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Carla Montero: «La belleza de la mujer es un activo complicado de gestionar»

Carla Montero publica una novela ambientada en la II Guerra Mundial y donde relata el expolio del vino francés por el régimen nazi

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Carla Montero Libro
Carla Montero, escritora. @Cortesía
María Villardón

Escritora. Carla Montero (Madrid, 1973) es la autora de El viñedo de la luna, su octava libro histórico. En este caso, el escenario es la II Guerra Mundial y el expolio de las bodegas de Francia durante la ocupación nazi, aunque haciendo un revisionismo de esa resistencia que han vendido los franceses. «La mayor parte de los bodegueros franceses fueron colaboracionistas con el régimen nazi, aunque el relato construído por el Gobierno francés diga lo contrario», detalla.

Un relato histórico ameno y bien documentado, protagonizado por Aldara, una española con mucho brío y mucho garbo para los hombres que se pone al frente de una bodega en Borgoña. Un atractivo que le abre puertas deseadas y no deseadas, y es que la belleza de la mujer, comenta la autora, «es un activo complicado de manejar y hay que ser muy hábil para que salga bien».

En la novela retratas el saqueo de las bodegas francesas por parte de los nazis, pero lo que desvelas es que se hizo con el beneplácito de los bodegueros galos. No hubo tanta resistencia como siempre ha defendido Francia y se está llevando a cabo un revisionismo histórico sobre el tema que no sé si gustará mucho a los franceses. 

Así es. Esta novela se desarrolla en Borgoña. Este expolio, que se dio también con las obras de arte, aunque éste es más conocido, me resultó muy atractivo cuando lo descubrí. El mundo del vino está cargado de historias y más en Francia, que es casi una cuestión de Estado. A pesar de todo, este episodio está poco tratado y tienen motivos comprensibles. En Francia, todo lo que tiene que ver con la II Guerra Mundial es muy espinoso, ya que lo que se ha construido a lo largo de las décadas ha sido un relato muy afín a la resistencia, algo que luego con el tiempo se ha ido cayendo porque la resistencia no era como nos habían hecho creer.

Y es que el vino en Francia es importantísimo, la esencia de una nación, y eso los alemanes lo sabían, llevaban muchos años comerciando con los franceses y cuando ocupan Francia. Por eso, el vino se convierte en un objeto de deseo más. Al igual que el arte, el vino despertó el interés de los nazis, pero en este caso con una peculiaridad diferente al arte, y es que este expolio del vino fue consentido por los propios bodegueros franceses y estuvo fomentado por el Gobierno de Vichy. Es un expolio que, además, los nazis disfrazan de compras de vino, aunque lo que hacen es un construir un sistema perverso porque pagan los vinos con dinero francés. Los alemanes ocupan Francia, firman el armisticio, y cobran al Gobierno francés una cantidad de cuatro millones de francos diarios para administrar el país ocupado.

Bueno, al final todo hacía presagiar que Alemania ganaría la guerra. 

Eso es, todo debemos mirarlo con perspectiva. Debemos tener en cuenta que Francia tiene las bodegas llenas de vino porque venían de un periodo donde no habían vendido o exportado, sobre todo a EEUU; de la I Guerra Mundial que deja los viñedos destrozados; del Crack del 29 y una crisis económica internacional; y de una II Guerra Mundial. Por tanto, los viticultores y bodegueros ven la venta a los nazis como una salida fácil para sus dificultades económicas. A lo largo de los años de ocupación, claro, los bodegueros franceses se hicieron inmensamente ricos.

Como digo, todas estas particularidades hacen que el relato de la resistencia se esté revisando. Lo que nos han vendido  es que Francia estuvo unida para luchar contra los nazis, incluso es un relato que se vende desde el propio Gobierno. Todos tenemos la idea de que los franceses cogieron todos juntos su fusil y salieron a la calle a matar nazis, y no fue así. La resistencia fue un fenómeno aislado en los primeros años y, además, provenía de colectivos más oprimidos, como los comunistas o los españoles que estaban en Francia, por ejemplo. Los franceses están ahí e intentan seguir adelante, como dices nada hacía presagiar que Alemania perdería la guerra. Los alemanes parecía que estaban allí para quedarse, así que más valía llevarse bien con ellos. Incluso el mundo del vino estaba agradecido al mariscal Pétain, ya que pensaban que les había salvado de acabar arrasados como Polonia.

