LA BUENA SOCIEDAD

François d’Orléans, el príncipe jardinero

príncipe François d'Orléans

S.A.R. el príncipe François d’Orléans pertenece a una de las casas reales más antiguas de Europa, la de Francia. Desciende por línea directa de San Luis y de Luis Felipe, el último rey de los franceses. Monseñor, el tratamiento que por tradición le corresponde es nieto de los condes de París, los icónicos Enrique de Orleans e Isabel de Orleans Braganza. Es el hijo pequeño de la conocida princesa Beatriz de Orleans y de su ex marido, Michel de Orleans, que durante muchos años dominaron el glamour y la elegancia de un Madrid sacudido por la movida y la modernidad, y que poco a poco, gracias a personalidades modernas y cosmopolitas , y también tituladas, iba descubriendo lo que significaba una monarquía del siglo XXI a través de estos príncipes franceses de nacimiento, pero de corazón español, que trabajaban para vivir sin perder un ápice de la magia que es propia de las familias de la alta nobleza europea. Una aristocracia cosmopolita, culta y mundana.

François es primo del Rey Felipe al que conoce desde que nació. Como él desciende de Saint Louis, y aunque no habla de temas que conciernan a su familia, no tiene inconveniente en conversar tranquilamente de su vida en Mallorca, en Palma, la ciudad que con su esposa, la princesa Theresa, han elegido para vivir y criar a sus hijos. Nacida en una nobilísima familia alemana, los von Einsendel, Theresa es hija de la princesa Amelie de Urach, nieta de una princesa de Luxemburgo y y emparentada con grandes de la escena social alemana como los príncipes de Thurn und Taxis. Mallorca es su lugar para vivir y trabajar como paisajista y donde han nacido sus hijos.

François, extremadamente bien educado, es un joven de su tiempo interesado por todo, pero con una pasión, la jardinería, que ha convertido en su trabajo. Además, adora las fiestas y organizarlas, tanto que con su entonces prometida, que es relaciones públicas, fue el encargado de preparar su boda en el castillo familiar de Baviera, una de las bodas más elegantes y románticas de la alta nobleza. Se unían dos grandes familias, algo que no ocurre ya con demasiada frecuencia. El matrimonio se trasladó a París para vivir y trabajar tras su boda. Pero lo que tenían allí no les satisfacía y lo que tienen aquí en Mallorca les llena completamente. Una buena calidad de vida, simplicidad y un aeropuerto muy bien comunicado con las cuatro esquinas del mundo.

príncipe François d'Orléans
François y Theresa d’Orléans, condes de Drex, con dos de sus hijos en casa de Esteban Mercer.

También pensaron en la educación que querían para sus hijos y Mallorca ofrece todas las posibilidades, porque la familia representa la Europa de hoy, de sangre francesa y portuguesa y criado en España, François, y Theresa, alemana. Mallorca pura y dura, la verdadera isla multinacional que a día de hoy acoge a lo mejorcito del mundo. Incluso a un príncipe de profesión jardinero, que suena exótico, pero no lo es tanto.

Tiene una muy buena preparación en diseño de jardines, en botánica, pero la jardinería es su auténtica pasión desde que era un niño. En la escuela ganaba todos los concursos de jardinería y cuando descubrió que su prima hermana Victoria de Borbón-Dos Sicilias era jardinera no tuvo duda. Como Le Nôtre, el jardinero de sus antepasados que creó los jardines de Versalles, con esa capacidad de inventar nuevos conceptos y técnicas con la ilusión de inventar lo que parece imposible, traer más vida a la ciudad de una manera económica y sostenible. Es estúpido gastarse millones de euros en cosas que no tengan función ninguna y en cambio descuidar o no invertir en los jardines, que en las ciudades son los espacios más agradecidos. Según François, que por Palma se nueve siempre en bicicleta, estamos lejos de otras ciudades del centro y norte de Europa mucho más avanzadas en términos ecológicos y económicos.

príncipe François d'Orléans
El príncipe François d’Orléans, con su hijo pequeño en brazos.

Explica que si uno se pasea por la ciudad, se dará cuenta de que se han cortado los árboles, por enfermedad seguramente, y no se han repuesto. Su hueco se cubre con cemento o césped. Asegura que hay que mejorar en detalles sin complicarse la vida, pensar en el mantenimiento, porque se gasta mucho dinero en el verde sin pensar en lo que eso supone. Se pone césped en lugares donde la gente no anda, sólo para hacer bonito, y cuesta una fortuna de mantener y consume mucha agua. Hay plantas mucho más adecuadas para hacer bonito, plantas como el romero o las lavandas que son de fácil mantenimiento y consumen poca agua.

Al príncipe de Francia le gustan todas las plantas, pero generalmente las que están en la naturaleza y no se ven. Las vivaces, las que desaparecen en invierno, las que sólo aparecen en determinadas épocas del año. Las hortensias vivaces, son junto con las magnolias, sus flores favoritas. Curiosamente en Mallorca las plantas más difíciles de encontrar en un vivero son las autóctonas, se queja. El jardín es el marco perfecto de una casa bonita o de una ciudad, es como el marco bello, el que ennoblece las obras maestras del arte. Mallorca es una isla perfecta, porque es difícil de ordenar paisajistamente.

En opinión de François d’Orléans ser príncipe hoy, en su caso, significa, todo y nada. Sus padres le educaron para trabajar y servir. En ellos hay una responsabilidad enorme que es la de guardar la historia que para entender el presente significa mucho. No se siente un privilegiado, pero lo es, admite, y también la responsabilidad que conlleva frente a otros que miran de reojo a esos personajes que no dejan de ser un legado de la historia con aroma a cuento de hadas y muchas dosis de realidad, de la dura.

Su abuelo estuvo a punto de ser Rey de Francia

Se dice que Francia es más monárquica que muchas monarquías, sin embargo, ha perdido muchas de sus tradiciones, las grandes tradiciones francesas que fueron aniquiladas en pos de una república, que ha robado al país gran parte de su identidad histórica. Muchos la buscan en símbolos erróneos. De ahí la crisis política que está llevando a Francia a un lugar muy peligroso.

Su abuelo estuvo a punto de ser Rey de Francia con Charles de Gaulle, que era muy monárquico. Las monarquías, el sistema, las democracias son para discutir avanzando. En Francia pasó la oportunidad, quizás para siempre, con su abuelo, pero España es, sigue siendo, un ejemplo de estabilidad que  se consiguió instaurar siguiendo la tradición histórica. No hubo dramas porque está en el ADN del país, del que cree no se es muy consciente desde dentro y sí, y mucho, desde fuera. Tener tradición es muy importante.

François y Theresa son dos personas con los pies en la tierra que no buscan ningún tipo de protagonismo, al contrario, pero que respetan sus orígenes, que en gran parte han conformado la historia de Europa. Para los que estén interesados en la historia de verdad, busquen estos títulos y verán cómo por las venas de ambos corre la sangre de muchos de los soberanos que han creado el futuro de este continente, antes unido por lazos de sangre y hoy cosido por la bandera de la Unión Europea, que también es azul. Los tiempos cambian, pero la vida sigue siendo la misma para casi todos.

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