Recuerdos de la radio en el apagón del 28 de abril
El apagón del pasado lunes llevó a refugiarse en la radio para ir sabiendo lo que estaba ocurriendo, dando lugar a una segunda noche de los transistores

Reencontrarme con aquella lejana noche de los transistores, ocurrida 44 años atrás, esta vez por la incompetencia y sectarismo de un Gobierno de extrema izquierda, me llevó a reflexionar sobre el propósito de la radio y cómo podía reflejarlo en mi programa de radio El Cuaderno de Notas.
Lo que sigue, es la transcripción del guion literario que escribí para emitir en esRadio, el pasado viernes 2 de mayo. ¡Viva Madrid!, por cierto.
Vaya semanita ha elegido este Cuaderno de Notas para regresar a las ondas después del parón de Semana Santa y sus vecindades. Literalmente, hemos vivido una semana con lunes negro, tan negro, que el protagonista fue un apagón de antología como nunca antes en democracia. No aquí en Baleares y tampoco en Canarias o las ciudades autónomas del norte de África, pero sí en la Península Ibérica toda ella, Portugal incluido por culpa de España.
No es competencia de este cuaderno de artes escénicas valorar los sucesos del lunes 28 de abril. Sí lo es, en cambio, hacerse eco de la reacción de la inmensa mayoría de los íberos peninsulares: refugiarse en la radio para ir sabiendo lo que estaba ocurriendo, dando lugar como digo a una segunda noche de los transistores, fielmente hermanada con aquella otra del 23F de 1981, entrando Tejero, pistola en mano, en el hemiciclo del Congreso, que a mí me pilló precisamente en la radio poniendo música en El tren de las 6.
Volviendo al 28 de abril o sea el pasado lunes negro, iba a producirse un hecho insólito: la compra masiva de transistores a pilas mayormente en los bazares chinos. Fue tal el interés por recurrir a la radio galena en plena era digital, que se disparó el precio en un abrir y cerrar de ojos. Un estudio de los picos de audiencia durante aquellas horas situaba en los 22 millones de personas la audiencia de la radio, según informó Servimedia.
Así pues, me senté en un banco del Paseo Sagrera preguntándome cómo la música en las últimas décadas se ha referido a la radio, un tema que sí entra de lleno en el Cuaderno de Notas. La edad de oro de la radio se produjo en las décadas de 1920 y 1930, entendiendo por edad de oro el crecimiento exponencial de emisoras en el primer mundo. La aparición de la FM, que es donde se vivió el esplendor de las emisoras musicales, tuvo lugar a finales de los años 30, aunque el uso habitual no llegaría hasta finales de los años 40 del siglo XX.
El zénit de la FM musical, con el rock como su sonido emblemático, vino a producirse durante los convulsos años 60 del siglo XX.
Vuelvo a la pregunta: ¿cómo se ha referido la música de pasadas décadas al día a día de la radio? Me vino entonces a la cabeza una lista de ejemplos y no lo negaré, lo primero de todo pensé en The Buggles y su tema de 1979, Video Killed The Radio Star, que viene a ser una reflexión sobre mejoras tecnológicas en el siglo XX que fueron transformando la naturaleza de los medios audiovisuales. En un momento de Video Killed, escucharemos a Trevor Horn el vocalista de Buggles, decir lo siguiente: «En mi mente y en mi coche podíamos rememorar lo lejos que habíamos llegado, hasta que aparecieron los vídeos y rompieron tu corazón». El corazón de la radio.
El corazón de la radio es en realidad, «la virtud de la ceguera», en una feliz expresión de Rudolf Arnheim, recogida en su libro Estética Radiofónica, que se editó precisamente aquel año de 1979: «Durante los últimos treinta años se ha visto a la radio como un fenómeno que pronto pasaría a formar parte del pasado. Solo cuando la radio vino a completar por medio de la imagen el arte auditivo, se perdió la virtud de la ceguera». Precisamente la auténtica seña de identidad de la radio siempre ha sido su impulso a dejar volar la imaginación del oyente. La virtud de la ceguera, es radio en estado puro. Lo sabemos bien quienes nos hemos dedicado profesionalmente.
