Dermatóloga en Hospital Universitario Puerta de Hierro de Madrid (HUPHM)

Dra. Marta Elosua: «El estado emocional tiene una repercusión directa en la salud de la piel»

“El estrés, la ansiedad y la depresión pueden desencadenar o empeorar múltiples enfermedades dermatológicas”

“El rascado compulsivo requiere un abordaje multidisciplinar”

piel
Dra. Marta Elosua González.

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Acné grave, psoriasis, dermatitis atópica, hidrosadenitis supurativa o alopecia son algunas de las patologías de la piel que más afectan a la salud mental. Según se ha puesto en evidencia en la XX Reunión del Grupo Español de Investigación en Dermatología Psiquiátrica (GEDEPSI) de la Academia Española de Dermatología y Venereología celebrado este año en Madrid, los pacientes con enfermedades dermatológicas tienen un 20% más de probabilidades de sufrir problemas de salud mental en comparación con el resto de la población.

Para saber más a este respecto, OKSALUD entrevista a la dermatóloga en Hospital Universitario Puerta de Hierro de Madrid (HUPHM), la doctora Marta Elosua González sobre la relación entre enfermedades dermatológicas y salud mental.

PREGUNTA.- Los pacientes con enfermedades dermatológicas tienen un 20% más de probabilidades de sufrir problemas de salud mental en comparación con el resto de la población. ¿Cuáles son los efectos psicológicos más frecuentes en pacientes con enfermedades dermatológicas como acné grave, psoriasis o alopecia?  

RESPUESTA.- Las enfermedades dermatológicas visibles pueden tener un fuerte impacto emocional. Entre los efectos psicológicos más frecuentes encontramos ansiedad, depresión, baja autoestima y aislamiento social. En el caso del acné grave o la alopecia, muchas veces el paciente evita situaciones sociales por vergüenza o inseguridad. En la psoriasis, además se añade el estigma y la incomprensión, que pueden generar sentimientos de frustración o incluso desesperanza. La piel es una parte muy visible de nuestro cuerpo, y cualquier alteración puede afectar profundamente cómo nos percibimos y cómo creemos que los demás nos ven.

P.- El impacto estético y social de estas patologías podría ser más relevante en mujeres. ¿A qué factores se debe esta diferencia y cómo puede abordarse desde la consulta dermatológica?  

R.- Sí, las mujeres podrían experimentar un mayor impacto psicológico debido a factores socioculturales que asocian la apariencia física con el valor personal, aunque hay que destacar que cada vez va siendo más común también en hombres. Además, muchas mujeres pueden sentir una presión estética en entornos laborales y sociales. Desde la consulta dermatológica, es esencial validar sus emociones, ofrecer tratamientos eficaces y, si es necesario, trabajar en conjunto con profesionales de salud mental. Escuchar activamente, evitar minimizar el problema y ofrecer un espacio de confianza son claves para el abordaje integral.

P.- ¿Cómo pueden los trastornos psiquiátricos influir en la aparición o el empeoramiento de problemas cutáneos? 

R.- El estrés, la ansiedad y la depresión pueden desencadenar o empeorar múltiples enfermedades dermatológicas. Por ejemplo, el estrés puede agravar la dermatitis atópica, desencadenar brotes de psoriasis o aumentar la producción de sebo, empeorando el acné. También puede provocar conductas como el rascado compulsivo, que a su vez generan lesiones cutáneas. El sistema nervioso y la piel están estrechamente conectados, por lo que el estado emocional tiene una repercusión directa en la salud de la piel.

P.- ¿Podría darnos algún ejemplo clínico?  

R.- Sí, un ejemplo muy frecuente es el de pacientes con dermatitis atópica que sufren brotes más intensos durante épocas de estrés, como exámenes, cambios laborales o conflictos personales. En ocasiones, estos pacientes entran en un círculo vicioso: el brote provoca malestar y picor, el picor impide dormir bien, y la falta de sueño aumenta la irritabilidad y el estrés, lo que agrava el picor y con ello, la dermatitis.

