El restaurante vegetariano El Vergel odia a los bebés que toman leche de vaca

El Vergel restaurante vegetariano de Tarragona.
El restaurante vegetariano ubicado en Tarragona, El Vergel, que prohíbe la alimentación de procedencia animal a los bebés que acuden con sus familas a comer al restaurante. Foto: MAPS

Hoy en día la mayoría de restaurantes apoyan su fama en las críticas que los clientes hacen en internet de sus servicios. Plataformas como TripAdvisor, ElTenedor, u otras similares, son el boca a boca de antes. A raíz de estas plataformas el restaurante vegetariano El Vergel, en Tarragona, ha sido objeto de una fuerte polémica al prohibir a una madre darle el biberón a su hijo por contener leche de procedencia animal. Algo que ha suscitado una división de opiniones entre la sociedad.

«De vergüenza, no le pueden dar biberones a los bebés deberían tener un cartel que dijera prohibido bebés!». Este es el inicio de una crítica realizada por una mujer al restaurante El Vergel. La afectada compartió su experiencia en una conocida plataforma, y en ella explicaba como le negaron su derecho a alimentar a su bebé con el biberón que ella llevó desde casa y que le ofrecieron una alternativa elaborada con una mezcla vegetal a base de cereales. También lamentaba la intransigencia del dueño del negocio, ubicado en Tarragona, al que tildó de radicales.

Aunque esta crítica aun no ha recibido respuesta del negocio. Sí lo hizo una crítica similar más antigua. El Diario de Tarragona ha rescatado esa crítica y la respuesta que recibió de uno de los camareros de El Vergel.

«Creo que en la hostelería hay que ser mucho más humilde»

La mujer estaba celebrando un cumpleaños en el restaurante junto con amigos y familiares. Era la hora de darle de comer a su hijo de 4 años. Sacó su biberón y se lo enchufó al pequeño. «Poco después de empezarlo, el camarero me puso un papel al lado de mi plato y se fue. El papel ponía que no se puede entrar con comida de origen animal y si se trata de biberón, pues tampoco. Alucinante. No sabía qué hacer, fue una situación totalmente inesperada, humillante y sin poder defenderme. Avisarme con un papel… El camarero no sabía qué tipo de leche le estoy dando a mi bebe, podría haber sido leche materna, o de origen vegetal pero es igual, creo que es muy personal, incluso diría íntimo».

Así, continúa la crítica, «me gustaba el sitio, el concepto, la comida, fui varias veces, pero no iré nunca más. Creo que en la hostelería hay que ser mucho más humilde y sobre todo respetar a tus clientes. Al acabar la cena me dijo que la próxima vez me prepararán un biberón de leche vegetal… Esto no funciona así. Los bebes están en desarrollo y no pueden cambiar de comida como un adulto».

También recomendó que no llevaran sus ideas tan al extremo: «Si se meten con los bebés ya podrían prohibir la entrada de gente con bolsos, cartera o chaqueta de piel o prohibir el uso de los aseos a aquellos clientes que comieron carne/leche/huevos en las últimas 48 horas… El concepto que pretenden promover me parece genial y estoy totalmente a favor. La forma en que lo hicieron aquel día conmigo y con mi bebé más bien me recuerda a un régimen totalitario».

Tres alternativas: alimentar al bebé en otro horario, en la calle o ir a otro restaurante

La respuesta del restaurante, como en otros casos, fue contundente y desproporcionada. El camarero que no se atrevió a decirle a la cara a la clienta que estaba prohibido dar un biberón al bebé, se envalentonó y escribió su respuesta:

«Siento mucho que se haya sentido humillada. Tiene razón en quejarse y en sentirse mal. Puede que la forma no fuera la más adecuada. Para nosotros tampoco es fácil afrontar estas situaciones. Intentamos que la gente que viene con niños reciba esta información antes de entrar al restaurante, tanto con el aviso que hay en la puerta de entrada como verbalmente al hacer una reserva, con el fin de minimizar estos conflictos.

Yo soy el camarero que les recordó esta norma establecida en nuestro restaurante; también soy uno de los propietarios. Decidí presentarles el aviso por escrito cuando comenzaron a dar la leche al bebé, dando por supuesto que no se habían enterado hasta ese momento. Haciéndolo de este modo intentaba evitar ponerles en evidencia y crear una situación incómoda delante de sus compañeros de mesa.

