Trastornos del sueño, ¿qué son las apneas y el síndrome de piernas inquietas?

Trastornos del sueño, ¿qué son las apneas y el síndrome de piernas inquietas?

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Dormir bien, tener un sueño de calidad, es primordial para nuestra salud. Y lamentablemente no es lo habitual. Según los datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN) el 48% de los adultos españoles y, muy importante, el 25% de los niños, no tienen un sueño de calidad.

Pero, ¿qué es el sueño? La doctora Milagros Merino, neurofisióloga clínica y codirectora de la Unidad de Medicina del Sueño del Hospital Ruber Internacional, lo explica así: “El sueño es un estado biológico, fisiológico, cíclico, que es reversible, pues se puede interrumpir, y durante el cual el cerebro permanece sumamente activo, ya que mientras dormimos el cerebro está tan activo como en vigilia, solo que se activan otras áreas cerebrales».

¿Por qué es tan importante el sueño?

Como explica la doctora Laura Lillo Triguero, neuróloga, y también codirectora de la Unidad de Medicina del Sueño del mismo hospital, «el sueño es un pilar fundamental de nuestra salud porque a pesar de la aparente inactividad participa en múltiples funciones fisiológicas”, y es tan importante para el organismo como la buena alimentación u otros hábitos, como la práctica de ejercicio.

El sueño participa en la consolidación de la memoria y en la regulación térmica de nuestro organismo. También juega un papel importante en la activación de nuestro sistema inmunológico y en la regulación del sistema endocrino-metabólico. Y además ayuda a la eliminación de residuos celulares y productos de desecho que se acumulan durante el día: es lo que se denomina de forma coloquial «limpiar el cerebro». Un adulto necesita al menos entre 7 y 8 horas de sueño para restaurar todas las funciones de su cuerpo.

¿Qué ocurre si no dormimos bien?

La falta de sueño provoca daños irreparables, tanto en niños como en adultos. La doctora Victoria Fernández, jefa del Servicio de Neurofisiología y especialista de la Unidad del Sueño de Quirónsalud Málaga, explica: «La falta de sueño trae como consecuencia daños irreparables a la salud y la calidad de vida de las personas. Algunos de los efectos y consecuencias de no dormir bien son: cambios de humor, ansiedad, depresión y problemas médicos, como cardiovasculares, del sistema inmunitario u obesidad».

Existen más de 80 trastornos del sueño diferentes. Además del insomnio, un problema que afecta a más del 30% de los hombres y el 40% de las mujeres y que se agrava con la edad, dos trastornos del sueño frecuentes son el síndrome de las piernas inquietas y la apnea del sueño.

¿Qué es el síndrome de las piernas inquietas?

Tal y como describe su nombre, el síndrome de las piernas inquietas (SPI) es un trastorno del sueño que se caracteriza por una sensación de incomodidad en las piernas. Generalmente, se da cuando el paciente está en reposo, y muy habitualmente antes de iniciar el sueño. Lo normal es que al moverse la molestia vaya desapareciendo. Afecta al 5-10% de los adultos, es más frecuente en mujeres, y al 2-4% de los niños.

La consecuencia directa de este síndrome es un insomnio de inicio, ya que la persona afectada tendrá dificultades para conciliar el sueño. Además, muchas veces va a asociado a un mioclonus nocturno, un espasmo en los músculos que provocará un despertar nocturno en el que la sensación de piernas inquietas puede volver a aparecer. El trastorno puede agravarse, con la incomodidad derivando a dolor y las horas de vigilia acumulándose.

El psicólogo Francisco Segarra, responsable de la Unidad de Gestión del Descanso de Olympia Quirónsalud, advierte de que “un diagnóstico temprano puede mejorar significativamente la calidad de vida de quienes lo padecen”.

El hecho es que a día de hoy se desconoce qué causa muchos de los casos de SPI. A veces se relaciona con afecciones como esclerosis múltiple o enfermedad de Parkinson, entre otras. Y aparece de forma temporal en muchas mujeres durante el tercer trimestre de embarazo.

Lo que sí confirman los estudios es que al menos el 88% de las personas que sufren síndrome de las piernas inquietas presentan algún síntoma relacionado con el sueño. Dormir mal tiene como consecuencia cansancio y somnolencia durante el día. Y como aclara el doctor Segarra: «La deficiencia de sueño a menudo se asocia con SPI, así como depresión, ansiedad, enfermedades cardíacas y obesidad».

El tratamiento del SPI es, fundamentalmente, farmacológico, aunque el doctor también recomienda hacer ejercicio, evitar el alcohol y la cafeína, y establecer una rutina diaria que ayude en la “higiene del sueño”. Los masajes y baños calientes y la terapia de compresión también pueden ayudar a estimular las piernas.

¿Qué causa el síndrome de apnea del sueño?

El síndrome de apnea durante el sueño, o síndrome de apnea hipopnea es un trastorno respiratorio que puede llegar a afectar a más del 5% de la población adulta. Una apnea es una pausa en la respiración de 10 o más segundos, y una hipopnea sería una pausa parcial.

Cuando una persona presenta ronquido intenso, apneas que interrumpen los ronquidos y somnolencia durante el día, se considera que padece de síndrome de apnea hipopnea obstructiva durante el sueño (SAHOS). Este síndrome va acompañado en muchas ocasiones de factores de riesgo cardiovasculares, como hipertensión, cardiopatías isquémicas (anginas o infartos) o accidentes cerebro-vasculares.

El cansancio durante el día causa evidentes problemas sociales y laborales, e incluso podría ser factor desencadenante de un accidente de tráfico o laboral. Pero además se sabe que muchas muertes nocturnas inexplicadas se relacionan con estas apneas. Este síndrome también causa cefaleas matutinas, y alteraciones en la memoria, la concentración e incluso en la libido.

Desde la Unidad del Sueño Dr. Estivill, en el Hospital Quirónsalud del Vallés, explican que se observa una clara predisposición genética en los pacientes que padecen el síndrome de apnea del sueño. Pero también identifican factores agravantes o que pueden influir en la aparición del proceso. Desde dificultades concretas para respirar, como sobrepeso o tabique desviado, hasta alteraciones neurológicas o metabólicas, pasando por alteraciones craneofaciales o esqueléticas, como una mandíbula inferior retraída o un cuello grueso y corto.

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