5 errores que cometen los padres y perjudican el sueño de sus hijos

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Una de las labores más complicadas de cualquier padre es conseguir que sus hijos concilien el sueño rápido, de la manera correcta y que se pasen el mayor número de horas durmiendo. Esto en muchos casos se convierte casi en una utopía, ya que hay niños que no caen en los brazos de Morfeo fácilmente, que no dejan de llorar mientras están tumbados en la cuna, que se despiertan de manera constante…

Ante todo eso hay que saber dos cosas fundamentales: que cada menor es un mundo y que, en numerosas ocasiones, son los propios adultos los culpables de que su vástago no se duerma como les gustaría. Sí, como lo estás leyendo. Aunque no se consideren como tal, hay padres que cometen errores que dañan gravemente el sueño de los reyes de la casa. ¿Quieres conocerlos?

No siguen rutinas de sueño

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Uno de los principales errores que cometen los adultos con sus hijos es no establecer en el hogar una serie de rutinas de sueño. Con esto nos referimos a determinar que, a partir de tal hora, se debe llevar a cabo el baño, la cena, un ratito leyendo un cuento y para la cama.

Puede parecer que no sirve de nada, pero no es así. Establecer esos hábitos diarios es importante para que los menores aprendan y tomen conciencia de que todas esas actividades, que les irán relajando, van a concluir marchándose a la cama para dormir. De esta manera, se evitarán llantos, lloros y quejas varias por irse a descansar.

Tanto es así que existen pediatras que reconocen que los pequeños que no tienen una rutina nocturna, como la citada, no consiguen descansar como sería necesario.

No establecen un horario para irse a dormir

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En relación con el punto anterior se encuentra este, que es un fallo en el que caen muchos padres. En concreto, lo que hacen es no determinar una hora concreta para que sus hijos se vayan a la cama. De ahí que una noche pretendan acostarles a las 21:30 horas, otra a las 22 y otra a las 23:30 horas, por ejemplo.

De esa manera, lo único que se conseguirá es que los menores no descansen las horas que son necesarias para su edad: 12 horas para los bebés, 13 horas para los que están en preescolar y ya no duermen siesta así como un total de 10 horas para el resto de niños.

El fijar un momento diario para dormir es necesario para que adquieran el hábito pertinente y para que puedan descansar como es debido. Eso sí, no significa que un día puntual o en fechas concretas, como Navidad, se puedan ir más tarde a la cuna o a la cama.

Les abrigan demasiado en la cuna o suben la calefacción

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En estos meses de invierno, especialmente, hay padres que cometen el error de abrigar demasiado a sus hijos cuando los meten en la cama o que directamente suben la calefacción en exceso. Seguro que lo hacen con la intención de que no tengan frío y de que, por tanto, puedan descansar de la forma necesaria.

Sin embargo, si se pasan en cualquiera de esas dos acciones lo único que van a conseguir es que los niños empiecen a sudar, se despierten y ya les cueste mucho conciliar el sueño. Lo que supondrá que lloren, que empiecen a llamar a mamá y que esta, al final, acabe convirtiéndose en lo que se conoce como mombie.

Hay excesos de estímulos

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Cuando las madres, especialmente, se dedican a decorar el cuarto de sus hijos, no dudan en comprar un sinfín de artículos para que no les falte de nada. Y eso, entre otras muchas cosas, hace que adquieran todo tipo de muñecos y carruseles para colocarlos en el techo de la cuna. Eso sí, esos son necesarios en su justa medida, en el sentido de que la música, nanas, que emiten y los monótonos juegos de luces y colores pueden acabar haciendo que caigan en los brazos de Morfeo.

Pero no hay que pasarse. Así, si se ponen demasiados elementos encima de donde duerme o en los alrededores, lo que se estará haciendo es estimularle en exceso, lo que provocará que no se duerma.

Les cansan para que acaben agotados

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Uno de los errores que cometen numerosos padres desde hace generaciones y generaciones es creer que si se cansa a los niños demasiado, estos van a acabar agotados y, por tanto, se van a dormir de manera prácticamente inmediata. Pero eso no es siempre así o ¿a ti no te ha pasado que estabas tan agotado que al meterte en la cama te era imposible conciliar el sueño? Pues a los niños les pasa igual. Y no sólo eso sino que, además, es muy habitual que cuando se duerman lo hagan mal y pase poco tiempo antes de que se despierten y reclamen atención.

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