Lamentablemente durante el tiempo que lleva abierto el restaurante hemos tenido que presenciar el suministro de potitos con ingredientes de origen animal tanto de manera directa como a escondidas por parte de algunos padres, motivo por el que hemos decidido que no se consuma ningún tipo de comida del exterior. Los clientes también deben tener en cuenta que en cada negocio hay unas normas; por ejemplo, un código de vestimenta, la admisión o no de animales domésticos, niños… Nosotros no discriminamos a las familias con niños, a pesar de que en muchas ocasiones el resto de clientes se quejan y nos piden que les prohibamos la entrada. No digo que en esta ocasión fuera el caso.

Respecto a que opine que tampoco dejemos entrar a clientes con carteras de piel o que hayan comido ingredientes de origen animal con anterioridad es, otra vez, una decisión de la propiedad. Las determinaciones que se toman en un negocio no son democráticas. Quien asume el riesgo y la responsabilidad somos los propietarios, y nuestras son las decisiones. Como local de restauración, no aceptamos comida del exterior. Disponemos de leche vegetal apta para bebés, papillas y purés de verduras y compotas de frutas.

Tampoco tenemos ningún inconveniente en que las madres den el pecho a sus hijos en el restaurante. Nosotros no fabricamos bolsos, ni zapatos ni abrigos, pero sí hacemos comida que usted puede comprar acorde con las normas del restaurante. Si alguien cree que darle un alimento a su hijo diferente al que toma normalmente supondrá un grave perjuicio para él, tiene dos opciones: alimentarle en otro horario, fuera del restaurante, o ir a otro establecimiento con otras normas.

Desconozco si el biberón contenía leche de vaca o la suya propia, pero supongo que si se sintió atacada fue precisamente porque era de origen animal no humano. Sin embargo, las madres verdaderamente humilladas son aquellas violadas durante toda su vida para tener bebés que son robados y descuartizados para que los humanos les arrebatemos la leche que era para ellos: estas madres son las vacas, ovejas y cabras, víctimas del biberón de su hijo.

Ojalá algún día pueda realmente comprender nuestro punto de vista. Una vez más, pido perdón por el mal trago que pudiera pasar y espero que esta explicación sirva de algo».

Respuestas osadas a los clientes insatisfechos

El restaurante ya debería tener callo a la hora des responder a este tipo de críticas porque no es la primera. Una pareja indicó que es «un restaurante donde no cabe sitio para la gente que no piense como ellos» y lamentaron las escasas opciones que había para las personas que no les gusta ese tipo de comida y acuden a cenar con personas veganas.

En este caso fue el dueño de El Vergel el que se encargó responderles: «Nos encontramos en un estado de profunda tristeza al no haber cubierto sus expectativas de unir en un solo restaurante toda la gastronomía interplanetaria. Siento contrariarle, pero creo que si comieron en El Vergel, efectivamente cupieron, pensaran lo que pensaran. Nuestro escáner de pensamientos para filtrar a los clientes todavía está en versión de pruebas. Quizá con esta tecnología descubramos porqué alguien que se jacta de lo mucho que le gusta probar cosas nuevas se queja de esta manera por no poder pedir los platos que toma en cualquier otro restaurante. ¿De verdad sabía a dónde venían? Una vez oí una historia de alguien a quien le pasó lo mismo que a usted. Fue a un restaurante chino y, ¡no tenían ninguna opción de cocina francesa! ¡Qué atrevidos!»

Otras respuestas en la misma línea recibieron otros clientes que, seguro, que se lo pensarán dos veces antes de volver: «Dado que se toma el derecho de dar tantos consejos, tomaré su ejemplo y le daré uno: nunca emprenda un negocio». O «Lamento que no le gustara la comida, aunque entiendo que estaba demasiado ocupado midiendo su contorno y haciendo escandallos a ojo de buen cubero como para disfrutarla».

También ponen en duda que hayan estado en el local: «No comienzo esta respuesta con el acostumbrado «Estimada clienta» porque tengo muchas dudas de que alguna vez haya comido en El Vergel».

 

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