Los Amantes de Teruel, separados en vida pero no en la muerte
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Una de las historias más recurrentes de la Edad Media española es aquella que habla de los conocidos como Amantes de Teruel. Una vivencia legendaria que nos sitúa en el siglo XVIII y que ha sido comparada en muchas ocasiones con la historia de amor entre Romeo y Julieta.
La historia, que ha sido contada a lo largo de la historia, cuenta con su propia fundación y mausoleo donde se encuentran enterrados los dos protagonistas de una de las historias de amor más emblemáticas de nuestro país.
¿Quiénes fueron los Amantes de Teruel?
La leyenda de los amantes cuenta que fueron dos jóvenes turolenses los que pasaron a ser los amantes más famosos. Isabel de Segura y Juan Martínez de Marcilla, conocido también como Diego de Marcilla, se prometieron amor eterno y fueron enterrados juntos después de sufrir algunas calamidades.
Cuanta la historia que la bella Isabel de Segura, hija de un mercader de Teruel, se enamoró profundamente del honrado Diego de Marcilla, cuando se encontraron por primera vez en el mercado. Su amor era muy profundo, pero Marcilla era pobre y no poseía riquezas, por lo que el padre de Isabel jamás dejaría que se casara con ella.
Diego pidió a Isabel que lo esperara cinco años en los que se preocuparía por encontrar dinero para poder casarse con ella. El padre de Isabel accedió, con la condición que ese dinero sirviese para recuperar la fortuna perdida de la familia.
Pero el padre de Isabel no pudo esperar los cinco años y, cuando su hija cumplió 20, la prometió en matrimonio con el Señor de Albarracín, Pedro de Azagra. Isabel, ante las pocas noticias que recibió durante años de su prometido, accedió a casarse con Azagra, con el pensamiento de que su amante Diego había muerto en el frente.
La traición de Isabel
Según describe la leyenda de los Amantes de Teruel, el día de la boda entre Isabel y Pedro Azagra, Diego Marcilla regresaba inesperadamente de la guerra. Con grandes fortunas, después de sufrir varias calamidades y heridas, combatir contra los musulmanes y hacerse grande en el frente, Marcilla volvió a Teruel para casarse con Isabel y descubrió a las puertas de la ciudad, que su prometida ya se casaba con otro.
Lleno de ira, sin ser visto se presentó en los aposentos de Isabel para pedir explicaciones, muy dolido con ella por no esperar su regreso. Después de los reproches y de que Isabel le pidiera que se marchara, Diego rogó un último beso de su amada. Al ser denegado, Diego murió fulminantemente. Según la leyenda, el amante murió de amor.
Ante tal terrible suceso, Isabel corrió a explicar la situación a su marido y rápidamente llevaron el cuerpo ante la presencia del padre de Isabel. Al día siguiente, el entierro de Diego se llevó a cabo, pero las desgracias de la familia no terminarían aquí.
Cuando el entierro se celebró, según las crónicas en 1217, siendo juez de Teruel Domingo Celada, Isabel se presentó ante la tumba de su amado vestida de novia. La joven, totalmente aturdida por lo ocurrido, regaló el beso que le negó a su verdadero amante como símbolo de buena voluntad.
Después de este beso, Isabel cayó desplomada y murió en el acto. Cuenta la leyenda de los Amantes de Teruel, que fue Pedro Azagra, el marido de Isabel, el que contó la historia de amor entre los amantes y pidió que fueran enterrados juntos para toda la eternidad.
Los amantes encontrados
A lo largo de la historia se ha realizado muchas labores de investigación para saber qué hay de cierto en la leyenda de los Amantes de Teruel y qué es parte de la ficción. En el año 1553, durante las obras de la capilla de San Cosme y San Damián de la Iglesia de San Pedro, aparecieron dos cadáveres momificados. Junto a estos, un documento contaba la historia de estos amantes.
Pocos años después fueron enterrados de nuevo juntos en el mismo lugar, pero nunca se ha llegado a saber el origen real de ese manuscrito ni de la historia.
Según algunos historiadores como Fernando López Rajadel, la historia de los Amantes de Teruel pertenece a un códice que se conserva en la Biblioteca de Cataluña. Según este, las hojas originales fueron arrancadas, pero gracias al secretario de la época, Yagüe de Salas, se pudieron transcribir para su conservación en el siglo XVII.
El historiador es especialista en la Edad Media de Teruel, y desde hace años cree que las momias encontradas son en realidad madre e hijo, y se trataría de unos antepasados de los propios dueños de la capilla. El historiador matiza que los resultados realizados con carbono 14 a los protagonistas, demuestran que son hombre y mujer, pero existen indicios para creer que la mujer fue madre en algún momento de su vida, por lo que no podría ser Isabel.
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