P.- ¿Qué papel juega el dermatólogo en la detección y manejo del impacto psicológico de estas enfermedades? 

R.- Nuestro papel no se limita a tratar la piel, sino también a reconocer signos de ansiedad, tristeza o frustración, y acompañar al paciente de forma empática. Si detectamos un impacto psicológico importante, debemos valorar la derivación a un psicólogo o psiquiatra, trabajando en equipo para lograr una atención integral.

P.- ¿Se está promoviendo una formación más integral en salud mental dentro de la dermatología?  

R.- Sí, cada vez hay una mayor conciencia sobre la importancia de la psicodermatología, y sociedades científicas como la AEDV están impulsando la formación en este ámbito. La integración de salud mental en la práctica dermatológica es fundamental para mejorar el abordaje del paciente y su adherencia al tratamiento, y lo óptimo sería contar con un psicólogo en todos los servicios de dermatología. Nosotros en nuestro servicio tenemos la suerte de contar con la psicóloga Marta Loro, por lo que nos sentimos muy afortunados (y nuestros pacientes aún más).

P.- Muchos pacientes abandonan el tratamiento si no se sienten comprendidos. ¿Cómo se puede mejorar la comunicación médico-paciente para favorecer la adherencia terapéutica?  

R.- Escuchar sin juzgar, mostrar empatía y explicar claramente el tratamiento son pilares fundamentales. Es importante individualizar el enfoque, entender las expectativas del paciente y ofrecer soluciones realistas. Un paciente que se siente escuchado y comprendido confía más en su dermatólogo y está más motivado a seguir el tratamiento. El vínculo terapéutico es tan importante como la receta médica.

P.- En los casos más graves, ¿qué señales de alerta deberían llevar a un dermatólogo a derivar a un paciente a un especialista en salud mental?  

R.- Algunas señales de alarma incluyen: llanto frecuente en consulta, insomnio persistente, aislamiento social, alteraciones en la conducta alimentaria, comentarios de desesperanza o ideas autolíticas. Está demostrado que preguntar por una ideación suicida no aumenta el riesgo de llevar a cabo dicha ideación, por lo que es recomendable preguntar de forma directa y en casos afirmativos remitir de forma urgente al especialista. Otras veces podemos pasar cuestionarios de evaluación psicológica, que también pueden hacernos una idea sobre la necesidad de derivar o no a un especialista en salud mental.

P.- En lo que se refiere a patologías como la tanorexia o el rascado compulsivo, ¿qué tipo de tratamientos se recomiendan para estos trastornos y cuál es el papel del dermatólogo en su manejo?  

R.- El rascado compulsivo requiere un abordaje multidisciplinar. Es clave trabajar coordinadamente con psicólogos y/o psiquiatras para lograr resultados duraderos. El tratamiento suele combinar psicoterapia y, en algunos casos, medicación. Pero es fundamental también disminuir el picor que percibe el paciente. El dermatólogo debe identificar el problema, tratar las lesiones cutáneas si las hay, y acompañar al paciente en la toma de conciencia de la dimensión psicológica del trastorno. 

P.- ¿Cuáles son los avances más prometedores en la intersección entre dermatología y psiquiatría? ¿Se están desarrollando nuevas terapias o estrategias de abordaje que puedan mejorar la calidad de vida de estos pacientes? 

R.- Creo que lo más prometedor sería facilitar un abordaje multidisciplinar, y/o la integración de un psicólogo en los servicios de dermatología. Además, hay un creciente interés en programas de mindfulness, apoyo psicoeducativo y terapia grupal como complemento a los tratamientos dermatológicos tradicionales. Por otro lado, están emergiendo nuevos tratamientos para distintas enfermedades de la piel (más eficaces y con menos efectos secundarios) que, al mejorar el control de la enfermedad, tienen un impacto positivo en la calidad de vida y la salud mental de los pacientes. 

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