Benidorm, calidad turística para el Mediterráneo
Benidorm es una ciudad que está lista para vivirse las 24 horas del día, los 365 días del año. Es cosmopolita, divertida y colorida, repleta de lugares y de planes para hacernos felices. Una ciudad capaz de transformarse y reinventarse gracias a su idiosincrasia, acogedora, repleta de matices, capaz de enamorar a cualquier tipo de viajero.
Tiene un microclima que la convierte en el lugar perfecto para pasar las vacaciones o una escapada de algunos días. Su orientación sur recibe unos 320 días soleados al año, un baño de temperaturas suaves y agradables. Lo que la convierte en una ciudad que nos permite disfrutar tanto de sus calles como de los paisajes de playa y calas, las actividades al aire libre y su entorno natural, con varios Parques Naturales, por los que oxigenarse, sin que tengamos que estar pendientes de la estación del año en que nos encontremos.
Además, Benidorm tiene uno de los mejores litorales de la Costa Blanca, que se pega al mar Mediterráneo a través de sus conocidas playas de Levante y Poniente. Y un cielo azul y limpio, por el que se deja ver, imponente, su skyline, el más emblemático y reconocible de nuestro país. Y, por supuesto, una magnífica oferta en hoteles, animados restaurantes, terrazas inacabables, locales de ocio y todo tipo de establecimientos para el shopping.
‘Benidorm, una ciudad infinita’: mucho más que un eslogan
La marca de ese destino cargado de sorpresas y calidez lo podemos encontrar en sus playas de arena fina y doradas y en sus calas de arena y roca, cuidadas todo el año. En su extremo norte, aparecen dos nombres imprescindibles: la cala del Tio Ximo y la cala Almadrava. No hay más que imaginar aguas trasparentes, limpias, ideales para la práctica del esnórquel y para quienes prefieren darse un baño en solitario.
De aquí saltamos al paseo marítimo, epicentro del divertido bullicio de Benidorm. En él se halla la popular playa de Levante, con todos los servicios y una animación de lo más colorida en cualquier momento del año. Algo más al sur del puerto, la playa de Poniente. Ambas compiten en belleza y reciben las caricias del sol hasta el final de cada tarde. Otro enclave que no podemos perdernos es la cala de Mal Pas, que tiene por vecina, justo enfrente, a la fotogénica isla de Benidorm.
Un skyline impresionante
¿Y qué decir de Benidorm como concepto urbano? Lo primero es que los expertos en urbanismo alaban su modelo vertical de urbanización. Desde mediados del siglo pasado ha crecido a lo alto y ha florecido su impresionante skyline, convirtiéndose en la tercera ciudad en concentración de edificios altos en Europa. Esta apuesta por el crecimiento turístico sostenible ha llevado a Benidorm a encontrar el equilibrio entre el crecimiento de la urbe y su entorno natural. Además, no hay más que estar atentos durante los paseos para percibir el respeto hacia las playas y los parques naturales. El diseño de la ciudad, que mezcla las áreas residenciales con tiendas y servicios, es perfecto para caminantes y ciclistas, ya que las distancias son cortas. Y dar un paseo por Benidorm, sin rumbo fijo, es una delicia.
De mar y montaña
Un aspecto menos conocido es su idilio con las sierras que la circundan. Y no por ello son menos apetecibles de conocer. La Serra Gelada y el descomunal Puig Campana, que se elevan a espaldas de la ciudad para protegerla del viento y de la lluvia, nos esperan con su belleza a prueba de exigencias.
El Parque Natural de La Serra Gelada contiene 5.564 hectáreas, de las cuales 4.920 son en medio marino. Esto no significa otra cosa que la de encontrarnos ante unos parajes desde los que admirar los acantilados y las diversas fracturas montañosas, como las fallas de la Punta de l’Escaleta y la Punta de l’Albir. Combinar mar y montaña nunca fue tan fácil, con acantilados de 300 metros. En cuanto al emblemático pico del Puig Campana, de más de 1.400 metros de altura, pocas cimas ofrecen unas vistas del Mediterráneo como estas. Por ambas formaciones discurren senderos y travesías que nos permitirán descubrir un Benidorm indómito y natural.
Arroces y tapas al aire libre
En cualquier momento y circunstancia, lo que no hay que perderse tampoco es la cocina de Benidorm. Más mediterránea imposible. Por tradición. Por platos basados en productos frescos del mar y de la huerta. Por las tradiciones culinarias heredadas de los árabes y de los marinos mercantes y de los pescadores. Arroces y arroces, sin parar. Tapas y terrazas al aire libre. Y sus jornadas gastronómicas para conocer su recetario autóctono a fondo. Otro punto más que apuntala la infinitud de Benidorm.
Y para acabar, hay que decir que esta ciudad inagotable también puede ser observada desde la playa de Levante a través de la webcam turística. Una excusa perfecta para asomarte a este rincón encantador de la Costa Blanca y llenarte de su belleza inagotable desde cualquier punto y a la hora que sea.
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