e Taste: dispositivo simula el sabor en realidad virtual
La inteligencia artificial, la realidad aumentada, todo ello forma parte del avance de la tecnología. ¿Sabes lo que es el e taste?
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Durante años, la realidad virtual ha intentado conquistar nuestros sentidos. Primero nos envolvió con la vista y el oído; luego vinieron los experimentos con el tacto, gracias a guantes hápticos o trajes sensoriales. Pero quedaba una gran pregunta en el aire: ¿y el gusto? Esa sensación tan íntima y compleja parecía imposible de digitalizar… hasta ahora.
Un grupo de investigadores de la Universidad Estatal de Ohio ha presentado e-Taste, un dispositivo capaz de simular sabores dentro de experiencias virtuales. No hablamos de un truco visual ni de un simple efecto psicológico: aquí se reproducen estímulos químicos reales que llegan a nuestra lengua y nos hacen sentir como si estuviéramos probando comida.
¿Cómo funciona este invento?
El proceso es bastante ingenioso y se divide en tres pasos.
Primero, un “sensor-lengua” analiza una muestra de comida o bebida real. Lo que hace es identificar las moléculas que componen los cinco sabores básicos: dulce, ácido, salado, amargo y umami.
Después, esa información se transforma en datos digitales que pueden enviarse de manera inalámbrica a otro dispositivo. Aquí entra en juego la magia de la simulación: el receptor sabe exactamente qué mezcla necesita para replicar el sabor original.
Finalmente, un sistema de microbombas combina diferentes compuestos químicos y genera un pequeño gel que el usuario coloca en la lengua. Ese gel no se traga, pero estimula las papilas gustativas de forma muy convincente. Dicho de otra forma, es como recibir una “muestra fantasma” del alimento, sin calorías ni ingredientes físicos.
Lo más curioso es que este gel puede liberarse en partes específicas de la lengua, lo que abre la puerta a estudios más finos sobre cómo percibimos los sabores en distintas zonas de la boca.
Lo que se ha logrado hasta ahora
Las pruebas iniciales han sido bastante alentadoras. Los voluntarios lograron identificar combinaciones sencillas como limonada o pastel con una precisión cercana al 87 %. También pudieron diferenciar distintos niveles de acidez en un 70 % de los casos.
Claro, las cosas se complican cuando se trata de sabores más elaborados, como el café, la sopa de pescado o el huevo frito. Aquí la precisión baja, porque entran en juego matices que no dependen solo del gusto, sino también del olfato y de la textura. Sin aroma, por ejemplo, el café pierde gran parte de su carácter.
Además, hay sensaciones imposibles de replicar con este método, como el picante (que en realidad no es un sabor, sino una reacción del nervio trigémino) o la untuosidad de la grasa.
¿Y para qué sirve todo esto?
De entrada, es fácil imaginar su impacto en el entretenimiento. Si los videojuegos y las películas en realidad virtual ya resultan envolventes, añadir el gusto podría multiplicar la sensación de inmersión. Imagina participar en un juego de cocina y realmente saborear lo que preparas, o explorar mundos fantásticos donde cada fruto o bebida tiene un sabor único.
Pero las aplicaciones van mucho más allá del ocio. En la educación culinaria, por ejemplo, este tipo de tecnología podría permitir clases a distancia donde los estudiantes prueben recetas sin necesidad de estar físicamente en el mismo lugar que el chef.
También se abre un camino en el terreno de la salud. Personas que han perdido el gusto por enfermedades como COVID persistente o lesiones neurológicas podrían beneficiarse de terapias que reactiven sus papilas gustativas mediante simulaciones químicas controladas.
Incluso el comercio electrónico podría transformarse: ¿te imaginas probar un producto desde casa antes de decidir la compra, sin necesidad de abrir un envase real?
Otros intentos de digitalizar el sabor
e-Taste no es la primera aproximación al gusto virtual. En años recientes hemos visto inventos como el Digital Lollipop de la Universidad Nacional de Singapur, que usaba impulsos eléctricos y variaciones de temperatura para imitar sabores básicos. Otra propuesta, desarrollada en Hong Kong, era una “piruleta digital” que combinaba estímulos eléctricos con aroma, logrando hasta nueve sabores diferentes.
La gran diferencia de e-Taste es que no depende de trucos eléctricos, sino de compuestos químicos reales, lo que hace que la experiencia sea más cercana al sabor original.
Fortalezas y limitaciones
Entre sus puntos fuertes está la posibilidad de ajustar la intensidad del sabor y la facilidad para enviar perfiles gustativos a distancia, casi como si mandaras un archivo adjunto en un correo electrónico… pero en este caso sería una “receta de sabor”.
El lado negativo es que todavía es un aparato incómodo: requiere colocar un dispositivo en la boca, algo que muchos usuarios podrían encontrar poco práctico. Tampoco logra aún reproducir sabores complejos ni texturas, y sin la integración del olfato la experiencia sigue siendo incompleta.
El futuro del gusto digital
Si pensamos a largo plazo, tecnologías como e-Taste pueden redefinir la forma en que nos relacionamos con la comida y con la realidad virtual. Quizás en un futuro no muy lejano, las reuniones virtuales incluyan también la posibilidad de brindar con una copa de vino “virtual”, o de compartir un postre con alguien que está a miles de kilómetros de distancia.
En el campo de la salud pública, podría servir para reducir el consumo de azúcar o sal, ofreciendo la sensación de esos sabores sin que realmente estén presentes en los alimentos.
Conclusión
En el fondo, este invento nos recuerda algo importante: la innovación no solo busca hacernos la vida más práctica, también pretende acercarnos a experiencias que antes parecían inalcanzables. Y si alguna vez soñaste con visitar un mundo virtual donde incluso la comida tiene sabor, parece que ese sueño está más cerca que nunca.
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