Feria de San Miguel de Sevilla: Roca Rey corta una oreja y Morante la pierde por fallar con la espada
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El peruano Roca Rey, que cortó una oreja de poco peso, y el sevillano Morante de la Puebla, que la perdió por fallar con la espada, protagonizaron, en un acusado contraste, los momentos más destacables de la corrida que abrió hoy la feria de San Miguel, primera en la plaza de Sevilla después de un cierre de dos años.
Se notó pronto que, por eso mismo, el público tenía ganas de toros: en cuanto sonaron los primeros acordes de «Plaza de la Maestranza», el pasodoble que acompaña tradicionalmente los paseíllos en este legendario coso, todo el tendido rompió en una clamorosa ovación.
Y tal vez por eso, por esa felicidad del reencuentro, todo lo que se vio en la plaza se valoró con benevolencia, tanto para aplaudir mucho, con más o menos motivos, como para protestar poco, que también hubo por qué, como las justas fuerzas de la corrida de Victoriano del Río, derivadas de su falta de cuajo y musculación.
En ese contexto hay que entender la oreja de poquito peso que paseó Roca Rey del segundo de la tarde, que fue la joya y la excepción de un encierro de poca raza y entrega, cuando no rajado, y al que el diestro peruano prácticamente desaprovechó, aunque le pegara muchos pases.
La cuestión es que el bonito, fino y bajo ejemplar tuvo unas docenas de embestidas tan largas, de tanta calidad y de ritmo tan templado que pedían un toreo acorde que Roca no llegó a instrumentar más que en el inicio de la faena de muleta, cuando el animal tenía más inercia en la arrancada, pero no así cuando necesitaba que tiraran de él y le acompasaran su ritmo con los vuelos lentos del engaño.
Resolvió al final el joven suramericano con su toreo de arrimón, los efectismos entre los pitones tan habituales y recurrentes en su repertorio, y llegó así a calentar por fin al público para cortar esa oreja, solo que en el ambiente quedó la clara sensación de que el toro se fue al desolladero con una gran faena dentro.
En cambio, Morante de la Puebla sacó oro molido de donde solo había una embestida descastada y de poca entrega, como la que tuvo el cuarto, un toro mansón que acabó buscando las tablas y evitando la pelea.
Solo que delante estaba Morante, no solo un gran artista sino también un torero veterano de amplio oficio y un gran arsenal de recursos técnicos que le sirvieron para, con apenas medias embestidas, con cuarto y mitad de toro, sacar a escena un toreo intenso y variado que hizo las delicias de su público.
La intensidad llegó por el ajuste, por lo cerca y lo despacio que se pasó siempre esas sosas embestidas, sin dejar que el toro huyera, y la variedad por su amplia fantasía torera, capaz de adornar y envolver lo fundamental en todo un despliegue de muletazos de sabor añejo, ayudados por alto y por bajo, remates airosos, adornos floridos, para crear arte más allá de las buenas o malas condiciones del enemigo.
Y así fue su faena de hoy en Sevilla, solo que la espada no entró a la primera y el trofeo seguro, este sí de peso, se difuminó; no así la gran ovación que le tributó el público tras el deleite.
En la lidia de los otros cuatro toros pasaron muy pocas cosas: Morante no perdió el tiempo con el desarazado primero y Roca se alargó de más en la distancia corta con el rajado quinto, del que le pidieron otra oreja sin mucha fuerza.
Fue a ese segundo del peruano al que Pablo Aguado hizo un precioso y muy sevillano quite por chicuelinas que fue lo mejor de una actuación en la que, con uno descastado y otro áspero y con genio, el hispalense no terminó de hallarse a gusto ni de dar con la tecla.
FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Victoriano del Río (el 6º con el hierro de Toros de Cortés), de buenas hechuras y bien armados, pero todo a falta de un punto más de remate y cuajo. En cuanto a juego, en general, de escaso fondo de raza y medidas fuerzas, a excepción del segundo, bravo, con clase, ritmo y profundidad en las embestidas.
Morante de la Puebla, de negro y oro con remates rojos: dos pinchazos y media estocada atravesada (silencio); dos pinchazos, estocada trasera desprendida y descabello (ovación tras aviso).
Roca Rey, de tórtola y oro: pinchazo y estocada (oreja); estocada corta y descabello (vuelta al ruedo tras petición).
Pablo Aguado, de negro y plata: pinchazo, estocada atravesada y descabel (silencio); varios pinchazos (silencio tras aviso).
Entre las cuadrillas, destacó en la brega Iván García, quien también saludó en banderillas al igual que Juan José Domínguez, Juan Carlos Tirado, Pascual Mellinas y Viruta.
Primera corrida de la feria de San Miguel de Sevilla, con lleno dentro del 60% del aforo permitido (unas 6.000 personas). Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio por las víctimas del COVID.