Cuidados del bebé

Estos son los beneficios del contacto piel con piel en recién nacidos que ha demostrado la ciencia

Una revisión de varios estudios ha confirmado los beneficios del contacto piel con piel

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piel con piel
Blanca Espada

El primer abrazo entre una madre y su hijo recién nacido tiene más poder del que parece. No sólo porque implique emoción o ternura, también es salud. Lo dicen los datos, pero sobre todo lo confirma lo que se ve en la práctica: cuando un bebé se coloca sobre el pecho desnudo de su madre justo después de nacer, en lo que se llama piel con piel, su cuerpo se estabiliza. Respira mejor, se calienta, se calma. Y la madre, también.

Durante años no fue así. Muchos hospitales separaban automáticamente a los recién nacidos para pesarles, limpiarles o revisarles. Todo muy rutinario. Pero esa rutina tenía un precio: se rompía un momento clave. Hoy la ciencia lo ha demostrado con bastante claridad. El contacto piel con piel, sobre todo durante la primera hora, ayuda a regular la temperatura, mejora los niveles de azúcar en sangre y favorece la lactancia materna. Una revisión reciente, publicada en Cochrane, ha vuelto a ponerlo sobre la mesa. Los bebés que permanecen sobre el cuerpo de su madre nada más nacer tienen más probabilidades de alimentarse sólo con leche materna y mantener su temperatura estable. Y hay más: los investigadores creen que ya no tiene sentido seguir haciendo ensayos que priven a los bebés de ese contacto.

La importancia del contacto piel con piel

El contacto piel con piel consiste en algo tan sencillo como colocar al recién nacido desnudo sobre el torso de la madre, también descubierto. Sin ropa de por medio. Es algo tan básico que cuesta entender por qué no siempre se ha hecho.

Esa conexión directa permite al bebé adaptarse con suavidad al mundo exterior. Su cuerpo se regula sólo : el corazón se estabiliza, la respiración se hace más profunda, el llanto disminuye. «Históricamente, se ha separado a los bebés de sus madres inmediatamente después del parto para llevar a cabo procedimientos rutinarios como su exploración física, pesaje y baño, lo que ha evitado un contacto piel con piel inmediato», explicaba Elizabeth Moore, profesora jubilada de la Escuela de Enfermería de la Universidad Vanderbilt. «Incluso en países con asistencia de alta calidad, esta práctica, fácil y sencilla de aplicar, no constituye la práctica habitual».

Pues bien, eso está empezando a cambiar. Cada vez más hospitales están revisando sus protocolos porque la evidencia es abrumadora: ese primer contacto piel con piel tiene un efecto físico y emocional que ningún otro procedimiento puede sustituir.

Lo que dice la ciencia 

La nueva revisión de Cochrane no es un estudio cualquiera. Reúne 69 ensayos y más de 7.000 madres con sus bebés. Y el patrón se repite en todos: el contacto piel con piel mejora la adaptación del recién nacido y refuerza la lactancia materna.

Las cifras hablan solas. El 75 % de los bebés que tuvieron contacto piel con piel se alimentaban solo de leche materna al mes de vida, frente al 55 % de los que no lo tuvieron. Y claro, esa diferencia no es menor. La lactancia exclusiva durante los primeros meses se asocia con un sistema inmunitario más fuerte, menor riesgo de infecciones y mejor desarrollo cognitivo.

Y no sólo se trata de beneficios físicos. Ese primer rato juntos también alivia el estrés y calma a ambos. El bebé se siente protegido y la madre, más en su sitio, más segura de lo que hace. Hay una conexión que no se puede medir con datos, pero se nota. En cuanto al parto, los expertos no ven tan claro que influya en aspectos como la pérdida de sangre o el alumbramiento de la placenta, pero en lo emocional sí hay un cambio evidente: la madre descansa mejor, se relaja y afronta las primeras horas con más serenidad.

Separar a madres e hijos ya no tiene sentido

Los autores de la revisión lo dicen sin rodeos: separar a un recién nacido de su madre no sçolo carece de sentido, sino que ya no es ético. «Impedir el contacto piel con piel ahora se consideraría poco ético, ya que hay suficientes pruebas para demostrar que su práctica mejora la salud y la supervivencia del bebé», explica Karin Cadwell, directora ejecutiva del Healthy Children Project’s Center for Breastfeeding.

Y no se trata de una exageración. En varios hospitales de India y África, un ensayo tuvo que detenerse antes de tiempo porque los datos preliminares mostraban algo innegable: el contacto piel con piel aumentaba la supervivencia de los bebés de bajo peso. En contextos con pocos recursos, ese simple gesto puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.

Por eso, los expertos coinciden en que no hay razón para no aplicarlo de forma universal. La evidencia está ahí. Solo falta convertirla en práctica común en todos los centros de maternidad.

Una práctica sencilla que debería ser la norma

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda desde hace años iniciar el contacto piel con piel justo después del parto y mantenerlo hasta después de la primera toma. Sin embargo, muchos hospitales todavía interrumpen ese momento para realizar otras tareas: pesar, bañar, vestir… cosas que pueden esperar.

La clave, dicen los investigadores, no es seguir demostrando que funciona, sino conseguir que se aplique siempre. Que los protocolos se adapten, que el personal sanitario reciba formación y que las familias lo reclamen como algo normal. Porque está lleno de beneficios para las primeras horas del recién nacido, y no sólo eso, también para sus próximas semanas y meses.

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