comparación con otras plantadas a distancia. Incluso observó que el guano de las aves vivas proporcionaba más nutrientes al árbol que sus cuerpos en descomposición.
Otra hipótesis contemplada fue la posibilidad de que los cuerpos sin vida sirvieran como transporte marítimo para las semillas. Al sumergir semillas en agua salada durante varios días, descubrió que estas morían al cabo de cinco jornadas, lo que descartaba esta teoría.
Sin embargo, si se les exponía esporádicamente al agua de mar durante semanas, podían germinar, lo que sugiere que las semillas evolucionaron para ser transportadas por aves vivas, no cadáveres flotantes.
Árboles que matan pájaros: ¿Un ciclo natural sin propósitos?
El trabajo de Burger, publicado en el Journal of Tropical Ecology en 2005, concluye que las aves vivas son esenciales para la dispersión de las semillas.
Pero la extremada pegajosidad y la producción masiva de estas cápsulas vegetales terminan provocando enredos fatales para algunas especies, como los noddies, un tipo de ave marina que anida en estos árboles.
«Tener las aves vivas parece ser la clave para la dispersión, pero una consecuencia desafortunada de tener semillas extremadamente pegajosas y producir muchas semillas en un cúmulo es que algunas aves se enredan fatalmente», explicó Burger al The Washington Post.
Este fenómeno fue retratado en ‘Planet Earth II’, la serie documental de la BBC narrada por David Attenborough, que dedica una secuencia al árbol Pisonia. Las imágenes muestran cómo algunas aves permanecen colgadas de las ramas, como si fueran adornos navideños macabros.
La existencia de árboles que matan pájaros pone en duda la noción de que toda característica natural responde a un fin adaptativo. En este caso, el árbol no obtiene ninguna ventaja clara al provocar la muerte de los animales que deberían ayudarle a dispersarse.
Una posible excepción la representan ciertas especies de tórtolas que se alimentan de las semillas de Pisonia y logran desprenderse de ellas sin consecuencias mortales. Este caso puntual sugiere que algunas aves podrían adaptarse a esta amenaza en el futuro.