Inmigración ilegal

Los ‘menas’ en Gran Canaria se amotinan cuando los van a sacar de un hotel para reubicarlos

En las últimas semanas ha habido un parón en la llegada de pateras y Cayucos hasta Canarias. En la primera parte de febrero sólo llegaron unos 200 inmigrantes ilegales a las Islas.

La quincena con mayores datos fue la primera de noviembre cuando llegaron 5.351.

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Alfonso Egea
  • Alfonso Egea
  • Jefe de Investigación en OKDIARIO. Anteriormente fui responsable de la sección de Actualidad y Sucesos en Espejo Público, en Atresmedia. He publicado cuatro libros y actualmente colaboro en programas de televisión en Mediaset y en Telemadrid. Agradecido por tener el reconocimiento de la Policía Nacional de Madrid y la medalla al mérito de la Guardia Civil.

Ahora que la situación de la llegada de ilegales hasta las Islas Canarias por vía marítima ha mejorado en cuanto al número de personas llegadas en pateras y cayucos los esfuerzos se están concentrando en distribuir a los inmigrantes que permanecen en las Canarias entre los centros de acogida y los campamentos para aligerar los hoteles en los que están alojados e intentar que con menos ocupación haya menos incidentes. Sin embargo, cada intento de reubicación, sobre todo si son menores, está acabando en disturbios. Algo ha ocurrido en la otra orilla, donde se origina la inmigración ilegal, y desde donde en los últimos meses han llegado a las Islas Canarias casi 30.000 personas a través de embarcaciones ilegales. Y algo ha sucedido porque, sin explicación aparente y después de que en enero de 2021 hayan llegado a Canarias 2.200 personas de forma ilegal, durante el mes de febrero sólo han llegado unos 200 inmigrantes. De todas esas llegadas los ‘menas’ siguen siendo un porcentaje muy alto.

Las fuentes consultadas por OKDIARIO apuntan a que este «cierre del grifo» no es nuevo ni se producen por primera vez en Canarias y suelen responder a cuestiones que trascienden la mera vigilancia de fronteras para convertirse en asuntos entre estados que aprietan o aflojan en su labor de vigilancia fronteriza para evitar salidas de personas de manera ilegal desde su territorio. Tal vez detrás de este parón se encuentre alguna maniobra política o tal vez importantes victorias legales como que Marruecos acabe de ser excluido de la lista de paraísos fiscales de la UE o que se haya renovado el tratado de pesca con Mauritania. Sea cual sea el motivo ese parón ha dado un respiro en muchos sentidos en Canarias, pero eso no significa que la situación sea por eso más fácil.

El cese de llegadas ha hecho replantearse la política de acogida y, sobre todo, de tutela de los menores no acompañados, los ‘menas’ que permanecen en las Islas, sobre todo los que están en la zona de Puerto Rico, en Gran Canaria. Allí es donde se ha ido acumulando el mayor número de conflictos protagonizados por inmigrantes ilegales, sobre, todo ‘menas’, entre ellos mismos o contra personal educador o incluso vigilantes de seguridad, policías locales y guardias civiles. Ese es uno de los motivos por el que se ha planteado la necesidad de ir vaciando esos apartamentos para enviar a estas personas a centros de acogida o campamentos. Pero ellos no están por la labor, al menos no la mayoría de ellos.

Violencia recurrente

En un residencial de apartamentos, en los que hace unos días se produjeron unos gravísimos altercados de los que ya informó OKDIARIO, trataron de coordinar un desalojo para trasladar a varios de los 200 ‘menas’ que allí están alojados. La respuesta fue extremadamente violenta por parte de los inmigrantes huéspedes de estos apartamentos. En las imágenes captadas por varios vecinos de la zona se aprecia como un nutrido de jóvenes de ocupantes de los apartamentos se enfrentan a los educadores cuando les comunicaron la posibilidad del traslado. El lanzamiento de sillas y los intentos de agresiones se prolongaron durante bastante tiempo hasta que se decidió paralizar el traslado por el momento.

¿Y de dónde nace este estallido de violencia? La custodia de los menores en estos apartamentos a cargo de educadores es mucho más complicada que si estuvieran en un centro cerrado. Allí también han protagonizado episodios violentos, pero la custodia siempre es más sencilla y efectiva que un establecimiento hotelero. Son los propios residentes de las zonas cercanas los que son testigos que durante el día el control de los inmigrantes ilegales es mínimo. Por una parte, es lógico, porque a los adultos no los puedes tener confinados contra su voluntad a no ser que se encuentren policialmente detenidos, y ese no es el caso. El problema es que esa laxitud también afecta a los ‘menas’, que salen de los hoteles, deambulan por los alrededores del recinto hotelero y luego regresan. Es entonces cuando es más difícil controlarlos.

Es cada vez más habitual por parte de las patrullas de Seguridad Ciudadana identificar a menores inmigrantes que participan en reyertas y que portan armas de corte artesanal pero extremadamente peligrosas. Hace solo unos días un joven fue detenido en la zona de Arinaga portando un machete de grandes dimensiones. La imagen del arma acompaña este reportaje. Independientemente de los vídeos y las fotos las autoridades de la zona siguen manteniendo que no existe un aumento de la criminalidad ni que se ha disparado la alarma social. Seguramente por eso no hace mucho regresó a Mogán una unidad de élite de la Guardia Civil para recuperar el control de una situación soportable a cientos de kilómetros del problema, pero insostenible para los que conviven con esa situación a diario.

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