Los neoyorquinos Ramones expresaron la nostalgia de la buena radio en su tema de 1980, Do You Remember Rock and Roll Radio?, recordando las canciones del R&R de los 50 que escucharon en su adolescencia, incluidas sintonías radiofónicas de la época. En los años 50 y 60 los adolescentes del primer mundo vivieron a través de la radio la explosión del Rock and Roll en los EEUU y el luminoso pop británico en Europa, estableciéndose una conexión muy especial entre la audiencia juvenil y los deejays, que así se conocía a los comentaristas de los programas musicales en aquellos días. Y los integrantes de Ramones no eran ajenos a ello y por eso en su canción se mencionan influyentes deejays como Ed Sullivan, Murray the K o el más grande de todos ellos, Alan Freed.
Personalmente, guardo el recuerdo siendo adolescente de estar sentado en la cocina de casa, allá por los 60, escuchando en el transistor Radio Mallorca y Miguel Soler dando cuenta de las rabiosas novedades del pop británico.
No todo fueron momentos felices para la radio musical de finales de los 50 y principios de los 60 al descubrirse los sobornos para emitir determinadas canciones en el Top 40 USA, conocido como el escándalo de la payola, lo que arruinaría la carrera de ese Alan Freed mencionado por los Ramones.
Precisamente, la banda canadiense Rush editó también en 1980, Spirit of Radio, canción inspirada en la estación de radio de Toronto CFNY-FM y en ella se describe la tristeza por el enfoque comercial que habían adquirido las emisiones musicales en la frecuencia modulada. Se oye este mensaje en un aullido de guitarras, como signo de contrariedad: «Comience el día con una voz amigable, un compañero discreto. Toda esta maquinaria haciendo música moderna. Todavía puede ser de corazón abierto. No tan fríamente trazado. Es solamente una pregunta de tu honestidad, sí, tu honestidad. A uno le gusta creer en la libertad de la música, pero brillantes premios y los compromisos interminables, rompen la ilusión de integridad».
El fenómeno de la radio un tiempo estuvo muy presente en nuestras vidas. Lo sigue estando en momentos excepcionales, como ocurrió el lunes 28.
La radio también ha jugado un papel sobresaliente en mantener informada a la población sometida a dictaduras. Hace casi un cuarto de siglo visité en Washington DC las instalaciones de La Voz de América, impresionantes por cierto, donde tenía su sede Radio Martí a través de la cual los EEUU pretendían desestabilizar el régimen castrista. En Cuba, se la conocía como radio casualidad porque al ser descubiertos sus oyentes, no dudaban en responder: «La he sintonizado por casualidad». En el 2019, la banda alemana Rammstein editaba Radio, un homenaje a la escucha clandestina de radios occidentales en la Alemania del Este entre 1949 y 1990.
El tema musical referido a la radio que más ha calado es Radio Ga Ga de Queen, en el que se incluyen alusiones al programa de Orson Welles que se emitió en 1938 (en el Museo de América me compré la casete), además de fragmentos del discurso del primer ministro Winston Churchill, conocido genéricamente como lucharemos en las playas, pronunciado en Londres el 4 de junio de 1940 ante la Cámara de los Comunes.
Volviendo al tema de que la radio siempre ha estado en nuestras vidas, es un buen ejemplo de ello The Radio Saved My Life Tonight, grabado por la banda de New Jersey Bon Jovi: «Me di cuenta de que nada es como solía ser. Hasta que escuché una canción que me llevaba a mis recuerdos. La radio me ha salvado la vida esta noche». Jon Bonjovi estaba deprimido.
Y poniéndonos apocalípticos, cuando el silencio de la radio resulta aterrador, lo suyo es acudir al Boss y a su tema de 2007 Radio Nowhere, donde se narra en la voz de Bruce Springsteen el intento de encontrar el camino a casa: «Todo lo que oí fue un dron rebotando desde un satélite y aplastando la última noche solitaria de América. Es la radio en ninguna parte. ¿Hay alguien vivo ahí fuera?». Lo dicho. Cuando el silencio es aterrador.