Prisión permanente revisable para el «sádico» violador y asesino de Manuela Chavero
La Guardia Civil cazó al asesino de Manuela Chavero utilizando a un infiltrado
Eugenio Delgado, el violador y asesino de Manuela Chavero en Monesterio (Badajoz) en julio de 2016, ha sido condenado a la pena de prisión permanente revisable, y a 15 años de cárcel por violación. Es el culmen de una compleja investigación de la Guardia Civil en la que llegó a utilizar a un infiltrado que se ganó la confianza del homicida hasta el punto de que llegó a confesarle la muerte de la mujer.
Sólo cuando Eugenio Delgado se vio acorralado por la investigación, comenzó a cometer errores en cadena. La primera llamada a su madre para quejarse del acoso de los guardias civiles en una conversación sobre un supuesto asesino, en la que ella le respondió «el asesino no puede ser tan tonto de enterrar el cuerpo de la mujer en su propia finca».
La madre de Eugenio se equivocaba. La segunda llamada del homicida todavía en libertad fue a un abogado de Sevilla para preguntar en qué países no había tratado de extradición con España.
El asesino, aún no detenido, hizo la tercera llamada a un nuevo y reciente amigo sin saber que era un guardia civil infiltrado. A éste le confesó que Manuela había muerto por accidente en su casa la noche de su desaparición. Horas después Eugenio fue detenido y el cadáver de Manuela fue hallado en una finca de la propiedad de Delgado.
Hechos probados
La sentencia declara como hechos probados, conforme al veredicto emitido por el jurado, que el 5 de Julio de 2016, sobre las 2:15 horas, el acusado, Eugenio Delgado, se dirigió a la vivienda de la víctima. Previamente, observó que Manuela Chavero, de 42 años, se encontraba sola dentro de la casa sin haberse acostado aún.
Tras hablar con ella, y con la excusa de devolverle una cuna que Manuela le había prestado un año antes, consiguió que ella le acompañara hasta una vivienda que la familia del ahora procesado tiene a 80 metros de la casa de Manuela. Él la utilizaba de forma esporádica.
La víctima salió de su casa con la finalidad de recoger la cuna y volver inmediatamente a su domicilio, por lo que dejó una lámpara encendida en el salón, la luz de la cocina y la televisión de esta misma estancia encendidas y dejó también su móvil, el bolso y las llaves.
Ya en el interior de la vivienda de la familia del acusado, en la que estaban solos, «sin contar con el consentimiento de ella y con la intención de satisfacer sus deseos íntimos, la abordó sexualmente en forma no exactamente determinada», recoge la sentencia.
Paliza letal
A continuación, y «con la finalidad de aumentar deliberada e inhumanamente el sufrimiento de la mujer», el acusado le propinó diversos golpes que le causaron numerosos traumatismos y fracturas.
El conjunto de tales golpes y lesiones consiguientes provocaron, señala el fallo, «padecimientos innecesarios en orden a la consecución del resultado letal sumamente dolorosos para la víctima».
Asimismo, la sentencia señala que el acusado causó «intencionada y deliberadamente» la muerte de la mujer con finalidad de ocultar su acción delictiva.
«El acusado, no sólo se aprovechó de su fortaleza física, sino que despreció la condición de mujer de la víctima llevando a cabo su comportamiento en la creencia de que, en tanto hombre, ostentaba una posición de superioridad frente a ella por su naturaleza de mujer, que le permitía someter a esta a su voluntad», señala el magistrado ponente.
Una vez causada su muerte, el acusado cargó el cuerpo sin vida de la mujer en su coche y lo transportó hasta una finca de su propiedad ubicada en el extrarradio de Monesterio, donde la enterró en una madriguera de zorros.
El cadáver permaneció allí hasta septiembre de 2020, cuando sus restos fueron desenterrados por agentes del Equipo Central de Inspección Ocular de la UCO de la Guardia Civil, después de el asesino de Manuela Chavero confesara al verse acorralado por los investigadores.
Entorpeció la investigación
Durante las investigaciones, el acusado declaró en dos ocasiones en calidad de testigo, si bien no reconoció su culpabilidad en ninguna de ellas. Además, se dedicó a entorpecer la investigación al generar dudas en torno al lugar en que se encontraba la madrugada de la muerte violenta. También llegó a modificar su vehículo para intentar, sin éxito, que la Guardia Civil lo detectara en las grabaciones de las cámaras de seguridad de una gasolinera de la localidad.
Como consecuencia de estos hechos, los hijos, padres y hermanos de la fallecida han sufrido trastornos psicológicos graves.
La sentencia no es firme y contra la misma cabe interponer recurso de apelación ante la Sala Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura.