Crítica de la serie ‘Noche de chicas’: feminismo de pacotilla
Crítica de Noche de chicas, nueva serie de Disney+ en la que se vende un feminismo de pacotilla. ¿Por qué? Porque no tiene lógica. Es una producción mal rodada y peor escrita. La sororidad que propone es de brocha gorda, demasiado reduccionista. Un grupo de amigas utilizan el ojo por ojo con un trío de violadores. Vale, no es la idea más original del mundo pero puede ser efectiva. Aquí no. A pesar de contar con grandes nombres como María León, Paula Usero, Leticia Dolera o Silvia Alonso, la ficción parece un chiste amateur.
Una gasolinera perdida. Una chica vestida de cuero mira intensamente a un hombre desde la distancia. Suena música de western de serie B. Todo es en un blanco y negro que más bien parece un filtro de Instagram. Ella termina de llenar el depósito de su moto. No deja de mirar desafiante al tipo. La joven frunce el cejo, hace una peineta y se va. Imagen de ella en su moto, perdida por la sierra de Madrid. Fundido a negro. Así comienza Noche de chicas. ¿Qué es esto, una parodia de Saturday Lights Nights sobre anuncios horteras de los 80? Ojalá. De repente, la imagen se colorea y vemos a un grupo de amigas que están en una casa de campo. Una de ellas se levanta antes, se pone a caminar por su finca y descubre, en una cabaña nada oculta, que alguien está atacando a otra persona. Ella, perfectamente peinada y maquillada a pesar de ser las ocho de la mañana e ir de resaca, corre por el campo hasta que pone morritos de angustia, tropieza y se desmaya (qué capacidad insólita tienen en las series de perder el conocimiento con el más mínimo golpe). Ya hay demasiados spoilers. Sólo decir que, a partir de ese momento se nos intentará contar una historia sobre un grupo de amigas que, viendo que la sociedad es tan injusta y machista en general, se tomará la justicia por su mano aunque ni les vaya ni les venga la causa.
Aunque se haya rodado en España y la gran mayoría del casting sea patrio, la serie es mexicana, está producida por Noche de Chicas AIE para la plataforma de streaming de Televisa Univision, Vix y está creada por Javier Naya y Sergio Cánovas. Dicho esto, hay que empezar la crítica: Noche de chicas es fea de ver. La fotografía es fea ( esa luz brillante, esa nitidez tan de vídeo casero). Fea también es la puesta en escena (todo tan estático, sin naturalidad, y esos planos tan poco estudiados) y la casa en la que se desarrolla la acción. Se nota una ostentosa falta de presupuesto aunque… Un momento… María León, Paula Usero, Leticia Dolera, Aislinn Derbez (La casa de las flores) o Silvia Alonso son las protagonistas. Estas actrices no son baratas. Dinero se ha invertido. Entonces ¿qué ha pasado? ¿De verdad un creativo confía tan poco en su producto, en su historia, que necesita famosos para venderla? De nada sirve un casting de campanillas si lo que se va a contar no funciona. Y ojo, no hace falta mucho presupuesto para hacer algo digno. Para nada.
La trama, vistos los tres primeros episodios (no se necesita más) es de un reduccionismo aburrido. Las mujeres son víctimas, los hombres son depredadores. Que sí, que nadie niega la violencia machista, las injusticias y demás, pero el arte está para ver puntos de vista distintos, para ponerte en la piel de otros, para reflexionar. Aquí todo es obvio e incluso ridículo. No hay trasfondo. Si recordamos otras obras que también explotaban la venganza femenina contra el patriarcado ( Big Little Lies, Hard Candy, Revenge o Una joven prometedora), Noche de chicas pierde por goleada por no saber ver más allá, por previsible, por ser poco generosa con los personajes y por no atreverse a cuestionar lo que está contando. Los diálogos son espantosos por explicativos, el guion es confuso de manera gratuita. Se abusa de unos flashbacks muy mal insertados y se intenta colar humor negro que ni escuece ni hace gracia. Uno no sabe qué serie está viendo. ¿Ventajas? María León y lo cortos que son los capítulos. Nada más. Qué pena lo de utilizar el feminismo como excusa narrativa para, luego, hacer algo como esto. Qué pena. Y que nadie se queje de que, a lo mejor, si se ven todos los capítulos, se entiende su mensaje o mejora la trama. Una serie, con toda la competencia que hay, tiene que venderte la moto en el primer episodio. Si no, el espectador se va.