Es cierto que les escondían los vinos a los nazis, pero no para dejarlos ahí en sus bodegas, sino para sacarlos al mercado negro. Seguro que hubo bodegueros adheridos a la resistencia, pero debieron ser casos aislados o anécdotas magnificadas. Y esto es algo que la historiografía reciente está empezando a demostrar. De modo que, podemos decir, que el mundo del vino fue tremendamente colaboracionista.

Los pocos bodegueros que se resistían a vender vino a los nazis están representados en la novela en la figura de Auguste, el marqués bodeguero, no hay duda. Ni un litro de vino para los nazis. Mientras que su hijo, Romain, decide subirse a la ola alemana. Los dos extremos. 

A través de ellos cuento las diferentes facetas de las personas que vivían en la Francia ocupada. El marqués, Auguste, encarna un personaje de la resistencia del mundo del vino, aunque como decimos no hubo demasiados. Sí hubo un caso, el de Maurice Drouhin, un vinicultor y administrador de los Hospicios de Beaune de Borgoña muy importante de aquel momento, que estuvo, incluso, detenido por la Gestapo, aunque gracias a una intervención cercana al Führer le liberaron; pero más tarde le volvieron a perseguir y se escondió en esos Hospicios, donde le escondieron las monjas. Pero, en general, todos fueron como Romain, aunque en este caso el personaje entraña lo peor y llevado al extremo. En general, la gente se movía en un terreno intermedio y, como digo, lo que querían es sobrevivir.

La protagonista es mujer y española: Aldara. Mujer de orígenes humildes que llega a un chateau aristocrático. ¿Hay enfrentamiento de clases en ello?

Auguste, el marqués y de buena familia, encarna a un hombre de valores y de principios, y de entrada, sospecha que Aldara se ha casado con su hijo Octave de tapadillo y de manera precipitada, y esconde algo. Es una mujer desconocida y de un entorno que no es el suyo. Así que su primera reacción es estar de uñas con ella, y aunque no tiene nada personal en su contra, no era el matrimonio que tenía pensado para su primogénito. Al ir conociéndola y ver cómo era de leal a su marido, termina apreciando a su nuera.

Una nuera, según describes, no sé si muy guapa, pero sí muy atractiva para los hombres. Eso deja en evidencia, además, lo complicado que es ser una mujer guapa, atractiva e inteligente en un espacio de hombres.

En un mundo de hombres y, además, en un mundo en un contexto bélico. Dejo ver que todavía puede ser mucho peor para las mujeres. En este caso, Aldara es atractiva por su forma de ser, ya que hay quien puede pensar que una cicatriz enorme en la cara no te puede hacer guapa. La vida que ha tenido le hace ser fuerte, valiente y obstinada, algo que es muy atractivo para todos los que la rodean. Y esto, en un mundo de hombres, suele ser una complicación. De todos modos, hay mujeres que a lo largo de la historia han usado la baza de su atractivo y han hecho de ello una ventaja.

La belleza es un arma interesante para las mujeres y es verdad, pero hay que tener mucho tiento en usarla en la justa medida para no despertar acciones que traigan problemas. 

Bueno, claro, es que la belleza de la mujer es un activo complicado de manejar. Hay que ser muy hábil para que salga bien, te puede abrir puertas, pero también algunas que no deseas y que hubieras preferido mantener cerradas.

En la resistencia francesa, ¿cómo eran las mujeres? 

Sin duda, su papel fue mucho más importante de lo que nos han dicho. De todos modos, en el revisionismo actual que se hace del periodo, también se está dando su lugar a la mujer en todo el contexto de la II Guerra Mundial. Si pensamos en resistentes, lo normal es pensar en hombres con fusil, pero no en mujeres, y ellas tuvieron su papel en la lucha armada y también en la política.

