Curiosidades de la Edad Media que te sorprenderán
La falta de higiene o la creencia en la brujería marcaron la Edad Media de forma muy "curiosa".
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La Edad Media fue un periodo que abarcó desde la caída del Imperio Romano en 476 hasta el final de Constantinopla en 1453 por lo que fue un periodo de la historia muy largo marcado por algunas costumbres que a día de hoy resultan sorprendentes. Conozcamos a continuación alguna de las curiosidades de la Edad Media que te sorprenderán.
Curiosidades de la Edad Media que te sorprenderán
La falta de higiene, la brujería, la creencia en la música satánica o la imposición del silencio en las iglesias son solo algunos de los datos curiosos que tiene la Edad Medio tal y como os detallamos a continuación.
Baño una vez al año
En la época actual estamos acostumbrados a ducharnos a diario, pero en la Edad Media la falta de higiene era más que evidente y de hecho, la costumbre era que la gente solo se bañaba una vez al año. En concreto, el día de su cumpleaños dado que era una fecha especial y se celebraba de esta manera.
Algunas personas sin embargo preferían reservarse su baño anual al mes de mayo, el mes dedicado a las bodas. De este modo se evitaba tener mal olor en el caso de tener que casarse.
Las acusaciones de brujería
La costumbre de perseguir a las consideradas como «brujas» es una de las «costumbres» de la Edad Media que más se conocen y más se han retratado en el cine. Recordemos la existencia de la Santa Inquisición, la institución que fue creada en Francia en el año 1184 y que se extendió a varios países de Europa y América hasta 1808 cuando fue abolida por Napoleón Bonaparte en España, último país en practicar esta doctrina en la que se mataba a mujeres acusadas de brujería.
Para guiarse sobre quien era bruja y quien no, se utilizaba el Malleus Maleficarum, también conocido como el «martillo de las brujas». Este abominable texto originario de Alemania describía todo tipo de torturas, que debían ser practicadas sobre aquellas mujeres que practicaban la brujería.
Incluso llegó a existir la Pontificia Inquisición, creada en 1231 por el Papa Gregorio IX, en la que eran los obispos quienes perseguían a herejes y brujas.
No está permitido reírse en las iglesias
Durante la Edad Media, la religiosidad se tomaba muy en serio, hasta el punto de que la risa estaba prohibida en todos los lugares religiosos. La razón de este veto tiene como origen la creencia de un origen malévolo e incluso diabólico en la risa humana.
El origen de esta controvertida teoría radica en la falta de risa de Cristo en las Sagradas Escrituras. Además, el sentido del humor se asoció con el comportamiento libertino, los malos hábitos y otros comportamientos inapropiados para eventos religiosos. El propósito último de esta restricción era mostrar la mayor seriedad posible durante la estadía en los templos religiosos, como una demostración de respeto y temor de Dios.
Música demoniaca
La creencia de conectar la música con entidades infernales proviene de la Edad Media, ya que según los textos antiguos, existía un intervalo musical llamado tritono cuyo sonido parecía provenir del mismo infierno. Las sanciones por usar estas notas musicales iban desde altos impuestos que debían pagarse a la corona, hasta prisión.
Esto fue motivado por el sonido disruptivo que tenían las notas «SI-FA-SI» y la dificultad que presentaban a la hora de hacerlas cantar. La falta de simetría en estas notas se consideraba una invocación que atraía presencias demoníacas.
Los dientes perforados proporcionaron fuerza.
Durante la Edad Media muchos hombres solían hacerse agujeros en los dientes, pues creían que esta técnica les otorgaba mayor fuerza que la que posee la naturaleza.
Pero eso no es todo, ya que la pasta de dientes recomendada no era ni más ni menos que orina. Se creía que estas secreciones corporales proporcionaban la protección necesaria contra todas las infecciones bucales, según las tradiciones de la época.
Y mucho más sorprendente es conocer sobre las técnicas de extracción de dientes y molares de la época que corrían a cargo de los barberos. Evidentemente, las grandes pinzas utilizadas para este fin no tenían una higiene adecuada; y en algunos casos acabaron contagiando infecciones de las encías, que habitualmente se curaban bebiendo vino.
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