EDUCACIÓN

Así ‘cuidan’ Puig y Marzà un centro educativo del Castellón rural: goteras y techos desprendidos

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Ignacio Martínez

Goteras, techos desprendidos, cubos para que el agua no se derrame por las escaleras: es el Aulario del Colegio Rural Agrupado de Peña Escabia, en la pequeña localidad de Bejís, en la provincia de Castellón. Un municipio de 390 habitantes. Allí, cada vez que llueve, el pánico se apodera de las familias de los cerca de 20 menores de entre 2 y 12 años que acuden a las clases en esta infraestructura. El miedo les invade desde que hace unos años se viniera abajo parte del falso techo también por las precipitaciones. Sin embargo, para la Consejería de Educación valenciana que dirige Vicent Marzà (Compromís) el centro es apto para dar clase.

Un Colegio Rural Agrupado es un centro educativo constituido por un pequeño grupo escuelas rurales. El que nos ocupa es el de Peña Escabia, constituido a su vez por aularios de 5 municipios: Bejís, Barracas, El Toro, Teresa y Torás. Todos dependen de la Consejería de Educación del Gobierno valenciano que preside el socialista Ximo  Puig y cuyo consejero de Educación es el nacionalista Vicent Marzà (Compromís).

Las imágenes del vídeo que acompaña esta información están tomadas el pasado marzo. Han puesto en alerta a quienes las han visto. El centro educativo al que corresponden, con un aspecto tercermundista y asolado por las goteras, es el Aulario de Bejís. Allí, reciben sus primeras enseñanzas en torno a 20 niños de edades entre los 2 y los 12 años.

Como se puede ver en el vídeo, una fila de cubos escalonados recogen el agua que se filtra por el techo de la escalera que da acceso a la planta baja. Cuando la cámara enfoca a ese techo, causa impacto observar las entrañas de la cubierta: el falso techo se ha desprendido. Pero la cámara continúa su recorrido hacia las plantas superiores. Y se observa un agujero aun más grande en el techo del citado centro educativo. Todo ello, mientras se escucha de fondo el constante sonido del agua al golpear contra el suelo y el fondo de los cubos.

En ese escenario es donde acuden a clase esos casi 20 niños de entre 2 y 12 años. Pero lo más impactante llega cuando la cámara se sitúa ante la puerta de la sala de contadores. El agua cae sin parar y con tal fuerza que hace una continua burbuja en el cubo que hay en el suelo. Unos plásticos tapan las zonas más sensibles y, finalmente, se observa un techo desnudo, al que se ven las entrañas, totalmente repleto de cables.

El centro ya padeció un primer problema en 2013. Entonces, hubo que sellar la pared del patio. Pero lo verdaderamente grave llegó años después. En diciembre de 2019. Fue entonces cuando cayó tanta agua que parte del techo interior no pudo contenerla y se desplomó. El agua, desde entonces, cae a través de las goteras al interior del centro, lo que obligó a las familias a desistir de llevar a los niños al colegio durante unos días, reubicar las clases y habilitar 2 aulas en planta baja.

Pero las lluvias volvieron. Y las angustiadas madres y padres de Peña Escabia, temerosas por la integridad de su hijos, decidieron escribir una carta de queja a la Consejería de Educación de Marzá. Exponían muy claramente lo que ocurría en un documento al que ha tenido acceso OK DIARIO: «En esta situación no se puede seguir», «supone un peligro muy grande llevarlos a clase en esta situación, pues no sabemos si en algún momento puede ceder aún más alguna parte de la talla o incluso el mismo techo».

Reclamaban, además, una explicación a Marzà «de por qué no se ha hecho nada en estos 2 años» y rogaban «encarecidamente» que «tengan en cuenta nuestra petición y aceleren a la mayor brevedad posible todos los trámites pertinentes para que el arreglo del colegio sea lo más rápido posible».

La Consejería envió un inspector, que fue, según confirma una de las madres de los alumnos del centro, en un día soleado, «lo que vio, no tiene que ver con lo que pasa cuando llueve», afirma. La inspección, según esa madre, consideró que el colegio era apto para dar clase.

A día de hoy, la situación es tan desesperada que en función de la intensidad de la lluvia el centro puede llegar a suspender las clases. Hay madres y padres que están estudiando llevarse a los niños del centro al aulario de la vecina Torás porque están hartas de la situación y temen por la integridad de sus hijos. Además, no ven que ni Puig ni Marzà les solucionen nada a este pequeño pueblecito: «Nos sentimos un poco discriminados -apunta una madre-. Entiendo que hay colegios que tal vez estén peor, pero nos ponen al final de la lista y los problemas no se solucionan. Llevamos años así».

 

 

 

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