Los dos lugares a los que ser invitado, sí o sí

Mallorca cuenta con colonias VIP repartidas por toda la isla, Baleares también. Hago esta distinción para no alargarme con aquello de las Pitiusas -Ibiza y Formentera- y otras tierras pues cada una de ellas tiene su idiosincrasia particular.
Vivir el verano en Mallorca es, al menos si uno quiere participar de la vida social que cuenta, una maratón continua de cócteles, almuerzos, cenas, paseos en barco, compras en mercadillos o en la ciudad y así un suma y sigue que resulta divertido, pero también agotador. Resulta que hay quien cree que vivir toda esta gincana estival es una especie de competición y no se equivocan pues los hay que caen en esa trampa maligna.
La realidad es que la mayoría de los protagonistas de la vida social estival saben muy de antemano lo que les espera y llegan a las vacaciones más ajetreadas con los deberes hechos. Es fundamental contar con un vestidor bien surtido para no tener que repetir salvo que sea inevitable. Es raro ver a una gran señora usando el mismo vestido en dos veladas distintas. Es raro también que muchas de las caras no se repitan, así que no hay escapatoria posible.
Todo esto que ahora les estoy contando, que parece de una enorme frivolidad, no lo es en absoluto, al contrario, forma parte de un juego que viene desarrollándose desde hace siglos en todas las cortes avanzadas del mundo y la mallorquina lo es.
Les avanzo en el titular que dos lugares donde dejarse ver es impepinable si se quiere formar parte de esa élite tradicionalmente moderna que hunde sus raíces en lo que algunos llaman conservadurismo y yo defiendo desde el punto de vista contrario. La élites jamás han sido conservadoras. Pueden ser elitistas, y quien no lo es pertenezca a la tribu que sea, pero las que nos ocupan de rancias no tienen nada.
En ellas se valora por supuesto el saber estar, que incluye poseer no sólo educación y buenos modales, también una cultura que permita mantener una charla amena e interesante y el mundo suficiente para que si te presentan a una princesa japonesa sepas cómo tratarla.
Me parece fascinante comprobar, un año sí y otro también, cómo la isla nos regala sorpresas tan inesperadas como la visita de la reina de Tailandia, a la que nos coloca en un cóctel de regatistas bien al alcance de la mano y Su Majestad se muestra natural, digna, elegante, bella y moderna, lejos de mostrarse como la diosa que es, literal, como lo leen, en su país los reyes tienen rango de dioses en la tierra.
Como la de Tailandia hay muchas otras damas en este barco mallorquín que surca los veranos con salida en los próximos días hacia aventuras y sorpresas por descubrir, porque todos los años las hay. Sorpresas de toda índole, aunque algo me dice que la más grande este año nos la dará la Familia Real Española y será muy agradable. Algo me dice y alguien me cuenta. Y hasta aquí puedo contarles.
A lo que iba, hay muchas zonas de la isla donde las fiestas de postín se suceden una tras otra. Sin embargo, como en Sol de Mallorca y en Costa de los Pinos en pocas partes.
En ambas colonias, situadas a muchos kilómetros de distancia, viven sus veranos algunas de las familias más destacadas de la vida social y cultural de nuestro país, y con ellos llegan también a disfrutar de los veranos mallorquines grandes personalidades del mundo entero invitados por nuestros anfitriones de lujo.
A la cabeza de este batallón de grandes embajadores de la isla se encuentra Mayte Spinola, la reina de Sol de Mallorca, de la que ya les he hablado. Y son muchos más los que se desviven año tras año para que los veranos no decaigan.
Prepárense para vivir desde ya una maratón desde estas crónicas, ya que no pueden perderse nada de lo que está por llegar en forma de fiesta, del tipo que sea, pero que sea divertida. Mallorca se prepara para la gran época del año, hasta septiembre. Que Dios nos coja confesados y el verano con las fuerzas justas para sobrevivirlo. No es fácil.