Han sido un poco olvidadas, pero también te das cuenta de que a las mujeres no nos gusta contar batallitas, como sí les pasa a los hombres. Por ejemplo, en la novela El medallón de fuego, hablaba de mujeres del Ejército Rojo que lucharon en primera línea del frente en la II Guerra Mundial, condujeron tanques o fueron francotiradoras. Es decir, al mismo nivel de los hombres, pero cuando terminaba la guerra, ellas ya no hablaban más de ello. A los hombres, sin embargo, les gusta presumir.

Hay un libro muy interesante de Svetlana Alexievich, La guerra no tiene rostro de mujer, que habla de estas mujeres soldado en el Ejército Rojo y lo primero que te dice es que le costó escribir el libro porque a las mujeres no les gustaba mucho hablar de su experiencia en la guerra. Si esto lo trasladamos a la participación de las mujeres en la resistencia, pasa un poco lo mismo.

¿Y las mujeres españolas en la resistencia?

En el caso de las mujeres españolas, se ha tratado muy poco su trabajo en la resistencia. Primero por intereses políticos, a Franco no le interesaba hablar de ello y al Gobierno francés, tampoco. Éste, además, nunca reconoce que los primeros movimientos resistentes vinieron de la mano de los españoles que estaban exiliados en Francia. No les suponía mucho sumarse a la lucha contra los nazis, ya habían perdido una guerra y esta resistencia era una forma de seguir luchando contra su enemigo. Quizá pensaban que si algo cambiaba en Francia, también lo haría en España.

De hecho, no fue hasta 2014 que el Gobierno de Francia reconoce que fueron los españoles los que integraban la División Leclerc, los primeros que entran en en el París ocupado para liberarlo. Pues así con todo. Hubo muchísimas mujeres españolas que combatieron en la resistencia francesa al mismo nivel que sus compañeros hombres: hacían de correo, atendían a los heridos, algunas incluso participaron en acciones armadas, fueron arrestadas por la Gestapo, interrogadas, trasladadas a campos de concentración, ejecutadas, etc. Por tanto, lucharon y padecieron al mismo nivel que los hombres.

El caso de las mujeres rusas, además, cuando termina la guerra y regresan a casa, a sus vidas, la opinión de la sociedad, incluso de otras mujeres, es que su papel en la guerra ha sido de prostitutas, de putas o mujeres fáciles, porque han estado rodeadas de hombres en las trincheras. ‘¿Qué es lo que habrán hecho?’, les decían los demás. Es decir, no se valora su participación ni por los hombres ni por las mujeres. Muchas de ellas también eran esposas de guerra.

¿Qué son esposas de guerra?

Los mandos que estaban en el frente tenían esposas de guerra, varias, de hecho, aunque nunca se casaban. Era una oportunidad para las mujeres que estaban luchando para poder contar con la protección de un oficial y así evitar que el resto de hombres intentaran abusar de ellas. Por eso, muchas veces se averguenzan de determinadas cosas que se han visto obligadas a hacer, no se enorgullecen. Y con respecto a los hombres, en la mente masculina de hace 80 años lo que imperaba es que las mujeres eran un objeto sexual.

Retratas en El viñedo de la luna también a esa gente que se va a la guerra, regresa siendo alguien diferente. Iban jóvenes sanos y regresaban jóvenes lisiados mental y físicamente. Y muchos de ellos, si no la gran mayoría, con una fuerte afición a la bebida. 

Brutal, la bebida y las drogas corrían como la pólvora, y era una forma de evadirse. Esto también conecta con el mundo del vino francés, los alemanes compran masivamente vino corriente, peleón, digamos, para distribuirlo entre las tropas y mantener elevada la moral. Era algo que se fomentaba desde los propios mandos militares. También se distribuían anfetaminas entre las tropas nazis. De hecho, formaban parte de la dotación ordinaria de los soldados para mantenerlos activos durante horas sin descanso.

@MaríaVillardón

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