Prohens mantiene los cursos de Armengol para hablar siempre en catalán aunque se dirijan a ti en español
Colabora con la independentista Plataforma per la Llengua en charlas a favor de la imposición de esta lengua
Defiende que hablar en español genera "emociones desagradables y supone una bajada en el estatus social"
Considera que "la sumisión de los catalanohablantes al español es uno de los factores que explican su residualización"


La presidenta del Govern balear del PP, Marga Prohens, mantiene los talleres que durante ocho años -las dos pasadas legislaturas- impulsó en Baleares la hoy presidenta del Congreso, Francina Armengol, para fomentar el uso del catalán a pie de calle entre los residentes o visitantes que hablen en español.
En esta ocasión, el Ejecutivo autonómico, a través del Instituto de Estudios Baleáricos, colabora con la Plataforma per la Lengua, los denominados espías del catalán, en un ciclo de talleres sobre «asertividad lingüística» que se celebran este mes en las Islas y que buscan «ofrecer recursos y estrategias» para erradicar el uso cotidiano del español entre los catalanohablantes de Baleares.
Estas charlas arrancaron en el Instituto de Estudios Ibicencos y el pasado 11 de octubre se impartieron por partida doble en Menorca, en el IES Josep Maria Quadrado de Ciutadella y en el Centro de Convenciones de Es Mercadal.
El objetivo es el mismo que el de las fracasadas campañas que puso en marcha durante las dos pasadas legislaturas el Ejecutivo de coalición de PSOE, independentistas de Més y Podemos, como la de Mou la llengua, cuya creación y difusión corría también a cargo de la misma Plataforma per la Llengua.
Para los impulsores de estos talleres, «la sumisión de los catalanohablantes al castellano es uno de los dos factores que contribuyen a explicar la residualización del catalán», junto con el «ordenamiento jurídico lingüísticamente discriminatorio del Estado español».
Basta indicar, en línea con su marcado acento independentista, que los espías del catalán consideran que «la Constitución actual está influida por el supremacismo lingüístico castellano, que es propio del nacionalismo español».
Por ello, defienden la necesidad de impulsar estas iniciativas con el fin de que los participantes «aprendan a intervenir sobre los prejuicios más comunes que afectan a la elección de la lengua en los distintos contextos sociales, así como a comprender las causas de los hábitos lingüísticos predominantes entre la población catalanohablante y los efectos que tienen en la salud social del catalán». En la misma línea, instan a «actuar sobre los usos lingüísticos de otras personas desde una perspectiva estratégica».
Según la ponente y activista separatista, Astrid Bierge, los catalanohablantes que mantienen el catalán «podrán ganar en autoestima» porque «aunque ceder a hablar la lengua dominante permite, al principio, ahorrar esfuerzos y evitar connotaciones y conflictos, el hecho de someterse también genera emociones desagradables y supone una bajada en el estatus social».
«Cuantos más hablantes se mantengan, la masa crítica puede hacer que la comodidad sea colectiva y acabará forzando a los hablantes de la lengua dominante a aprender la lengua minorizada», remarca la plataforma.
De este modo, este ciclo de talleres de asertividad lingüística aportarán a los participantes las herramientas adecuadas para «modificar las conductas lingüísticas sumisas que están tan arraigadas en el subconsciente de los catalanohablantes».
Pero no parece que pese a los millones de euros del bolsillo de los contribuyentes que cada año gastan las comunidades autónomas de Cataluña y Baleares en fomentar el catalán, la imposición de esta lengua en la enseñanza y en la Administración en general, sea el camino adecuado dado que como demuestran todas las estadísticas al respecto, su uso es decreciente entre la población, en especial los más jóvenes.
Y así lo reflejó la primera encuesta de la juventud que elaboró el Govern en colaboración con los consells insulares y en la que participaron el año pasado un total de 2.356 personas de entre 15 y 34 años. El dato lo dice todo: sólo dos de cada 10 jóvenes tienen el catalán como lengua materna, mientras que para casi la mitad de los encuestados (47%) su primera lengua es el español.