Refranero español

Decimos esta expresión española todos los días, pero nació en el siglo XVI por culpa de una pelea gramatical

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Escritora.
  • Manuel Morera
  • Periodista y fundador del pódcast V9, el programa de F1 más escuchado de España. Universidad de Valencia y Radio 3. Anteriormente en ElDesmarque, Levante TV y Las Provincias.

Los españoles usamos muchísimos refranes sin saber que la gran mayoría de ellos nacieron en el siglo XVI y en el XVII. De hecho, muchos provienen de El Quijote. Sin embargo, una expresión famosísima tiene un origen mucho más complejo y polémico.

Hablamos de la frase poner los puntos sobre las íes. Según Fundéu (Fundación del Español Urgente), sus orígenes están vinculados con un cambio en las normas de ortografía del español.

Sabes perfectamente que esta frase se usa para precisar algo o hablar sin rodeos, pero lo que muy pocos conocen es que nació entre discusiones, imprentas y errores de escritura.

La expresión española que nació en una polémica gramatical del siglo XVI

Poner los puntos sobre las íes significa aclarar algo con firmeza, puntualizar algo o hablar sin rodeos y a veces hasta con un poco de crudeza. Por ello, usamos esta expresión para zanjar un debate, finalizar una discusión o dejar todo bien claro.

Aun así, su origen es mucho más curioso de lo que podrías imaginar, ya que hay que remontarse al siglo XVI, cuando la letra i empezó a escribirse con ese puntito tan reconocible arriba.

Durante siglos la letra i no se escribió con un punto arriba en español, pero con la llegada de los caracteres góticos y la proliferación de la imprenta obligó a que cambiase el hábito.

La nueva tipografía provocaba que la letra i, especialmente cuando aparecían dos seguidas, se confundiera con la letra u. Por ello, se empezó a acentuar con pequeñas rayas o tildes para distinguirlas.

A muchos la nueva norma les pareció innecesaria y molesta, por lo que rechazaron su uso. De ahí nació la expresión: del gesto casi obsesivo de quienes se empeñaban en diferenciar ambas vocales a toda costa.

Es decir, era un ejemplo claro para señalar a las personas excesivamente meticulosas. Curiosamente, hoy ser alguien que pone los puntos sobre las íes podría considerarse como un halago por su precisión y calidad.

Cuidado: quizás estás usando mal esta expresión y no lo sabes

En la actualidad, esta locución se emplea para dejar las cosas claras, afinar detalles o acabar algo con exactitud.

Por ello, es habitual en el lenguaje periodístico, jurídico o político, cuando alguien quiere dejar claro su punto de vista sin dejar lugar a dudas.

Sin embargo, todavía hay personas que no la utilizan correctamente. Y no tanto por el contexto en el que lo aplican, sino por la manera en que la pronuncian.

El error más frecuente es decir poner los puntos sobre las is en lugar de poner los puntos sobre las íes. Aunque parece un error menos, lo correcto en español es emplear el plural acentuado.

Este desliz es más común en zonas de la Comunidad Valenciana, Islas Baleares y Cataluña, ya que en su idioma la expresión equivalente sí que se forma con is.

Otras expresiones del español que tienen más de 400 años

Gracias a Cervantes conservamos algún refrán del siglo XVI y XVII que de otra manera no conoceríamos. Un buen ejemplo es la verdad adelgaza, pero no quiebra.

Y es que más allá de hacer una burla de las malas novelas de caballería, Miguel de Cervantes aprovechó su propia voz y la de sus personajes para recoger la sabiduría popular española: desde la gastronomía hasta las expresiones.

Aunque todos conocemos la historia de Don Quijote, buscar una frase concreta o leer el libro completo puede ser engorroso. En caso de que quieras ver el refrán La verdad adelgaza, pero no quiebra, deberás ir al inicio del décimo capítulo de la segunda parte.

Comienza de la siguiente manera:

Llegando el autor desta grande historia a contar lo que en este capítulo cuenta, dice que quisiera pasarle en silencio, temeroso de que no había de ser creído, porque las locuras de don Quijote llegaron aquí al término y raya de las mayores que pueden imaginarse, y aun pasaron dos tiros de ballesta más allá de las mayores. Finalmente, aunque con este miedo y recelo, las escribió de la misma manera que él las hizo, sin añadir ni quitar a la historia un átomo de la verdad, sin dársele nada por objeciones que podían ponerle de mentiroso; y tuvo razón, porque la verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira, como el aceite sobre el agua.

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