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La razón científica detrás de la posibilidad de días de 25 horas en la Tierra

La explicación científica a por qué la Tierra puede tener días de 25 horas
Planeta Tierra.
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
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Actualmente, los días en nuestro planeta tienen una duración de 24 horas, pero técnicamente son de 23 horas, 56 minutos y 4 segundos. El incesante cambio en el movimiento rotacional de la Tierra indica que, en el futuro, la duración de los días podría alterarse. En este contexto, un equipo de científicos de la Universidad Técnica de Múnich (TUM) ha descubierto que los días podrían llegar a durar 25 horas.

Varios factores inciden en las variaciones del movimiento rotacional terrestre, y contribuyen a este incremento en la longitud de los días. Desde la actividad interna de los materiales sólidos y líquidos del globo, pasando por los desplazamientos de su eje, hasta las fuerzas gravitatorias ejercidas por la Luna y el Sol, todos estos factores conjugan sus efectos para alterar el ritmo habitual de la rotación terrestre.

La Tierra tendrá días de 25 horas

Cuando formó la Luna, la Tierra tenía días de apenas 10 horas de duración debido a su rápida velocidad de rotación. Sin embargo, la influencia gravitacional de nuestro satélite provocó una desaceleración en este movimiento, extendiendo la duración de los días.

Hace unos 2.600 millones de años, los días terrestres llegaron a ser de 19,5 horas, según explica el astrofísico Norman Murray en un artículo publicado en la revista Sciences Advances titulado «Why the day is 24 hours long: The history of Earth’s atmospheric thermal tide, composition, and mean temperature».

Recientemente, un grupo de científicos de la Universidad Técnica de Múnich (TUM) sugiere que los días podrían aumentar a 25 horas. Este pronóstico se basa en un exhaustivo estudio utilizando un instrumento láser «ultrapreciso» para medir la velocidad de rotación terrestre con la mayor precisión posible.

La variabilidad en la velocidad de rotación terrestre se debe a diversos factores internos del planeta, lo que provoca pequeñas fluctuaciones en la duración del día a nivel global. Además, el alejamiento gradual de la Tierra respecto al Sol afecta tanto a su rotación como a su traslación. Sin embargo, se estima que pasarán alrededor de 200 millones de años antes de que estas predicciones se hagan realidad.

El avance revolucionario en la medición de la rotación terrestre se ha dado gracias al giróscopo láser de anillo, una herramienta de vanguardia que ha encontrado su hogar en el Observatorio Geodésico de Wetzell. Este innovador instrumento, meticulosamente calibrado y afinado, ha elevado el estándar de precisión al detectar fluctuaciones imperceptibles de apenas 6 milisegundos cada dos semanas.

Cambios en el planeta

Por otro lado, un estudio reciente liderado por investigadores de la Universidad de Arizona, Estados Unidos, y publicado en la revista «Earth’s Future», revela un impacto significativo de las actividades humanas en el flujo de fluidos subterráneos profundos. Esta tendencia, según los expertos, se intensificará en las próximas décadas debido a la creciente demanda energética y las estrategias asociadas a la transición hacia fuentes más sostenibles.

La huella humana en la Tierra ha trascendido la superficie y se ha adentrado en las profundidades del subsuelo, desencadenando un debate sobre una nueva era geológica: el Antropoceno. Este fenómeno, impulsado por actividades como la deforestación y las emisiones de gases de efecto invernadero, ahora se expande hacia regiones subterráneas que hasta hace poco apenas eran exploradas.

El concepto del Antropoceno, comúnmente vinculado a cambios superficiales en el clima y los ecosistemas, ahora se expande hacia el subsuelo, donde las actividades humanas están alterando el ciclo del agua y la dinámica geológica a profundidades que anteriormente se consideraban inalteradas.

Las operaciones de extracción de petróleo y gas, así como la implementación de técnicas como la fracturación hidráulica, están modificando los flujos de fluidos a profundidades superiores a los 500 metros. Este cambio antropogénico en el subsuelo profundo de la Tierra, aunque menos estudiado hasta ahora, promete convertirse en un aspecto crucial de la discusión sobre el impacto humano en el planeta.

El ritmo acelerado de estas actividades, junto con la creciente exploración de nuevas formas de energía, como la geotermia y el almacenamiento de carbono, apunta hacia un futuro donde el subsuelo profundo será un elemento central en la búsqueda de soluciones para la crisis climática.

Jennifer McIntosh, líder del estudio, subraya la necesidad de comprender mejor el subsuelo profundo, que sigue siendo un territorio en gran parte desconocido. En un mundo donde la superficie de Marte está mejor mapeada que las profundidades de nuestro propio planeta, el conocimiento de lo que yace bajo nuestros pies se vuelve cada vez más crucial en la búsqueda de soluciones para los desafíos ambientales que enfrentamos.

«Necesitamos utilizar el subsuelo profundo como parte de la solución a la crisis climática. Sin embargo, sabemos más sobre la superficie de Marte que sobre el agua, las rocas y la vida en las profundidades de la Tierra», explica, según recoge «El Periódico».

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