Un ruso y un ucranio, los reyes del tráfico ilegal de bótox para chiringuitos de estética de España
Alexander y Lev, de países enemigos en la guerra, son socios en el tráfico ilegal de bótox
Se estima que hay decenas de víctimas que sufren secuelas tras inyectarse sus productos ilegales
Suministraban bótox y otros compuestos a chiringuitos de estética pero también a clínicas de renombre
![bótox, tráfico, Guardia Civil, detenidos](https://okdiario.com/img/2025/02/07/botox-interior-635x358.jpg)
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Son naturales de países enemigos en la guerra, pero ellos son socios en el tráfico ilegal de bótox. Alexander (ucraniano) y Lev (ruso) son los dos socios de la empresa en la sombra que desde hace tres años suministraba ilegalmente la toxina, el ácido hialurónico y otros medicamentos y cosméticos a más de 24 chiringuitos de estética de toda España. También vendían a clínicas renombradas que compraban de forma oculta y a bajo coste sus productos hechos en Corea del Sur. La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ha dado con ellos, los ha arrestado y desmantelado su imperio de distribución
Los dos socios originarios de países enfrentados encontraron un punto de entendimiento en su amor por el dinero fácil, el tráfico ilegal de medicamentos, la evasión de impuestos y el blanqueo de dinero. Su relativa juventud, tanto Alexander como Lev tienen menos de 40 años, su estatus de expatriados en España y la lengua común, les ayudaron a crear la empresa que durante más de tres años ha liderado el mercado de productos ilegales de estética importados ilegalmente desde Corea.
Los reyes del bótox diseñaron un plan casi perfecto para ganar dinero a espuertas. Consiguieron los contactos para comprar bótox ilegal en Corea, importarlo a España y distribuirlo a clínicas de estética de todo el país, ya fueran ilegales o de renombre. Simplemente, en el año 2022 pusieron en marcha una página web abierta al público ofreciendo sus productos y con un número de WhatsApp de contacto para hacer los pedidos de forma discreta. Traían los productos por vía marítima desde Asia, los almacenaban en un conocido centro de logística de Sevilla y desde ahí traficaban con el bótox y otras sustancias a toda España. También lo vendían por Instagram.
Tratamientos de saldo
La investigación de la Sección de Salud Pública y Dopaje de la UCO de la Guardia Civil los detectó en 2023. Comenzaron después de que la Agencia Tributaria descubriera en aduanas un envío sospechoso escaneando paquetes y analizando las ampollas que contenía. A partir de ahí, la UCO siguió la pista de los envíos postales y dieron con sus destinatarios: varios chiringuitos de estética que hacían tratamientos ilegales a su clientela con bótox procedente del tráfico ilegal y sin tener ni licencia ni título médico.
«En ese momento descubrimos un mundo paralelo en el que se vendían todo tipo de productos que no cumplían los estándares europeos y que no podían entrar en España, pero que muchos clientes se inyectaban alegremente en locales de peluquería, sin la menor higiene, y por 150 euros, la mitad de los 300 euros que te suele cobrar una clínica legal», apunta uno de los investigadores de la UCO. Los traficantes introducían en España los medicamentos ilegales haciéndolos pasar por vitaminas u otros productos legales, para eludir las aduanas.
El investigador insiste en el peligro que suponía este tráfico irregular: «A los detenidos, los de la empresa distribuidora, les daban igual las víctimas, fíjate que lo metían camuflado en España en cajas normales, pero son materiales sensibles a la temperatura, tienen ese problema, traer cajas en un avión de carga o en barco desde Corea, porque el producto llegaba deteriorado y es un peligro para la salud».
También clínicas legales
Toda la distribución a las clínicas ilegales lo hacían a través de empresas de reparto. Sin embargo, había una segunda línea de negocio: las clínicas legales y de renombre. Los médicos y responsables de estas clínicas no querían verse relacionados con la recepción de paquetes con productos extraños, así que a ellos les hacían el reparto a domicilio los dos socios de la empresa.
«Se habían repartido cada uno de los dos socios una zona diferente para el tráfico de bótox. El ucranio repartía en la zona de Levante, y el ruso en Andalucía, Murcia y Madrid. Detectamos entre 10 y 15 viajes anuales cada uno, con una ganancia de hasta 40.000 euros en dinero negro por cada viaje. El dinero que recopilaban en efectivo lo ingresaban en cajeros, en una serie de cuentas por separado. Siempre en ingresos fraccionados de 1.000, 3.000 o hasta 7.000 euros cada vez, enviados a cuentas de Lituania, Letonia o Bulgaria para no dejar rastro», explica el investigador de la UCO.
Más de 1 millón al año
Después de muchos seguimientos y reunir las pruebas suficientes, los agentes de la Sección de Salud Pública y Dopaje les detuvieron con las manos en la masa durante un viaje para traficar con bótox. Al ucranio lo detuvieron en Cartagena; al ruso, en Málaga. «Creemos que llevaban operando cerca de tres años, por la fecha en que sacaron la página web. Hemos calculado que cada uno ganaba al año 600.000 euros «libres de impuestos», en dinero negro que sacaban de España.
Lo que empezó como una pequeña operación tras detectar la primera clínica ilegal que se beneficiaba de ese tráfico de bótox, condujo a un largo y gran trabajo de investigación que todavía no ha terminado. «Nos preocupa el desconocimiento del público, capaz de inyectarse en su cuerpo un producto desconocido, a manos de una empleada de peluquería, por ejemplo». La indignación del guardia está justificada: «Nadie de los investigados ha presentado un solo documento falso, una titulación falsa, porque les daba igual, directamente las empleadas de las clínicas ilegales inyectaban el producto peligroso sin tener formación ni licencia para hacerlo».
Labios como pelotas
La Guardia Civil se enfrenta a un trabajo de años para intentar acabar con los chiringuitos de estética y las clínicas legales vinculadas a esta operación: «Da miedo ver lo extendido que está el negocio ilegal, hay de todo, chiringuitos de clientela española, clínicas ilegales de carácter latinoamericano, asiáticas o del Este de Europa, ahí te pinchan el bótox en la cara al lado de otra cliente que se está haciendo las uñas».
Desde la UCO advierten: «Estamos poco protegidos legalmente, hay que protegerse con penas o multas mucho más elevadas y más control; respecto a las víctimas, es complicado porque la gente tiene reticencia a denunciar, y eso que hemos visto ya varios casos de movimientos del relleno de bótox, de personas que ahora ven cómo sus labios se han convertido en una pelota».