OKDIARIO habla con las hijas del ‘Ángel de Budapest’: «Papá nos enseñó a no temer si se hace el bien»
Ángel Sanz Briz salvó a 5.000 judíos en Budapest engañando a los nazis
El diplomático zaragozano tuvo 5 hijos con el amor de su vida, Adela
A los hijos de Ángel Sanz Briz todavía se les rasgan los ojos al hablar de su padre. Han pasado muchas décadas desde que el diplomático zaragozano arriesgó caer en manos de los nazis y de los soviéticos para salvar a 5.000 judíos del exterminio en Budapest.
Su vida demuestra cómo la valentía de un sólo hombre, puede cambiar la vida de miles. OKDIARIO habla con Pilar y Ángela, dos de los cinco hijos que tuvo el diplomático zaragozano con Adela, el amor de su vida.
En Hungría es conocido como el Ángel de Budapest. En esta ciudad, tiene dedicada una avenida, y las nuevas generaciones han pintado con su rostro un colorido mural junto a la Gran Sinagoga, la más grande de Europa y la segunda más grande del mundo. Ha sido protagonista de una película y de una novela.
El Ángel de Budapest
«Nuestro padre siempre nos enseñó a no temer si se hace el bien. Él nunca presumió de lo que había hecho en Budapest con nadie. Sólo hablaba sobre ello si se le preguntaba. Para él fue la gesta de la que más orgulloso se sintió», explican.
«Nuestra madre no supo lo que hizo hasta que no pasó todo. Ella vivió en Budapest con él, ahí nació nuestra hermana mayor y se quedó embarazada de su segunda hija. Como el ambiente de guerra era cada vez más peligroso, mi padre se las llevó de nuevo a España, las acompañó, las dejó en la frontera, y regresó a Budapest para cumplir con lo que consideró su deber», relatan.
«Mi madre adoraba a su marido y le encantaba su profesión. Mi padre era tremendamente eficaz, trabajador, enamorado de lo que hacía. Para él, el deber era lo más importante», exponen. «Era un aragonés de pro, y cuando se enfadaba le salía el acento».
Entre los nazis y los comunistas
Corría el año 1944. A los pocos meses nació en Madrid la segunda hija. Aquellas Navidades, Ángel Sanz Briz volvería a España, justo antes de que los soviéticos tomaran Budapest.
«Lo hizo con el deber cumplido. Al regresar, fue cuando se lo contó a nuestra madre. Fue un momento muy peligroso. Si se enteraban los nazis, lo hubieran asesinado. Si lo cogen los rusos, cuando entran en Budapest al final de la II Guerra Mundial, habría acabado torturado en un gulag por ser español», explican.
El ingenio del diplomático
En el tiempo en que estuvo en Budapest, el diplomático logró nacionalizar a más de 5.000 judíos. ¿Cómo lo hizo? «Nuestro padre desempolvó una ley que ya no tenía vigencia en España, pero que le sirvió para nacionalizar a todos los judíos que pudo, con el pretexto de que eran sefardíes. En aquel momento, por suerte, los nazis no sabían que en esa zona de Europa casi no había sefardíes».
«En Budapest se corrió la voz de que España daba papeles. El Gobierno de Hungría sólo le dio permiso para nacionalizar a 300 personas. Nuestro padre era tremendamente eficaz, inteligente. Fue muy valiente. Se la jugó, él siempre nos dijo que si puedes ayudar debes hacerlo. Inventó una manera de engañar a los nazis», desvelan.
Explican que el Ángel de Budapest, «nunca numeró un documento más allá del 300, y en su lugar, fue añadiendo letras del abecedario a los documentos que expedía. Además, siempre los daba por núcleo familiar, nunca de manera individualizada».
«Él intentó que el Gobierno de España le diera permiso para expedir los documentos. Escribió varias cartas al Ministerio. Pero nunca respondieron. A él, en ese sentido, desde España no le negaron nada y optó por utilizar el poder que tenía en la Embajada como Encargado de Negocios de la Legación Española, para salvar a todas las personas que pudo», explican.
«Tiempo después, en 1944, los diplomáticos recibieron un telegrama de España pidiendo que ayudaran a los judíos. Cuando recibió este telegrama mi padre prácticamente había expedido casi todos los documentos, y había alquilado siete edificios para poder alojar a todas estas familias que estaban bajo su protección», relatan.
En la memoria
Los testimonio de todas estas personas supervivientes fue lo que le hizo ser reconocido como una de las primeras personas en el mundo con el título de Justo entre las Naciones, otorgado por el Estado de Israel.
Ángel Sanz Briz está enterrado en el cementerio de Zaragoza. Del panteón familiar fue trasladado a un área bautizada El Ángel de Budapest, por iniciativa del por aquel entonces alcalde, Jorge Azcón –hoy presidente del Gobierno de Aragón–.
Todos los años, cada 27 de enero, se celebra un acto en su memoria, coincidiendo con el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto. Este año, se plantará un árbol más en esta plazuela rodeada de un muro en la que se puede leer la siguiente inscripción: «Aquel que salva una vida, es como si salvara un universo entero».
«Todo lo que sabemos de lo que hizo nuestro padre, lo sabemos por los judíos supervivientes que contaron que él les había ayudado. Lo demás por la labor de los historiadores», explican.
«En aquel tiempo, no se contaban las cosas. Había sido un periodo terrible de sufrimientos y el impacto que les causó llevó al silencio muchos heroicos testimonios», concluyen.
Es inevitable. Cuando se escucha el testimonio en primera persona de Pilar y Ángela, uno oye más voces. De sus gargantas, no sólo hablan los descendientes de sangre, sino de alguna manera, los hijos de todos aquellos que nacieron gracias a su valentía. Ángel Sanz Briz y Adela tuvieron cinco hijos. A ellos la vida les dio miles de hermanos.