Bajas en el PSOE tras el pacto con Junts

Un ex alto cargo andaluz se da de baja en el PSOE y destroza a Sánchez: «Traicionas lo que defendemos»

Manuel García era delegado de Cultura de la Junta socialista en Málaga

Deja de ser afiliado del PSOE por "principios" tras sentirse traicionado por Sánche

Manuel García, PSOE, Pedro Sánchez,
Manuel García se da de baja del PSOE
Borja Jiménez

Manolo García, quien fuera delegado de Cultura de la Junta de Andalucía en Málaga entre los años 2008 y 2012, se ha dado de baja del PSOE y ha enviado una carta a Pedro Sánchez a Ferraz en la que destroza al líder socialista con varias verdades, entre las que destaca que ha «traicionado» todo aquello que siempre ha defendido el PSOE. 

«Hoy nos encontramos con que, por un puñado de votos de un partido
liderado por un prófugo de la justicia española, un partido supremacista que
representa los intereses de las élites catalanas, se está dispuesto a traicionar todo lo que se defendió ante nuestros votantes y nuestros militantes. Se dijo que no habría amnistía, que Puigdemont rendiría cuentas ante la justicia, que la gobernabilidad de España no recaería sobre quienes tienen como objetivo romper nuestra convivencia. Ahora hasta se admite una velada acusación de ‘lawfare’ a nuestros jueces, a los que se sitúa al borde de la sospecha de prevaricación por una pretendida injusta persecución de la insurrección independentista contra la Constitución», esgrime García en un momento de la misiva a Sánchez, publicada también en sus redes sociales.

«Es imposible construir un proyecto de gobierno progresista sometiéndose
al chantaje permanente de quienes no quieren compartir un presente y un futuro de convivencia», asegura Manolo García en otro punto de una carta que pueden leer completa a continuación… y en la que destroza a Pedro Sánchez.

Carta completa a Pedro Sánchez

Compañero Pedro Sánchez:

Tras meses de profunda meditación sobre el rumbo por el que estás conduciendo al Partido Socialista Obrero Español, me he visto obligado a tomar la dolorosa decisión de abandonar mi militancia por una cuestión de principios. Esta decisión es resultado de un proceso de observación y análisis de las decisiones que se han tomado en los últimos tiempos.

Desde la transición democrática en España, el PSOE se ha caracterizado
por liderar los procesos políticos atendiendo a los ideales de la socialdemocracia europea. La defensa de los valores de la democracia liberal representativa, del Estado social y democrático de Derecho, así como de la unidad de España garantizando la solidaridad entre las autonomías que la integran, han sido nuestras banderas como fuerza constitucionalista.

Hoy nos encontramos con que, por un puñado de votos de un partido
liderado por un prófugo de la justicia española, un partido supremacista que
representa los intereses de las élites catalanas, se está dispuesto a traicionar todo lo que se defendió ante nuestros votantes y nuestros militantes. Se dijo que no habría amnistía, que Puigdemont rendiría cuentas ante la justicia, que la gobernabilidad de España no recaería sobre quienes tienen como objetivo romper nuestra convivencia. Ahora hasta se admite una velada acusación de “lawfare” a nuestros jueces, a los que se sitúa al borde de la sospecha de prevaricación por una pretendida injusta persecución de la insurrección independentista contra la Constitución.

Es imposible construir un proyecto de gobierno progresista sometiéndose
al chantaje permanente de quienes no quieren compartir un presente y un futuro de convivencia fundados sobre el principio de solidaridad con el resto de los españoles. Pocas cosas son más reaccionarias que reclamar el derecho de los ricos a segregarse y desentenderse del destino de los que menos poseen.

El PSOE está perdiendo a chorros con este tacticismo cortoplacista, con
estos bandazos de cambios de opinión según convenga en cada momento, su credibilidad como fuerza política estructurante de la democracia española. El crédito se basa en la fiabilidad del liderazgo, en la fortaleza de ser fiel a unos valores éticos y en la capacidad de buscar nuevas alianzas con quienes compartimos principios democráticos, incluso desde las legítimas discrepancias ideológicas en muchas cuestiones.

Así fue como el PSOE hizo frente al desafío independentista contra
nuestra Constitución, apoyando al gobierno de Mariano Rajoy para aplicar el 155. Así fue cómo el compañero socialista Patxi López llegó a ser el primer
Lehendakari no nacionalista de Euskadi con los votos del Partido Popular. Así fue cómo hicimos la Constitución de 1978, en aquellas conversaciones entre el compañero Alfonso Guerra y el Diputado de UCD Fernando Abril-Martorell.

Sí se puede hacer política de otra manera, y tengo la intuición de que desearían que la hiciéramos muchos españoles, tanto en la derecha como en la izquierda moderadas. Desde luego, del modo en que estás conduciendo los acontecimientos no es posible seguir sintiéndose militante del Partido Socialista Obrero Español. De Ramón Rubial aprendimos que para los socialistas «primero España, luego el PSOE y después nosotros, los militantes».

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