Greta Thunberg: Yo, Robot

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En uno de los episodios más hilarantes del reality bolivariano Aló Presidente, presentado por el desaparecido Chávez -mitad show, mitad Consejo de Ministros abierto al público-, su ministro de Educación quiso agasajar al comandante con la intervención de una niña de ocho años. La pequeña tomó la palabra ante la expectación general, les paso a reproducir los greatest hits de una alocución que se prolongó durante tres minutos : “Venezuela está siguiendo el modelo de integración de los países latinoamericanos y del Caribe, que nuestro libertador Simón Bolívar vio y soñó..”, “… lo que significa que estamos a un solo paso de confirmar la Asociación Latinoamericana de Integración, un solo bloque para el desarrollo y la autodeterminación de los pueblos…”; “… gracias a Dios están naciendo nuevos dignatarios comprometidos con sus países y ciudadanos, entre ellos Hugo Chávez, nuestro líder, que no ha hecho más que retomar nuestras raíces históricas…”; “… ahora, más que nunca, la espada de Bolívar camina por América latina..”; “… yo estoy segura de que cuando llegue a la adolescencia estaré orgullosa de todos ustedes, porque atendieron el clamor del pueblo y no intereses personales o extranjeros…”. Finalizada la intervención, el chavismo en pleno ovacionó tan afectuosa valoración del régimen.

No hay tiranía en el mundo que no haya utilizado a los más pequeños como palanca de transformación social. El adoctrinamiento de aquellos que están en pleno desarrollo es la mayor obscenidad que puede cometer un Estado contra la libertad y, en concreto, contra la libertad de pensamiento. Los niños tienen el derecho a formarse como ciudadanos libres y el Estado tiene la obligación de garantizar esa libertad. El otro día asistí atónita a una intervención de Greta Thunberg que, a la tierna edad de 15 años, clamaba amargamente por los derechos de los indígenas, “sus derechos están siendo violados en todo el mundo y están entre los primeros y más afectados por la emergencia climática y ambiental”. ¿Qué sabe una niña de 15 años sobre el movimiento indigenista? Nada, obviamente, nada.

Hay quien quiere ver en esta niña un símbolo de la lucha medioambiental, pero sus deficiencias y contradicciones dejan al descubierto los hilos que mueven al personaje. Comparar a  Greta con nombres como Mandela, Luther King o Gandhi, es una ignominia propia de un tiempo en el que la estupidez se ha globalizado. Todos los referentes históricos que han logrado trasformaciones profundas en la sociedad tenían tras de sí biografías largas, imponentes e inspiradoras de valores universales. Lo de Greta es un artificio que roza el ridículo.

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