Obituario

El fallecido Bernat Cifre y su contribución al nacimiento del Festival de Pollença

Ayer murió este gran conocedor de la obra de Miquel Costa i Llobera y recitador del poema 'Lo Pi de Formentor' 

Bernat Cifre
Bernat Cifre

Este lunes fallecía en Pollença a los 86 años el filólogo y catedrático de instituto Bernat Cifre, reconocido especialmente por su conocimiento de la obra de Miquel Costa i Llobera y gran recitador del poema Lo Pi de Formentor

En una comida que tuvo lugar en Ses Jonqueres Veres (Sa Pobla) el mes de agosto de 2016, Cifre relata los tres milagros que coinciden en Lo Pi de Formentor y que describía de la siguiente manera: “En primer lugar está el milagro de la calidad, porque es uno de los mejores poemas que jamás se hayan escrito; después tenemos el milagro de la precocidad, puesto que fue compuesto cuando Costa i Llobera tenía 21 años, y por último, el milagro del compromiso, ya que ideó un programa de vida simbolizado por la lucha de un árbol y se comprometió a seguirla, de manera que la vida de Costa es la vida del pino de Formentor”. Tal era su encendido entusiasmo hacia un ilustre pollencí y de hecho su tesis doctoral versó sobre Costa i Llobera.  

Los obituarios al uso centrarán el foco en la cualidad de Bernat Cifre como gran conocedor de la obra de Miquel Costa i Llobera y todo lo más alguna pincelada sobre el amor que sentía por la música. Mi pequeño homenaje a la figura de Bernat Cifre lo voy a centrar en su contribución al nacimiento del Festival de Pollença, que no se entiende de no haber tenido lugar el ciclo dedicado al compositor pollencí Miquel Capllonch, entre los años 1959 y 1961 en el Club Pollença. 

En la imagen que ilustra este reconocimiento póstumo, vemos a un joven  Bernat Cifre (con gafas), de 27 años, junto a Eugen Prokop (de frac) en el año 1962 con motivo de celebrarse el I Festival Internacional de Música de Pollença. He elegido esta fotografía por su enorme significado, ya que no es casual su presencia entre los protagonistas de aquella primera edición, puesto que él mismo formaba parte del núcleo fundacional como miembro de la junta directiva de Joventuts Musicals de Pollença, organizadores del ciclo dedicado a la divulgación de la obra de Miquel Capllonch, clausurando este ciclo coincidiendo con el centenario de su nacimiento y proclamación de Hijo Ilustre de Pollença.

Uno de los miembros más activos en el proceso fue precisamente Bernat Cifre, asistiendo como espectador Philip Newman, quien se manifestó de inmediato partidario de darle continuidad a los actos del Club Pollença mediante la creación de un festival de música.

El mes de noviembre de 2020 acudí a su casa en Pollença para entrevistarle de cara a un documental conmemorativo del 60 aniversario del Festival que coincidió con la edición del pasado verano. Hablamos largo y tendido sobre aquellos lejanos días de 1962 en los que se reivindicaba a sí mismo como la pieza necesaria para poner en marcha los pormenores del Festival, siempre dejando claro que el gran artífice –el impulsor de la idea- fue Newman, con el apoyo incondicional del entonces alcalde Bartomeu Siquier, compañero de Philip Newman en esta aventura . En el archivo audiovisual de Micer, el estudio fotográfico oficial del Festival, queda en custodia este documento.  

Bernat Cifre se mantuvo fiel a los orígenes, por lo que era habitual verle en el claustro de Sant Domingo, siguiendo los conciertos desafiando al calor, impecablemente vestido de traje y corbata. También acostumbraba a hacerlo el poeta y cronista de Pollença, Miquel Bota Totxo, asimismo protagonista segundario, como hombre de confianza de Siquier en los años iniciales.

Solamente a partir de 2018, cuando Cifre acudía en silla de ruedas, decidió  cambiar su indumentaria. Solía ocupar una localidad vecina a la mía. Hasta relajar su presencia en 2020, apenas dos veladas, y su incomparecencia en agosto de 2021 debido a permanecer ya ingresado debido a sus dolencias. Cada noche yo le preguntaba al alcalde Bartomeu Cifre cómo estaba Bernat.

De un tiempo a esta parte cuando accedes al claustro lo primero que ves es enmarcado en ladrillos blancos una dedicatoria de Bernat Cifre al Festival y, nada más acceder, la mascarilla fúnebre de Philip Newman. Sintomático, de la proximidad de uno y otro en el pasado. He tenido el honor de escribir el libro de los 60 años del Festival de Pollença, de la misma manera que ser amigo personal de Eugen Prokop, íntimo de Newman y su gran sucesor en la dirección artística (en la foto va de frac, porque protagonizó un recital en la edición fundacional). Y asimismo tuve el privilegio de compartir asiento vecino al de Aguiló de Cáceres, el primer crítico que siguió sin descanso el desarrollo del Festival de Pollença. Todos ellos ya fallecidos.

Los amigos de Bernat Cifre que compartieron con él cursos de bachillerato en el Seminario antiguo le despedían así: “Un home bo que ha passat fent el bé, donant a tastar la dolçor i la bellesa literària de l’Escola Mallorquina a milers de persones. Un gran coneixedor de l’obra poètica de Costa i Llobera. Estimava amb deliri la lletra de Lo pi de Formentor, la música i la nostra terra. Un home així ha de tenir premi a la terra i en el cel”.

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