Asombroso hallazgo: descubren el ‘botón de reinicio’ cerebral que controla tus recuerdos más profundos


La mayoría de nosotros creemos que la memoria funciona como una especie de cámara que graba la vida de forma continua. Pero no es exactamente así. En realidad, el cerebro humano divide las vivencias en fragmento, lo que permite organizar los recuerdos y comprender el contexto en el que sucedieron. Se trata de un mecanismo que evita que todas la vivencias se mezclen en una masa confusa de datos y experiencias. En este contexto, investigaciones recientes de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y la Universidad de Columbia, han hallado que una región del tronco encefálico llamada locus coeruleus actúa como un «botón de reinicio» cerebral.
Éste pequeño núcleo neuronal cumple una función muy importante, ya que marca el final de una vivencia y el inicio de la siguiente. David Clewett, psicólogo de UCLA y autor principal, lo resume así: «Nuestro objetivo era entender cómo sabe el cerebro que una experiencia ha terminado y que es momento de comenzar otra». La respuesta son lo conocidos como «límites de evento» o cambios de contexto, que obligan a la memoria a empezar un nuevo capítulo como si de un libro se tratara.
El ‘botón de reinicio’ cerebral que separa los recuerdos
La vida transcurre en un flujo constante, pero los recuerdos no se almacenan como una línea ininterrumpida. Tal y como explican lo científico, conservamos fragmentos destacados, de la mima manera que un libro se divide en frases, párrafo y capítulos. Esta especie de «gramática mental» nos ayuda a guardar las experiencias con sentido.
Según el estudio realizado, publicado en la revista Neuron, una serie de neurona situada en el tronco encefálico se encargan de marcar los punto de ruptura que convierten en momentos diferenciados las vivencias. Investigaciones previas ya habían demostrado que permanecer en un mismo contexto, como una habitación sin ningún tipo de cambio, provoca que los recuerdos se unan en una mima secuencia.
Sin embargo, una alteración del entorno, por mínima que sea, como un cambio de actividad o de sonido, hace que el cerebro humano separe las vivencias en distintos capítulos mentales. Para llevar a cabo el estudio, Clewett y sus compañeros contaron con la participación de 32 voluntarios, quienes fueron sometidos a un escáner de resonancia magnética funcional (fMRI) mientra observaban imágenes de objetos neutros.
Al mismo tiempo, los participantes escuchaban tonos sencillos reproducidos en un solo oído. Cuando el mismo sonido se repetía varias veces en el mismo lado, la sensación era de continuidad. Pero si cambiaban el tono y el oído de reproducción, el cerebro percibía una ruptura de evento. Ésta simple alteración generó la impresión de estar viviendo distinto eventos, y los resultados del escáner mostraron que la actividad del tronco encefálico aumentaba en esos momentos de cambio de contexto.
Uno de los datos más sorprendentes de la investigación sobre el «botón de reinicio» cerebral es que, cuando se producía esta activación, a los voluntarios les costaba más recordar el orden exacto de la imágenes que quedaban a ambos lados del límite. Los científico explican que ésta es una señal muy clara de que el cerebro había almacenado los recuerdos como eventos separados.
Según Lila Davachi, coautora del estudio, «el hipocampo necesita saber cuándo empieza y termina cada evento para poder mapearlo correctamente. El locus coeruleus parece enviar esa señal de «nuevo evento» que permite reorganizar el trabajo de la memoria».
Estrés y memoria
El tronco encefálico funciona como un modulador de la memoria con dos modos de operación. Por un lado, el modo de ráfagas breves, que se activa cuando suceden cambios importantes en el entorno y envía una señal al cerebro para iniciar un nuevo evento. Y, por otro lado, el modo de actividad de fondo, que mantiene un nivel de alerta contante y resulta muy útil para reaccionar a distintos estímulos.
El problema surge cuando se rompe este equilibrio. En condiciones normales, el sistema alterna entre ambos modos sin ninguna dificultad, pero el estrés crónico puede hacer que se atasque en el modo de actividad de fondo. Como consecuencia, la señal que marca el final de un recuerdo y el inicio de otro se vuelve difusa.
David Clewett lo explica con una comparación sencilla: «Es como si tuvieras una alarma de incendios que nunca deja de sonar. Al final, cuando realmente hay un fuego, no lo distingues del ruido de fondo».
Para entender la relación, el equipo de investigación utilizó un método de imagen que mide la neuromelanina, un pigmento que se acumula en el tronco encefálico con la activación repetida a lo largo del tiempo. Los resultados mostraron que quienes presentaban niveles más altas de neuromelanina mostraban respuestas más débiles ante los límites de evento.
Esto se observó tanto en la dilatación de las pupilas como en las mediciones directas de actividad cerebral mediante resonancia magnética funcional. En términos prácticos, estos cerebros reaccionaban menos ante cambios de contexto, como si no distinguieran bien dónde terminaba un recuerdo y empezaba el siguiente.