Recorrer el país en caravana en vez de recibir sesiones de quimioterapia

Recorrer el país en caravana en vez de recibir sesiones de quimioterapia
Más de uno dirán que Norma está haciendo, a sus 90 años, el viaje de su vida. (Foto: FB)
Iñigo Artola
  • Iñigo Artola
  • Portadista. Redactor de cultura, internacional, política, sociedad y lo que haga falta. Devorador insaciable de series y películas.

Dicen que la realidad supera a la ficción, y la historia de Norma, estadounidense de 90 años de edad, es un relato de superación de la propia realidad. Fue en julio del año pasado cuando toda esta historia comenzó. A Leo, el marido de Norma, le diagnosticaron un cáncer con mal pronóstico.

Pero las desgracias nunca vienen solas. Mientras Norma encontraba la forma de asimilar el cáncer del hombre con el que llevaba 67 años casada, en una visita rutinaria al médico le comunicaron que ella también padecía cáncer.

A partir de aquí todo sucedió demasiado rápido. Dos semanas después del diagnostico de Leo, éste fallecía repentinamente. En cosa de días, Norma se quedó viuda y enferma de cáncer. Cualquiera se hubiera derrumbado pero ella decidió agarrar el toro por los cuernos.

Un par de días después de la muerte de Leo, Norma visitó a su médico habitual en Michigan, y barajar diferentes tratamientos para su cáncer de ovarios. Todas las opciones pasaban por quirófanos, tratamientos agresivos de quimioterapia y desagradables efectos secundarios. Ninguna de las opciones planteadas aseguraba, ni en un porcentaje medianamente razonable, su recuperación. Y todas aseguraban en un 100% un descenso brutal de su calidad de vida a corto plazo.

Lo que nadie esperaba fue la reacción de Norma: «Me voy de viaje» dijo tajantemente. Dicho y hecho.

Sin la menor intención de volver a la casa donde lo había compartido todo con el hombre que amaba, ahora fallecido, decidió venderla. Con el dinero se compró una caravana y tiró millas.

Sus familiares trasladaron al equipo médico su apoyo a la decisión de Norma y que la llevarían donde quisiera ir. El médico respondió ante el asombro de los familiares, y de su propio equipo, que estaba de acuerdo.

Norma acompañada de su familia y de amigos que visita en su viaje por Estados Unidos
Norma acompañada de su familia y de amigos que visita en su viaje por Estados Unidos

 

«Como médicos cada día vemos la cara de los tratamientos contra el cáncer. Efectos secundarios terribles, cuidados intensivos y, francamente, ninguna garantía de que sobreviva a la intervención para extirpar el tumor. Están haciendo exactamente lo que yo haría en esta situación. ¡Tengan un magnífico viaje!» dijo el médico ante la evidencia de los hechos.

Ya lleva 188 días en la carretera. Y sus aventuras se pueden seguir desde su página de facebook, que tiene más de 80.000 seguidores, «Driving Miss Norma» («Conduciendo a Miss Norma», un gracioso juego de palabras con la conocida película Conduciendo a Miss Daisy)

Esta mujer de 1,50 metros de estatura, menos de 50 kilos de peso y 91 años a sus espaldas lleva cerca de 6 meses recorriendo Estados Unidos acompañada de su hijo Tom, su nuera Ramie y su caniche Ringo.

A día de hoy, Norma ha volado en globo aerostático en Palm Springs (California), ha visitado Disneylandia (Florida), se ha fotografiado en el Monte Rushmore (Dakota del Sur), ha visto bisontes en el parque nacional de Yellowstone y se ha asomado peligrosamente al Gran Cañón del Colorado. Además tiempo no le ha faltado para dedicarle tiempo a la moda. En el recuerdo de su página de facebook queda la maravillosa tarde que pasó Norma probándose gorros en Cabo Cañaveral (Florida).

A pesar de todo Norma no ha perdido ni un ápice de sentido del humor y su sonrisa es de lo más contagiosa
A pesar de todo Norma no ha perdido ni un ápice de sentido del humor y su sonrisa es de lo más contagiosa.

Todo con una sonrisa contagiosa en el semblante y conviviendo con el cáncer que poco a poco le está arrebatando la vida.

Cuando se le pregunta qué tal está, Norma contesta sin titubear que se siente «bastante bien para mi edad». No sufre ningún dolor y su mente funciona como la de una joven de 25 años. Esta juventud mental le permite disfrutar del viaje como una auténtica niña.

Su nuera Ramie se maravilla cuando ve el brillo de sus ojos, que revela «lo llena de vida que se siente» a pesar del intenso dolor que conlleva perder a un ser querido, sobre todo cuando ese ser querido era tu alma gemela.

No es fácil para nadie hablar sobre el final de la vida. No es un tema sencillo para nadie. Pero si algo se extrae de la historia de Norma es que la vida esta para vivirla, nos queden los años que nos queden. Y eso, bien lo sabe Norma.

 

 

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