La paradoja de la flecha de Zenón: por qué sigue dando que hablar en la ciencia moderna
La paradoja de la flecha de Zenón: por qué sigue siendo relevante y qué plantea sobre el movimiento.
Hallazgo científico
El efecto casimir
Logro histórico de la física

Hace 2.500 años, el filósofo griego Zenón de Elea propuso un conjunto de acertijos lógicos. Buscaba defender una idea: que el movimiento y el cambio son ilusiones de nuestros sentidos. La más famosa de estas es la paradoja de la flecha, que sigue siendo motivo de debate.
La paradoja de la flecha
En la paradoja de la flecha Zenón invita a imaginar una flecha en pleno vuelo. Su razonamiento es el siguiente:
- En cualquier instante específico de su trayectoria, la flecha ocupa una posición en el espacio exactamente igual a su propio tamaño.
- En ese instante concreto, la flecha no puede estar moviéndose dentro de esa posición, sino que está, por definición, “en reposo” en ese lugar.
- El tiempo total del vuelo está compuesto por una sucesión infinita de estos instantes.
- Si en cada uno de esos instantes la flecha está quieta, entonces, sumando todos ellos, la flecha nunca se mueve.
Es como analizar una película fotograma a fotograma: en cada imagen individual, todo está completamente inmóvil.
La solución clásica
Durante varios siglos esta paradoja parecía irrefutable. La solución llegó mediante el cálculo infinitesimal de Newton y Leibniz. Más adelante se refinó con el rigor matemático del siglo XIX.
Según esta perspectiva, el movimiento no se debe ver como una serie de posiciones fijas, sino como un cambio continuo. La velocidad no es una propiedad de un “instante” aislado, sino el límite de la distancia recorrida entre dos puntos cuando el intervalo de tiempo que los separa se vuelve infinitamente pequeño.
Por ejemplo, pensemos en un coche en movimiento. Para saber su velocidad justo a las 3:00:00 PM se mide cuánto avanza entre las 3:00:00 y las 3:00:01. Si se disminuye el intervalo de tiempo, por ejemplo, a una millonésima de segundo, de todos modos, siempre aparece un número concreto, que nunca es cero, o sea, reposo absoluto. En otras palabras, el movimiento no una suma de estados quietos.
Sigue el debate
A pesar de la sólida respuesta matemática, el debate continúa. ¿Por qué? Porque la solución matemática parte de que el tiempo y el espacio son continuos perfectos, algo que la física moderna cuestiona. Actualmente hay tres posturas críticas.
La gravedad cuántica y la granularidad del espacio-tiempo
Algunas teorías, como la gravedad cuántica de bucles, proponen que el espacio-tiempo podría no ser continuo, sino estar formado por “átomos” o unidades mínimas indivisibles. Si esto es cierto, entonces existe un “instante” fundamental más pequeño.
En cada uno de los “fotogramas” cuánticos, un objeto sí llegaría a estar en una posición fija y el movimiento sería una transición discreta entre ellos. En este sentido, Zenón habría tocado una verdad profunda: el movimiento continuo podría ser una aproximación útil de una realidad granular.
La física computacional y la hipótesis de simulación
Los ordenadores simulan el mundo físico dividiendo el tiempo en pasos finitos, llamados “intervalos de integración”. Si el universo funcionara como una simulación digital, seguiría la misma lógica: se actualizaría en ciclos discretos.
En cada ciclo, todo estaría congelado; la sensación de fluidez surgiría de la rapidez con que se suceden estos ciclos. Esto es básicamente lo que describe la paradoja de Zenón: el movimiento es una ilusión creada al pasar de un estado inmóvil al siguiente.
La percepción y la conciencia del tiempo
Los neurocientíficos y filósofos utilizan la paradoja para explorar cómo el cerebro construye la experiencia subjetiva del “transcurrir” del tiempo. La conciencia no percibe instantes aislados, sino que teje una narrativa continua a partir de fragmentos de información.
La paradoja nos obliga a preguntar: si la realidad física fuera en efecto una serie de estados discretos, ¿es nuestra mente la que “proyecta la película” para crear la sensación de movimiento fluido?
En última instancia, la paradoja de la flecha trasciende su formulación original. Ya no se trata solo de un acertijo sobre si una flecha se mueve, sino de una pregunta profunda sobre la naturaleza del tiempo mismo.
En el cosmos
Si llevamos el argumento más lejos, la paradoja nos abre un debate cosmológico. En la escala del universo, el espacio ni siquiera es un lienzo pasivo. Se curva, vibra y puede expandirse. Esa dinámica ha llevado a los científicos a postular entidades tan extrañas como la materia oscura, cuya presencia se deduce por la atracción gravitatoria necesaria para explicar el movimiento de galaxias y cúmulos. Paradójicamente, hablamos de algo que no puede observarse directamente: sabemos que “mueve” el cosmos sin emitir luz. Aquí aparece otra resonancia con Zenón: hay algo que produce efecto, pero cuya naturaleza escapa a un análisis estático.
Aún más provocadores son los taquiones, hipotéticas partículas que viajarían más rápido que la luz. Si existieran, violarían el límite relativista y romperían nuestro entendimiento del tiempo. Para un taquión, avanzar hacia el futuro podría equivaler a retroceder en el tiempo según ciertos observadores. En un escenario así, la flecha de Zenón no sólo se mueve: podría anticipar su llegada antes de partir. Aunque la mayoría de físicos considera que los taquiones son artefactos matemáticos y no partículas reales, su mera formulación es un recordatorio de que “moverse” puede ser mucho más extraño de lo que parece.
¿Qué es el vacío?
Incluso el vacío entra en juego. En física cuántica, el vacío no es ausencia absoluta, sino efervescencia de partículas virtuales que aparecen y desaparecen. El efecto Casimir demuestra que dos placas metálicas muy próximas pueden atraer o repeler debido a fluctuaciones del vacío. Si la nada ejerce fuerza, ¿qué queda del supuesto reposo perfecto de la flecha?
Zenón no resolvió estas cuestiones, pero consiguió algo más valioso: obligarnos a sospechar de la evidencia inmediata. Su flecha atraviesa veinticuatro siglos recordándonos que, cuando intentamos fijar el instante, el mundo se escapa entre los dedos. Y quizá ahí está el verdadero movimiento.
Lecturas recomendadas
Temas:
- Curiosidades