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‘Mariliendre’: Los Javis arriesgan con una serie en la que brillan Blanca Martínez y Martin Urrutia

Martin Urrutia y Blanca Martínez Rodrigo en 'Mariliendre'.
Martin Urrutia y Blanca Martínez Rodrigo en 'Mariliendre'.

Crítica de Mariliendre, serie que se estrenará el próximo 27 de abril en Atresplayer (la plataforma de pago de Atresmedia) y que está producida por Javier Calvo y Javier Ambrossi (Los Javis). Protagonizada por una estupenda Blanca Martínez Rodrigo y por el extriunfito Martin Urrutia (todo un gran descubrimiento), la ficción es una fantasía musical con canciones míticas de principios de los 2000 y rinde homenaje a las llamadas mariliendres, término que nació de manera despectiva (como maricón) y del que la comunidad LGTBI se ha apropiado para darle la vuelta y reivindicar a todas esas mujeres heterosexuales y cis que ven en el mundo gay un refugio en el que ser libres. La serie es divertida, reflexiva, emotiva y está muy bien realizada. Eso sí, habrá quien la acuse de promover ciertos estereotipos o de de estar dirigida a un nicho de público demasiado hermético. Es cuestionable.

¿De qué va la serie?

Resumen rápido de lo que el espectador se va a encontrar en Mariliendre: Meri Román (Blanca Martinez Rodrígo) era una reina de la noche gay de Madrid, pero de eso han pasado ya más de 10 años. Ahora, a sus 35, es una diva destronada que vive atormentada por su pasado y aburrida en su mediocre presente.

Tras la muerte de su padre, Meri reconecta con su séquito de amigos gais, rememorando su pasado y los temazos musicales que marcaron aquella época, mientras intenta definir su caótica vida y su identidad.

El elenco de la serie ‘Mariliendre’.

Estereotipos y mascotas

La amistad entre  hombres gais y  mujeres heterosexuales es históricamente popular. Se entiende que ambos sectores, en peligro por el patriarcado, se juntan y se entienden pero también hay riesgos. Cuando empezó a haber representación LGTBI en la cultura (libros, cine o televisión) solía ser, o bien muy dramática (siempre morían o eran marginados) o muy secundaria, acuñando así el término «mejor amigo gay». Los hombres homosexuales aprendimos a que, para sobrevivir, había que hacer un papel ante la comunidad, de ahí que pensáramos que teníamos que ser los graciosos, los cultos, los estilosos o sensibles, aquellos que siempre ofrecían su hombro para que la protagonista de la historia llorara sus penas (cuánto daño hizo Sexo en Nueva York en este sentido). Pero esta impostura, este papel, a veces tiene un precio muy alto: el síndrome de ser la mascota de alguien.

La otra cara de la moneda es la llamada mariliendre, término que nació como insulto para todas aquellas mujeres heterosexuales y cis que se sienten más cómodas siendo las únicas en una banda de hombres gais. Ellas se sienten más seguras y especiales dentro de esa comunidad, lo que también implica que se conviertan en bufones de otros.

Mariliendre juega con todos los tópicos de la cultura gay: sexo sin compromiso, drogas, fiesta, desfase… Habrá quienes no se sientan identificados ( ser homosexual no es una definición absoluta de la persona) o crea que la serie contribuye a estigma pero, dos cosas: A) Una ficción no le debe nada al espectador. Se trata de contar una historia que, por muy localista que sea, al final conecta emocionalmente (a eso se le llama universalidad). B) El guion de Mariliendre es lo bastante inteligente como para revertir lo andado y debatir sobre eso que se llama cultura queer. No, ni se romantiza el consumo de drogas ni nada por el estilo, al revés.

Lo mejor de Mariliendre es el mensaje final. La serie habla ( y esto vale para cualquiera) de los cuidados (casi siempre asociados a la mujer), de cómo nos convertimos en actores secundarios por el bien de otros que ni lo valoran.

¿Demasiado de nicho?

He visto la serie entera dos veces (y las que quedan). Reconozco que me ha entusiasmado por su humor, sus números musicales y sus personajes inolvidables. Los Javis (que aquí ejercen de productores) vuelven al tono de Paquita Salas, ese humor muy localista, carne de meme, sin perder el sentido de la emoción.

El equipo de 'Mariliendre'
El equipo de ‘Mariliendre’

Sin embargo, compañeros de profesión (que no están dentro de la comunidad LGTBI) me cuentan que la serie les ha dejado fríos. ¿Está solo dirigida para un público gay muy concreto, aquel que se vuelve loco con Eurovisión o que sólo sale por Chueca? Tal vez, pero es que un servidor no puede ser objetivo. Creo que es un producto mainstream muy bien realizado y que tiene una historia muy potente. El tiempo me dará la razón (o no).

Valores añadidos

Que una actriz con sobrepeso protagonice una serie cuya trama no gira en torno a su físico, es un regalo, sobre todo si ella es Blanca Martínez Rodrigo ( el gran descubrimiento de la infravalorada Todas las veces que nos enamoramos- Netflix-). La intérprete sale en todas las escenas y supera el reto con creces. La evolución de su personaje (en sus dos líneas temporales) se muestra a la perfección en el rostro de esta mujer todoterreno. A su lado tenemos a Martin Urrutia, recién salido de OT 2023, quien se estrena en la interpretación con honores.

Martin Urrutia en 'Mariliendre'.
Martin Urrutia en ‘Mariliendre’.

El otro gran valor añadido de Mariliendre es el apartado musical con canciones de Malú, Paulina Rubio, Chenoa (hay un capítulo dedicado a ella), Sonia y Serena y muchos más artistas que marcaron una época cultural en nuestro país. Las versiones son fantásticas y aportan dramatismo a la trama, no son números musicales gratuítos e innecesarios (¿Alguien ha mencionado Emilia Pérez?). Y para terminar, una confesión: nunca me habría imaginado un universo en el que llorara de emoción (que no de espanto) al escuchar Dime, de Beth. En Mariliendre todo es posible.

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