Los rebeldes de Vox en Baleares se quedan con el dinero del grupo y exigirán al PP entrar al Gobierno
OKDIARIO accede a los detalles que explican la intrahistoria del cisma provocado por cinco diputados "rebeldes"
«Es que somos los únicos que no hemos entrado a formar gobierno». Esa frase, explican fuentes internas de Vox, sonaba como una letanía desde el inicio de la legislatura en cada reunión de la formación en Baleares. La misma que este lunes saltaba por los aires al conocerse que cinco diputados «rebeldes» habían solicitado la expulsión del grupo parlamentario de dos de sus compañeros. Concretamente, de Gabriel Le Senne, presidente del Parlament, y a Patricia de las Heras, presidenta del partido en Baleares. De fondo, supuestas desavenencias sobre la lucha de Vox contra la imposición lingüística.
Ahora, los rebeldes se quedará con las siglas del grupo, con la asignación económica y con la capacidad para nombrar a un nuevo presidente, cuyo nombre saldrá de ellos cinco. De fondo, su intento por conseguir acceder al Gobierno de Marga Prohens, a quien así se lo exigirán próximamente a cambio su apoyo al PP, que seguirá necesitando su abstención para mantener la gobernabilidad.
Lo de Vox Baleares es la crónica de una ambición política no consumada. Fuentes de la formación, desde Madrid y desde Baleares, relatan a OKDIARIO las situaciones que se han ido viviendo desde el pasado mes de octubre, cuando la cohesión del grupo parlamentario en el Parlament comenzó a resquebrajarse, hasta la ruptura total ocurrida este lunes con esa petición de expulsión.
De fondo, detallan estas fuentes, estaba el resquemor presente en ese grupo, ahora en rebeldía, por no haber conseguido acceder a la vicepresidencia y, al menos, a una consejería. Las comparaciones con lo sucedido en Extremadura, Aragón, Murcia y Comunidad Valenciana estaban siempre sobre la mesa, explican desde la sede nacional de Bambú quienes han seguido de cerca lo ocurrido en Baleares. En cada reunión, los reproches por no haber conseguido tocar gobierno eran continuos.
Órdago por los presupuestos
De hecho, la situación tomó un cariz más preocupante el pasado mes de diciembre, en plena negociación por los presupuestos baleares. El grupo hoy en rebeldía propuso un órdago: o entramos al Gobierno o no hay apoyo. Esas ansias finalmente fueron aplacadas, pero el malestar de este grupo siguió latente.
Sin embargo, pese a que ese es leit motiv que señalan desde Vox para explicar este cisma interno, la ruptura se ha ido gestando en otro terreno: el de las discrepancias sobre la acción del partido en dos áreas claves del programa, la de la lengua y la de la Memoria Democrática. «Esas han sido las excusas de cara a la galería», explican en Vox.
Lengua y memoria
La primera gran crisis entre Madrid y este grupo de diputados «díscolos», como los definió este lunes el vicepresidente de Vox, Ignacio Garriga, llegó el pasado mes de noviembre. La primera amenaza de ruptura fue contestada desde Madrid con un ofrecimiento y el convencimiento de que ciertas dosis de mano izquierda podrían reconducir el problema: se les daba autonomía casi total, respetando unos límites. Los marcados por los compromisos de Vox con sus votantes en el programa y plasmados en ese acuerdo de 110 medidas programáticas al que llegaron con el PP para apoyar a Marga Prohens.
Ese nuevo contrato se revisaba semanalmente en reuniones internas en las que, sin embargo, la situación no daba visos de mejora. De pronto, el grupo «crítico», como ellos mismos se han denominado, comenzó a poner en cuestión la batalla contra la imposición lingüística. Por ejemplo, poniendo en duda esa Oficina de la Libertad Lingüística pactada con el PP que se va -o iba a convertir en el principal martillo de Vox en este asunto. El propio órgano tiene vocación para ello: 750.000 euros de presupuesto y capacidad sancionadora.
OKDIARIO ha podido conocer algunas de las conversaciones que en los últimos meses mantuvo el entorno de la dirección del partido en Madrid con algunos de estos diputados rebeldes. Desde Bambú preguntaban a Palma de Mallorca por ciertas denuncias que habían llegado a sus oídos de diferentes atropellos a castellanoparlantes, canalizadas a través de asociaciones cívicas.
En las respuestas no había interés alguno por dar esa batalla. «Ni caso, esos son ex de Ciudadanos», decía una de las últimas. Todo eran pegas a la hora de plantear iniciativas en este sentido. Sin embargo, desde Madrid se ha seguido insistiendo en este tema. Algunas de las iniciativas más recientes respecto a la lengua sólo fueron firmadas por Patricia de las Heras, la presidenta de Vox Baleares ahora expulsada de su propio grupo. Lo mismo ha pasado con el asunto de la Memoria Democrática, que tampoco consideraban prioritario.
Con el dinero y la presidencia
Los cinco diputados rebeldes, a quienes se les ha abierto un expediente de suspensión de militancia previo a su expulsión de Vox, contestaban con un lacónico «circunstancias internas» para explicar la drástica decisión que han tomado al solicitar al Parlament la expulsión de sus dos compañeros. Las explicaciones se dieron en una rueda de prensa sin preguntas, en las que se apeló a mejorar el «funcionamiento» del grupo. Lo hicieron en boca de su portavoz, Idoia Ribas, que lidera este quinteto «díscolo». Pero de razones, ninguna.
Según ha podido saber OKDIARIO, miembros de este grupo sublevado se reunieron el lunes 22 de enero con el letrado del Parlament balear. Le preguntaron qué ocurriría en el «hipotético» caso de que su grupo decidiese expulsar a dos integrantes. Y qué dicen las normas de la cámara sobre la figura de la presidencia, en manos de Le Senne. Si se desalojaba, querían saber a quién corresponde nombrar sustituto.
Las respuestas debieron animar más al grupo: Le Senne, expulsado del grupo de Vox, dejará este miércoles de ser presidente del Parlament. Su sustituto, o sustituta, será propuesto por el grupo de Vox, en manos de quienes le han desalojado del cargo.
Lo mismo ocurrirá con las asignaciones económicas que recibe el grupo parlamentario: las gestionarán los rebeldes. El control de las cuentas es suyo. Podrán seguir utilizando las siglas de Vox, a pesar de que fuera del Parlament -cuando se confirme su expulsión- no tendrán relación alguna con el partido.