Interrogantes y certezas

Es inevitable hacerse bastantes preguntas. ¿Cuántos informes de la UCO son necesarios para derribar este nefasto y corrupto Gobierno de Sánchez? ¿Cuántas imputaciones o procesamientos son necesarios para que Sánchez dimita? ¿Cuántos pactos con los terroristas o golpistas quedan para determinar que Sánchez está liquidando España interna y externamente? ¿Qué debe ocurrir para que se determine que Zapatero urdió, desde el primer momento de su mandato, una hoja de ruta para liquidar el espíritu y la Constitución del 78 y que sigue conspirando y ejecutando acciones para ello?
Cuando todo empezó con mentiras, pactos ignominiosos y corrupciones, el relato socialista, parte por parte, fue el del cambio de opinión, la concordia, la pacificación… y el fango y los bulos de la derecha y extrema derecha. A medida que los bulos empezaron a materializarse con demostradas corrupciones, imputaciones, prisión, etc., tanto del PSOE como del entorno familiar del presidente Sánchez, entró en escena el ataque a la Justicia, el lawfare, la inexistencia de pruebas, la negación por norma y una sorprendente afirmación: que todo quedará en nada, que resplandecerá la inocencia de quienes ahora son presuntamente culpables de diversos delitos.
Da igual que emerjan sobres de dinero negro para pagos de corruptelas de todo tipo. Da igual que se esté evidenciando la financiación ilegal del PSOE. Da igual que el fiscal general del Estado tenga que ser acusado por otro fiscal subordinado al primero, en una situación absolutamente kafkiana e inaudita. Lo de menos es que Sánchez no haya presentado presupuestos, que salga derrotado en el Congreso día sí, día también, en una ficción de Gobierno sustentado precisamente por quienes quieren destruir España y utilizan como herramienta a un Sánchez dispuesto a todo por mantenerse en el poder, pues sabe que, si lo pierde, las consecuencias judiciales serán mucho más contundentes al no disponer de las palancas para evitar o disminuir una hecatombe judicial y política más dura de la que ya se evidencia.
¿Y qué as guarda en la manga Sánchez para solucionar todo este panorama? Algunas cabezas se giran y sus ojos se fijan en Conde-Pumpido, ese Tribunal Constitucional prostituido ya con la amnistía, pero que indudablemente aún puede caer mucho más bajo, aún puede alcanzar niveles más altos de corrupción institucional. Me viene a la memoria la frase de Groucho Marx: «Partiendo de la nada hemos alcanzado las mayores cotas de la miseria». Sin embargo, la duda de que el Tribunal Constitucional pueda arreglar toda la situación judicial del PSOE es lógica; pero, visto lo vivido, todo es posible en este sucedáneo de democracia al que nos está llevando Sánchez.
Pero toda esta degeneración no puede ni debe eternizarse. Ningún país sobrevive mucho tiempo a una corrupción sistémica cuando las instituciones se ponen al servicio de la impunidad. España está hoy ante una encrucijada moral y política que no admite ya el silencio ni la tibieza: o se rescata el Estado de Derecho o se consuma la ruina de la nación.
Y cuando todo se sepa, cuando caigan las máscaras y los cómplices huyan del barco, sólo quedará la evidencia de que Sánchez y su padre putativo Zapatero no sólo destruyeron y prostituyeron el Gobierno de España, sino que están intentando destruir una nación, España, que es la mayor de las traiciones. La Historia, pero sobre todo la Justicia y también la sociedad, debería juzgarlos y castigarles por ello.