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En 1971 era para muchos una fea mole de hormigón: hoy es uno de los mayores iconos arquitectónicos de Barcelona

iconos arquitectónicos de Barcelona
Parte superior de la Torre Urquinaona. Foto: Zarateman en Wikimedia Commons.

La capital catalana supo proyectar al mundo una imagen ligada al modernismo y a los grandes nombres de la arquitectura, como Gaudí. Sin embargo, su identidad urbana es mucho más amplia y está marcada también por construcciones de otros periodos que hoy son reconocidas como iconos arquitectónicos de Barcelona.

Uno de los momentos de mayor expansión urbana coincidió con la segunda mitad del siglo XX, cuando el brutalismo dejó una huella visible en distintos rincones de la ciudad. Dentro de este movimiento surgieron construcciones que rompieron con la tradición ornamental y se presentaron como masas de hormigón y líneas geométricas que marcaron un contraste evidente.

¿Cuál es uno de los grandes iconos arquitectónicos de Barcelona para visitar?

Entre todas las obras brutalistas, la Torre Urquinaona ocupa un lugar especial. Proyectada por Antonio Bonet Castellana en colaboración con Benito Miró Llort, se terminó en 1971 en pleno Ensanche, justo en el chaflán entre la plaza Urquinaona y la calle Lauria. Su planta octogonal aprovecha al máximo el espacio disponible y la diferencia de otros rascacielos de planta cuadrangular.

Con 70 metros de altura y 22 pisos, fue concebida como edificio de oficinas y hoy está incluida en el Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Cataluña.

La torre presenta una irregularidad en sus últimos niveles que rompe con la monotonía de su estructura. Para su revestimiento se escogió el gres salado de tonalidad oscura, un material elegido por su resistencia al paso del tiempo y su integración en un entorno urbano expuesto a la humedad y la polución.

Bonet defendía esta elección explicando que las fachadas en Barcelona tendían a oscurecerse con los años. Según sus propias palabras: «Este conjunto se construyó a base de unas grandes placas de gres salado, cuyo color será inmune al paso del tiempo y de los efectos atmosféricos».

Cambios en la normativa y el contexto urbano de la Torre Urquinaona

La construcción de la Torre Urquinaona, uno de los iconos arquitectónicos de Barcelona más bastardeados al principio, fue posible gracias a la flexibilidad de la normativa urbana durante el mandato del alcalde José María de Porcioles.

Se trataba de la llamada ley de edificios singulares, que permitía alturas superiores a las establecidas por la planificación vigente. Gracias a esa disposición se levantaron inmuebles como este o el Edificio Colón, que hoy serían difíciles de aprobar en pleno centro de la ciudad.

En 1999, la torre sufrió un incendio que afectó a tres de sus plantas, aunque fue rehabilitada y mantiene su funcionalidad. Actualmente, alberga oficinas, consulados y un espacio de acceso público que se ha convertido en un atractivo turístico.

Antonio Bonet, el arquitecto detrás del proyecto

Antonio Bonet Castellana, formado en la Escuela de Arquitectura de Barcelona y discípulo de Josep Lluís Sert y Le Corbusier, fue una figura clave en la introducción del racionalismo en Cataluña. Su trayectoria se desarrolló entre España y Latinoamérica, donde fundó el Grupo Austral en Argentina.

En Barcelona dejó proyectos como La Ricarda, el Canódromo Meridiana o el edificio Mediterrani, además de la Torre Urquinaona. Su obra refleja una síntesis entre funcionalidad y estética racionalista, y con el paso de los años ha ganado reconocimiento como parte del legado arquitectónico de la ciudad.

Así es el presente de uno de los íconos arquitectónicos de Barcelona

Hoy en día, la Torre Urquinaona no solo conserva su valor arquitectónico, sino que también ofrece una experiencia cultural y de ocio. En su azotea funciona una empresa privada llamada Unlimited Barcelona, que ofrece un mirador panorámico que permite contemplar la ciudad desde una perspectiva de 360 grados.

El espacio abre gran parte del año y organiza actividades vinculadas a la puesta de sol, acompañadas de música y servicio de bar. Existen entradas generales y paquetes especiales para disfrutar de estas vistas.

Además, se han diseñado propuestas adaptadas para familias con niños, que incluyen recorridos didácticos.

El auge del brutalismo en Barcelona

Durante los años sesenta y setenta, Barcelona experimentó un fuerte crecimiento demográfico. El Plan General Metropolitano impulsó la edificación de numerosos inmuebles destinados a oficinas y viviendas.

En ese contexto se levantaron cerca de 150 edificios de estética brutalista que se distribuyeron tanto en el centro como en la periferia.

La Torre Colón, finalizada en 1971, es un ejemplo de este estilo. Con sus 22 plantas y su revestimiento de piedra artificial, se convirtió en un hito del frente marítimo próximo al Raval.

Otro caso destacado es la Torre Atalaya, situada en la Avenida Diagonal, que utiliza un recubrimiento de mortero de cemento blanco. Estas construcciones mostraban la sobriedad del brutalismo y su preferencia por formas rotundas y materiales resistentes a la contaminación urbana.

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