La constante reinvención arquitectónica de Berlín
Hoy, Berlín es el centro político, económico y cultural de Alemania y, por extensión, una de las referencias de Europa. Enmarcado en la colección de libros de grandes ciudades de ACS, Miguel Aguiló ha publicado recientemente el último sobre la capital alemana.
Berlín ha experimentado una constante evolución a raíz de cada momento histórico concreto. El fascismo, la Segunda Guerra Mundial, la división que generó la construcción del Muro y la posterior reunificación tras su caída en 1989 han convertido a Berlín en la ciudad europea más proteica en cuanto a cultura arquitectónica se refiere.
Alemania lleva tiempo rebajando esos contrastes que generó el levantamiento del Muro. De hecho, son los propios ciudadanos del Oeste los que han financiado la reconstrucción de la Alemania del Este (más pobre a raíz de su etapa comunista) con el llamado Impuesto de Solidaridad, que supone alrededor de un 5% del Impuesto sobre la Renta. Así, la primera economía europea se ha convertido en un ejemplo de integración urbanística.
La obra pertenece a la colección de libros de grandes ciudades de ACS
Metro y ferrocarril: un ejemplo
Entre las ventajas de visitar Berlín se encuentra su excelente sistema de transporte público, que combina metro, tren suburbano, autobús y tranvía para poder llegar a todos los puntos de interés de forma cómoda, segura y asequible. Aguiló destaca en su libro que «en Berlín hay una buena cantidad de soluciones ingenieriles, el metro y el ferrocarril son espléndidos y los edificios se incrustan en lugares concretos para dar coherencia a la ciudad».
Son muchos los monumentos, edificios y lugares que visitar en la capital alemana. Desde el Reichstag (sede del Parlamento) con la polémica y simbólica cúpula diseñada por Norman Foster hasta la Neue Nationalgalerie, la primera y última obra del maestro de la arquitectura Mies Van der Rohe en Berlín. Sin olvidar tampoco el Altes Museum de Schinkel y la Isla de los Museos, que desde 1999 es Patrimonio de la Humanidad.
La lista es larga, pero uno no puede pasar por la capital germana sin pasear por la Plaza de París o sin contemplar la puerta de Brandenburgo. El DZ Bank de Frank Gehry, la Academia de las Artes de Günther Behnisch o el Memorial del Holocausto de Peter Eisenmann son lugares de obligada visita.
Berlín también es famosa por su street art, y es que allá donde vayamos nos encontramos con muros y edificios llenos de grafitis y pintadas callejeras. Una ciudad viva que nunca ha dejado de estar en constante renovación y que hay que visitar varias veces para apreciar todos sus matices.
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