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Hallazgo revolucionario: mosquito en ámbar desvela nuevas pistas sobre la vida en la Tierra

Este es el mayor descubrimiento realizado gracias a un mosquito conservado en ámbar

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Hallazgo revolucionario: mosquito en ámbar desvela nuevas pistas sobre la vida en la Tierra
Mosquito.
Gemma Meca
  • Gemma Meca
  • Licenciada en Historia, máster en Periodismo y Comunicación Digital. Redactora en Ok Diario. Cuento historias, soy amante de los astros, sigo a la luna, los TT de Twitter y las tendencias en moda. Experta en noticias de consumo, lifestyle, recetas y Lotería de Navidad.

El ámbar es uno de los elementos que lleva miles de años con nosotros, un mosquito encontrado en él, desvela nuevas pistas sobre la vida en la Tierra. La historia de nuestro planeta se forma de una serie de piezas que vamos encajando, poco a poco y con la mirada puesta a unos cambios que vamos viendo aparecer. En esta línea temporal que nos hemos marcado, este gran rompecabezas va cobrando vida, hasta darnos con una serie de detalles que son los que marcarán este futuro que estamos creando.

El pasado se va estudiando a través de restos fósiles que dan una información limitada de ese ser que se crea como un puzzle. Pieza a pieza y esperando que esté entero, imaginado cómo puede ser o qué hacía en ese lugar en el momento en el que dejó este planeta. Pero hay otros elementos que ayudan a conocer el pasado a través de seres que han conseguido preservarse a través del tiempo, de forma accidental, como el caso de este mosquito que nos ha dado unas pistas increíbles de cómo era la vida sobre la Tierra hace moles de años.

Este hallazgo es revolucionario

El portal química.es nos explica qué es el ámbar para poder entender cómo se ha mantenido un mosquito intacto en su interior. Estos expertos afirman que: «El ámbar es una sustancia dura, liviana y quebradiza. Se forma de una resina vegetal residual de algunos árboles que data de hace 25 a 40 millones de años y que con el tiempo sufrió un proceso de fosilización, formando masas irregulares y extensas dentro de los estratos de arenisca y pizarras arcillosas de la edad terciaria. Los árboles producían la resina como una protección contra enfermedades e infestaciones de insectos, cuando la corteza de un árbol era herida debido a rotura o a un ataque por escarabajos de madera u otros insectos o por otras razones. Después de exudar al exterior, la resina se endurecía en sedimentos húmedos tal como la arcilla y arena que se formaban al fondo de lagunas o deltas de río y se conservaba en la costra de la tierra por milenios. El ámbar no es un mineral, ya que, su origen es orgánico y su estructura es amorfa. Su composición varía dependiendo del árbol del que proviene, aunque todos tienen terpenos o compuestos que son comunes en las resinas endurecidas. En Europa, el ámbar se forma a partir de la resina del Pinus Succinifera, en tanto que en América proviene de la leguminosa Hymenaea Courbaril conocida en Chiapas (México) como Guapinol y en Nicaragua y República Dominicana como Algarrobo perteneciente del período geológico terciario. Los colores del ámbar son ocho: amarillo (el más común), naranja (cognac), rojo (cherry), blanco, café (cajeta), verde azuloso y «negro» o musgo (tonos obscuros de otros colores) que son menos frecuentes que el amarillo. De estos colores se desprende una amplia gama de tonalidades».

Este mosquito conservado en ámbar desvela nuevas pistas sobre la vida en la Tierra

Este insecto nos ha dado una serie de pistas sobre lo qué paso con los seres humanos hace miles de años. Es un animal que se ha mantenido intacto durante tanto tiempo que puede darnos una información detallada que los expertos de El Tiempo se han encargado de crear en estos momentos.

Estos expertos tienen en mente algunas novedades que debemos tener en cuenta: «Tras examinar a fondo un trozo de ámbar de unos 40 millones de años de antigüedad, los investigadores de la Universidad de Copenhague han descubierto que contiene el primer fósil de un mosquito depredador de los hongos perteneciente a un género poco común».

Siguiendo con esta explicación: «Hace 40 millones de años, el clima de Europa era más cálido y húmedo, lo que proporcionaba condiciones favorables para los mosquitos, entre otras cosas. Uno de estos mosquitos, que murió tras quedar atrapado en un trozo de resina de pino, ha proporcionado a los investigadores del Museo de Historia Natural de Dinamarca la oportunidad de añadir una nueva especie de mosquito prehistórico a su familia de insectos. Este primer fósil de una especie de mosquito rara y nunca estudiada hasta ahora, Robsonomyia henningseni, fue encontrado en un trozo de ámbar báltico a lo largo de la costa danesa del Mar del Norte en la década de 1960. Durante décadas, la pieza estuvo guardada en la colección de ámbar del museo, que cuenta con 70.000 piezas. Recientemente, un equipo de entomólogos polacos la recuperó de los cajones y la sometió a un minucioso examen. Los especialistas en insectos lograron identificar al mosquito como una especie extinta de un género raro de mosquitos depredadores. En la actualidad, las especies vivas de este género solo se encuentran en Hokkaido, Japón y California».

Esta joya escondía un secreto en su interior: «Para aprender más sobre el mosquito enterrado en ámbar, los investigadores comenzaron puliendo la pieza de ámbar expuesta al océano y al sol hasta que quedó brillante y transparente. Una vez transparente, utilizaron una cámara avanzada y un espectrómetro para tomar una huella química del ámbar. Esto confirmó que la pieza es de ámbar báltico. A continuación, examinaron el fósil y determinaron la especie del insecto. Esta parte del proceso se llevó a cabo estudiando de cerca los genitales de los machos, donde las características identificativas a menudo varían. «Los insectos se aparean uno tras otro, lo que exige ciertas exigencias a sus genitales. El macho tiene apéndices, o pinzas, junto al pene, que utiliza para agarrar a la hembra del mosquito durante el apareamiento. Utilizamos la forma de estas pinzas para identificarlo», explica Lars Vilhelmsen, profesor asociado y conservador del Museo de Historia Natural de Dinamarca. Según los análisis, los investigadores estiman que el mosquito zumbaba en los enormes bosques de pinos de lo que hoy conocemos como Escandinavia hace unos 35-40 millones de años. Allí, el mosquito quedó atrapado en un trozo de resina de un árbol, que los ríos, las corrientes oceánicas y los glaciares de la última edad de hielo arrastraron hasta el Mar del Norte».

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