Te quedarás helado: 36 grados bajo cero en este refugio natural del cambio climático de Picos de Europa
La naturaleza también crea sus propios refugios climáticos
En zonas de alta montaña se detectan depresiones en las que se acumula aire excepcionalmente frio
Estas piscinas de aire frío podrían proteger a las especies del cambio climático

Este verano se está hablando ampliamente de los refugios climáticos en los que podemos protegernos de las elevadas temperaturas, especialmente en las ciudades, en las que el efecto isla de calor y el cambio climático están provocando que se disparen los termómetros por encima de los valores ya de por sí cálidos del verano.
Menos conocido resulta el hecho de que la naturaleza también cuenta con espacios cuyas condiciones particulares los hacen más resistentes ante el calentamiento global. Así ocurre en las llamadas piscinas o pozas de aire frío (en inglés, cold air pool, o CAP, por sus siglas), investigadas en el marco del proyecto REBECA, financiado por Parques Nacionales de España.
El nombre completo del proyecto es: Las pozas de frío de los Parques Nacionales Españoles: ¿microREfugios de BiodivErsidad ante un clima CAmbiante?, de donde proviene el nombre abreviado de REBECA. José Ignacio García Plazaola, profesor y biólogo de la Universidad del País Vasco, es el investigador principal de ese proyecto, que puede ser de mucha utilidad en la búsqueda de soluciones frente al cambio climático.
Acumulación de aire frío
Una CAP es un tipo de fenómeno meteorológico que se produce en lugares muy localizados. A grandes rasgos, es una acumulación de aire muy frío en un sector topográfico deprimido. Como sabemos, el aire frío es más denso y pesado que el caliente, lo cual facilita su bajada hasta depositarse en una depresión del terreno, sobre todo en noches estables y con vientos en calma.
Como explica el equipo de REBECA en el primer artículo científico publicado sobre el proyecto: «Bajo tales condiciones el drenaje del aire frío más pesado de las elevaciones más altas causa su acumulación durante días o semanas en el fondo de estas depresiones, llevando a que las temperaturas disminuyan dramáticamente y se desacoplen de las condiciones climáticas regionales».
«Estas ubicaciones particulares que son frecuentes en paisajes kársticos, volcánicos y glaciares, han sido propuestas para actuar como microrrefugios de biodiversidad en el contexto del calentamiento climático», añaden los investigadores, que esperan que REBECA sirva para comprender mejor cómo afectan las condiciones de las piscinas de aire frío a la biodiversidad, específicamente a las plantas y microbiota edáfica (microflora y microfauna presente en el suelo) que allí se encuentran.
Alta montaña
REBECA centra sus estudios en la biodiversidad de las CAP halladas en tres parques nacionales, como son los del Teide, Picos de Europa y Sierra Nevada. Hay que tener en cuenta que las pozas de aire frío se encuentran sobre todo en zonas de alta montaña, donde las condiciones de altitud contribuyen a enfriar al aire.
Por este motivo, los investigadores han instalado en las CAP localizadas en estos parajes decenas de dataloggers para la recogida periódica de datos y variaciones termométricas.
El proyecto comenzó el pasado 2024 y finalizará en 2026, por lo que todavía queda mucho trabajo por hacer en cuanto a las mediciones y los análisis en profundidad de los resultados que se obtengan.
Teide
Sin embargo, REBECA está empezando a dar ya sus primeros frutos, que tienen que ver con las temperaturas registradas en las zonas que han sido identificadas como CAP para su estudio, precisamente por sus condiciones diferenciales.
Por ejemplo, en el Teide, en la zona categorizada como CAP 7 Cañadas, una estación meteorológica ha llegado a registrar temperaturas de hasta 16 grados bajo cero, mientras que otras estaciones cercanas mostraron valores muy superiores, de entre 3 y 5 grados sobre cero.
Al principio se pensó que esta espectacular diferencia de grados centígrados fue provocada por un fallo en la medición, pero la causa real es la singularidad topográfica del lugar, que favorece esta acumulación extraordinaria de aire frío tan propia de las CAP.
Picos de Europa
Pero la piscina fría que registra temperaturas más extremas ha sido la identificada en la vega de Liordes, una depresión ubicada en el municipio leonés de Posada de Valdeón, en el macizo central de los Picos de Europa.
También se están recogiendo datos para entender el comportamiento del microclima propio de la CAP allí detectada. Lo que ya sabemos es que una estación meteorológica midió en el citado enclave una temperatura de -35,8 grados centígrados, hecho que se produjo el 7 de enero de 2021. Estas mínimas espectacularmente bajas se alcanzan allí forma frecuente.
A la espera de saber cómo se comportan estos microclimas, y cómo se adapta la biodiversidad de las CAP a unas condiciones tan excepcionales, lo cierto es que este tipo de investigaciones nos pueden dar información de gran interés sobre unos espacios que parecen resistir al cambio climático, demostrando, una vez más, que la naturaleza siempre está dispuesta a ayudarnos a encontrar soluciones.