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El error garrafal que cometes con tu secadora y que está disparando tu factura de la luz

No cometas este error con tu secadora
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

La secadora se ha convertido en un electrodoméstico imprescindible en muchos hogares, sobre todo durante los meses de otoño e invierno. Sin embargo, los expertos alertan de un error muy habitual que dispara la factura de la luz sin que nos demos cuenta: no limpiar el filtro de pelusas después de cada uso. Aunque parezca un gesto trivial, cuando el filtro está sucio, la secadora necesita trabajar más tiempo y aumentar su potencia de funcionamiento, lo que se traduce en un mayor consumo de electricidad.

Este electrodoméstico funciona expulsando aire húmedo y sustituyéndolo por aire caliente. Si el filtro de pelusas está obstruido, la humedad no se evacua correctamente y la secadora detecta que la ropa sigue mojada, por lo que prolonga el tiempo secado. Esto implica ciclos más largos y, con frecuencia, un sobrecalentamiento interno que puede acortar su vida útil.

¡No cometas este error con la secadora!

Limpiar el filtro de la secadora es una de las tareas más importantes y, al mismo tiempo, más sencillas de realizar. Además del gasto energético, un filtro sucio puede provocar sobrecalentamiento, reducir la vida útil del electrodoméstico e incluso aumentar el riesgo de averías, ya que el motor y las resistencias funcionan bajo mayor esfuerzo. Mantener el filtro limpio también mejora la eficiencia del secado, evita que la ropa salga húmeda o con olor a cerrado y garantiza un uso más seguro. Los pasos a seguir son muy simples:

  1. Lo primero es abrir la puerta de la secadora y localizar el filtro, que normalmente se encuentra en la parte inferior del marco o justo dentro del tambor.
  2. Una vez identificado, se extrae tirando con suavidad. Al abrir el filtro, verás una capa de pelusas que se han desprendido durante el secado. Debes retirarlas con la mano o con un paño seco, asegurándote de que no queden restos en las esquinas.
  3. Si la malla está muy sucia o tiene restos adheridos, puedes pasarle un cepillo suave o enjuagarla bajo el grifo con agua tibia, pero únicamente cuando el fabricante lo permita.
  4. Después, es fundamental dejarlo secar por completo antes de volver a colocarlo, para evitar que la humedad se transfiera al interior del aparato.
  5. También conviene revisar que no haya pelusas acumuladas en el hueco donde se inserta el filtro. Un pequeño aspirador de mano puede facilitar esta tarea.
  6. Una vez todo está limpio y seco, vuelve a montar el filtro en su posición original y cierra la secadora.

Otros errores a evitar

Por otro lado, la elección del programa adecuado es esencial. Las secadoras modernas incorporan sensores de humedad y programas específicos para algodón, tejidos sintéticos, toallas o prendas delicadas. Elegir el programa correcto permite que el electrodoméstico detecte con mayor precisión cuándo la ropa está realmente seca y acorte el ciclo automáticamente.

Las cargas demasiado grandes también aumentan el consumo. Llenar la secadora hasta el límite del tambor parece una buena idea para ahorrar tiempo, pero en la práctica provoca el efecto contrario. Cuando hay demasiada ropa en el interior, el aire caliente no circula bien y la humedad no se expulsa de manera uniforme, lo que provoca que la secadora alargue el ciclo. Lo ideal es llenar el tambor, pero sin comprimir la ropa.

Otro error habitual es introducir prendas demasiado mojadas, casi chorreando. La secadora está diseñada para eliminar humedad residual, no para sustituir a la lavadora en el centrifugado. Una buena práctica es utilizar el centrifugado más potente que permita la lavadora, teniendo siempre en cuenta la delicadeza de los tejidos.

También es importante revisar la ubicación de la secadora y la ventilación del espacio donde se encuentra. En modelos de evacuación o condensación tradicionales, la acumulación de humedad en la habitación puede dificultar el rendimiento. Si el aire que rodea a la secadora está demasiado húmedo o caliente, el aparato consumirá más energía. Un espacio bien ventilado favorece que la máquina trabaje con mayor eficiencia.

El uso de pelotas de secado, ya sean de lana, goma o silicona, también puede marcar una gran diferencia. Estas pelotas reducen la electricidad estática, evitan que la ropa se apelmace y ayudan a separar las prendas, permitiendo que el aire circule mejor. Gracias a ello, los ciclos pueden acortarse de manera natural, reduciendo el consumo.

En definitiva, aunque la secadora es un electrodoméstico que facilita enormemente el día a día, su rendimiento depende en gran medida del uso que se le dé. El error más habitual (no limpiar el filtro de pelusas) es también el más fácil de solucionar: basta con dedicar 10 segundos al final de cada ciclo para retirar las pelusas acumuladas. Éste simple gesto, junto con otros hábitos sencillos como no sobrecargar el tambor, elegir el programa adecuado, mejorar la ventilación y revisar periódicamente el condensador, puede reducir el consumo eléctrico y prolongar la vida útil del electrodoméstico.

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