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Desde que mi fontanero me contó esto mi lavabo no se ha vuelto a atascar: es infalible

lavabo baño
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

El atasco del lavabo del baño es uno de los problemas más habituales que se dan en el hogar. Por mucho que nos esforcemos en su limpieza, los pelos y restos de jabón y productos de higiene personal, al mezclarse con la cal del agua, terminan formando un tapón que bloquea el paso del agua. Es fácil darse cuenta de la obstrucción, ya que el agua tarda más en colarse por el desagüe. Si no le prestamos atención, el atasco irá a más, y el agua terminará acumulándose en el lavabo, hasta que llegue un momento en el que no trague porque la obstrucción se ha hecho total.

Siempre tenemos la opción de llamar a un fontanero profesional, pero hay pequeños gestos que cualquiera de nosotros podemos poner en práctica antes de que el problema empeore. Uno de estos métodos sencillos lo utilizan los propios fontaneros en su día a día, y consiste en utilizar correctamente el desatascador de ventosa. Los expertos señalan que hay un detalle que se suele pasar por alto: el rebosadero.

¿Cómo desatascador el lavabo?

El rebosadero es esa pequeña abertura que tienen la mayoría de lavabos para evitar que se desborden cuando se llenan de agua. Por lo tanto, cumple una función muy importante. Sin embargo, al utilizar el desatascador se convierte en una vía de escape de la presión que debería concentrarse en el desagüe principal.

Teniendo esto en cuenta, si no se tapa el rebosadero, buena parte del esfuerzo se pierde, y no se soluciona el atasco. Por ello, antes de comenzar el proceso, los fontaneros recomiendan cubrirlo cinta adhesiva resistente, de tal manera que no quede ninguna rendija por donde pueda escaparse el aire. De esta manera, toda la fuerza del desatascador se dirige hacia el tapón.

  1. Lo primero es preparar el lavabo, retirando cualquier resto visible que haya en la superficie, como residuos de pasta de dientes o pelos. Si hay acumulación de agua porque el desagüe no traga, se puede dejar un poco, ya que va a ayudar a generar la presión necesaria.
  2. A continuación, se seca bien la zona del rebosadero y se cubre con cinta adhesiva. Es fundamental asegurarse de que quede completamente sellado.
  3. El siguiente paso consiste en echar un poco de agua caliente en el lavabo. No se trata de llenarlo hasta arriba, sino de añadir el agua suficiente para que el desatascador cumpla su función y, de esta manera, disolver la suciedad acumulada.
  4. Ahora llega la parte más importante: colocar el desatascador. Para ello, hay que colocar
  5. Con firmeza, realizar movimientos rítmicos hacia arriba y hacia abajo durante varios minutos. El objetivo es generar succión y presión alternas que desplacen el tapón.
  6. Si se ha hecho bien, se escuchará un sonido de gorgoteo en la tubería y el agua comenzará a fluir con mayor rapidez.

A veces, el desatascador no logra eliminar por completo el problema. Esto suele ocurrir cuando el tapón se encuentra más alejado. En este caso, la mejor solución consiste en desmontar el sifón, esa pieza en forma de codo situada bajo el lavabo. El sifón está diseñado para retener el agua y evitar que los malos olores de las tuberías lleguen al baño, así que es el lugar donde se producen la mayoría de obstrucciones.

Prevención: cómo evitar los atascos en el futuro

El lavabo, al ser un elemento de uso diario, acumula residuos que a simple vista parecen inofensivos, pero que poco a poco se convierten en un verdadero problema para las tuberías.

  • Uno de los principales enemigos del lavabo son los pelos. Después de lavarse la cara, peinarse o afeitarse, siempre quedan pequeños restos que, si no se retiran, acaban en el desagüe. Con el tiempo se enredan entre sí y atrapan otros residuos, formando auténticos tapones.
  • Un accesorio tan económico como una rejilla puede convertirse en un gran aliado. Estos filtros se colocan directamente sobre el desagüe y actúan como barrera para que pelos, restos de jabón sólido u otros residuos no entren en la tubería.
  • Para evitar los atascos, basta con verter una olla de agua muy caliente una vez por semana. Este gesto ayuda a disolver grasas y restos de jabón antes de que se solidifiquen.
  • Como complemento a la limpieza semanal, los fontaneros recomiendan una rutina mensual con un refuerzo extra: agua caliente y bicarbonato. El procedimiento es simple: verter medio vaso de bicarbonato en el desagüe y, después, añadir un litro de agua muy caliente. Esta combinación ayuda a desincrustar residuos adheridos y neutraliza los malos olores que en ocasiones suben desde las tuberías.
  • Aunque pueda parecer tentador recurrir a desatascadores químicos comerciales, lo cierto es que no son la mejor opción para el mantenimiento cotidiano. Estos productos suelen contener componentes muy corrosivos que, con el tiempo, deterioran los materiales de las tuberías. Además, representan un riesgo para el medio ambiente.

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