Las chicas del piso de prostitutas de Sevilla se marchan pero los vecinos lo tienen claro: «Volverá a ser un prostíbulo»

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David García de Lomana

La presión vecinal ejercida durante meses por los vecinos del número 3 de la calle Turia (Sevilla) ha dado finalmente sus frutos. Esta pasado lunes -dos fechas antes del Día Internacional contra la Trata y la Explotación Sexual de Mujeres, Niñas y Niños- las chicas hacían la mudanza: camas, frigorífico, muebles… No tienen pensado volver por allí. Los vecinos los agradecen: «Está todo más tranquilo», pero también sospechan: «Volverá a ser un prostíbulo».

Aún permanece en el piso una de las mujeres, que preguntada por los vecinos, ha asegurado que se marchará el día 30. Quiere aguantar todo el mes para no perder la fianza y la mensualidad. Aunque la casa está ya prácticamente vacía, sigue durmiendo allí cada noche.

En la vivienda trabajaban «tres o cuatro chicas». El salón fue recortado para añadir otro dormitorio y disponer de más camas. Según los residentes de Turia, «tres eran las mujeres que ejercían» y una cuarta, la que aún vive en la casa, era la encargada de controlar que todo funcionase correctamente.

La mujer, colombiana, hizo hace años un curso de manicura y pone las uñas de gel y las pestañas a sus compañeras prostitutas. Aunque ella niega serlo. Se autodefine como la encargada del piso y lleva, según ella, el control de la limpieza y la comida del hogar. Que todo esté en orden. Pero los vecinos no le creen: «Se pasa las 24 horas allí metida». Ella asegura haber llegado a España engañada por una amiga, pero niega ser trabajadora del sexo. Aunque alguna vez se le ha escapado la palabra «cliente», dicen los vecinos.

Una vecina: «Se enfadó con nosotros»

Una de las vecinas que más relación tiene con la ‘limpiadora’, habló recientemente con ella: «Estaba muy enfadada porque le habíamos sacado fotografías haciendo la mudanza. Nos había prometido ya que se marchaba y no veía la necesidad de que esas fotos acabaran en la red. Fotos que han llegado incluso a su madre, en Colombia».

Algunos de los vecinos, que llevan sufriendo ruidos y desfiles de extraños «mañana, tarde y noche», empatizan con las prostitutas. Temen que el trasfondo oculte una red de trata de mujeres: «No lo sabemos con exactitud, pero las chicas, una vez que las identificábamos, dejaban rápidamente el piso y se trasladaban a otro. Ellas aseguran ser independientes, pero tenemos la duda de que sean utilizadas en una red de explotación sexual».

Hace unos meses, los vecinos decidieron investigar por su cuenta y «tirar del hilo». Empezaron por leer las experiencias de usuarios compartidas en un «conocido foro de puteros». Experiencias con todo lujo de detalles: «Empezamos a identificar a las chicas que estaban ejerciendo en el piso. No sólo para protegernos nosotros, sino para protegerles a ellas. Son las víctimas potenciales de este problema. Se les ofreció contactar con el Centro de Atención a la Mujer de Sevilla. Sé que se efectuó una primera llamada, pero luego ya no sé», relata un residente.

«El piso volverá a ser un prostíbulo»

La casera, que compró el piso en 2001, hace ya 17 años que no vive ahí. Recuerdan los vecinos más veteranos que un día no le dejaron entrar en la piscina porque no estaba al día con el pago de la comunidad.

Sospechan que la dueña pueda tener más pisos. Hablan de Málaga, pero no hay que irse tan lejos: denuncian que hay otro piso en otro bloque de la misma urbanización que se está utilizando para «lo mismo». Regentada por españolas, quizá algo más discretas, sus vecinos aún no han puesto el grito en el cielo.

Una vecina lo tiene claro: «Va a seguir, estamos segurísimos de que va a seguir, pero nosotros también. Y ahora ya no vamos a poner globos y carteles, ahora vamos a ir a denunciar. A donde sea: a Sanidad, a Inmigración, a Menores, a Hacienda… A todos».

Otro vecino revela que «la chica que está de encargada contactó con la dueña a través de un anuncio en el portal de contactos pasion.com y subalquiló las habitaciones a las otras chicas. La dueña, muy probablemente, recurrirá al mismo portal para captar nuevos inquilinos». Todos coinciden en que han ganado una batalla importante, pero aún queda guerra: «se meterán otras».

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