Fenómenos espaciales

Una bola de fuego atraviesa España y los expertos confirman su origen: no era un meteorito cualquiera

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La noche del pasado viernes, numerosos testigos de distintas provincias españolas fueron sorprendidos por el paso de una brillante bola de fuego que cruzó el firmamento, dejando tras de sí un destello que llegó a superar en luminosidad a la propia Luna llena. El fenómeno, visible desde zonas de Castilla-La Mancha, Andalucía, Murcia y parte del Levante, fue detectado por los sistemas de monitorización del Proyecto SMART, que opera el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) en colaboración con la Red de Bólidos y Meteoros del Suroeste de Europa.

Los análisis preliminares apuntan a que se trató de un «meteoro rocoso» procedente de los restos de un cometa, probablemente vinculado a las lluvias de meteoros Alfa-Capricórnidas o Perseidas, ambas activas en estas fechas.

Según las mediciones recogidas por las cámaras de observación, la bola de fuego entró en la atmósfera a una velocidad estimada entre 85.000 y 90.000 kilómetros por hora, iniciando su trayectoria a unos 100 kilómetros de altitud y desintegrándose de forma completa a unos 70–75 kilómetros sobre el suelo, sin que ningún fragmento alcanzara la superficie.

Aunque la realidad es otra, ya que se trata de basura espacial. Estos objetos son el conjunto de objetos artificiales que orbitan la Tierra sin utilidad, como satélites fuera de servicio, restos de cohetes y fragmentos generados por colisiones o explosiones, que pueden ir desde grandes estructuras hasta diminutas partículas de pintura

El brusco rozamiento de estos objetos con la atmósfera a esta enorme velocidad hizo que se volviera incandescente, generándose así una bola de fuego que se inició a una altitud de unos 116 kilómetros sobre la localidad de Jarafuel (Valencia).

El Instituto de Astrofísica de Andalucía confirma que el fenómeno fue «completamente inocuo» y no supone «ningún peligro» para las personas ni para las infraestructuras, dado que la desintegración se produce a grandes alturas y los fragmentos, de existir, son minúsculos.

Aun así, los investigadores animan a quienes presencien estos eventos a «comunicarlo y enviar grabaciones» para ayudar en el estudio de las trayectorias y el origen de estos visitantes fugaces del espacio.

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